Qué es la ciencia

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La ciencia ha ganado más atención de lo habitual en los últimos meses acercándose, de alguna manera, al rol que siempre debería tener en nuestra sociedad. ¿Qué es el Covid? ¿Qué es un virus? ¿Cómo se transmite? ¿Cómo controlarlo? ¿Cómo combatirlo? De pronto nos damos cuenta que solo la ciencia puede llegar a dar respuestas a estas preguntas y todos miran a la ciencia con expectativa. Pero antes de todo: ¿Qué es la ciencia? Es importante tenerlo claro para entender y valorar la información que la ciencia nos entrega y distinguirla de la información que no tiene fundamento y que debe ser desechada.

La ciencia es un ámbito del quehacer humano cuyo propósito es comprender racionalmente la realidad. Las líneas y el alcance del ámbito científico han ido evolucionando sustancialmente a lo largo de la historia humana, de manera que resulta extremadamente complejo dar una definición exhaustiva de ciencia. De hecho, el debate sobre este tema, además de la ciencia, convoca también a la filosofía, la teoría del conocimiento, la historia entre otras disciplinas, y trasciende este espacio. Pero sí podemos identificar aquí algunas características de la ciencia que es muy importante tener presente. Propongo tres.

Primero. El conocimiento científico tiene como base los datos empíricos y se desarrolla según un método muy riguroso. Esta idea comenzó a consolidarse a partir del siglo XVI y de las reflexiones de Francis Bacon. La ciencia avanza a través de un proceso lento de experimentación, recolección de datos, procesamiento, análisis, formulación de hipótesis, validación. La ciencia requiere tiempo, paciencia, y dedicación. La formación de un científico se extiende por un tiempo largo, muchos años de estudio durante los que se adquieren conocimientos complejos, un método de trabajo y habilidades personales como la disciplina, la rigurosidad y la perseverancia.

Segundo. La ciencia no pretende tener certezas ni verdades absolutas. La ciencia es humilde, solo propone verdades parciales que pueden y deben ser cuestionadas constantemente y, de ser necesario, actualizadas o incluso reemplazadas. Si bien un científico puede llegar a tener convicciones relativamente sólidas en ciertos ámbitos, su dimensión es más la duda que la certeza. René Descartes considera como una regla fundamental “no admitir cosa alguna como verdadera si no se la ha conocido evidentemente como tal”. Karl Popper dice que una teoría científica nunca puede ser probada, pero sí puede ser falseada.

Entonces en una sociedad frenética, competitiva y arrogante como la nuestra, no sorprende demasiado si la ciencia recibe poca atención. La ciencia representa de cierta manera un “pensamiento débil” . Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, la ciencia tiene una gran fuerza y este es el tercer punto, el más importante.

Tercero. ¡La ciencia funciona! Basta con mirar la situación de la pandemia actual y compararla con las descripciones de situaciones parecidas del pasado, cuando la humanidad realmente no tenía ningún reparo, por ejemplo, en los tiempos anteriores al descubrimiento del doctor Semmelweis sobre la importancia de un simple lavado de manos. Hoy tenemos un ejército de científicos que están trabajando para generar una vacuna y todos quisiéramos que ese ejercito fuera incluso más numeroso y mucho mejor equipado. La ciencia nos salvará. Sin duda. Porque ¡la ciencia funciona! Con sus tiempos y sus límites que son, precisamente, los que le permiten avanzar, si no hacia la verdad, seguramente hacia una comprensión cada vez mejor de la realidad.

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Un laboratorio estadounidense donde se estudia el Covid-19. Crédito: Departamento de Salud de Pennsylvania

Hoy, a través de las redes sociales, cualquier persona puede escribir sobre algo y tener seguidores, por cualquier idea: tierraplana, antivacuna, astrología, ufología, numerología, todo parece tener el mismo valor. No es necesario que todos seamos científicos, pero sí todos deberíamos aprender a dudar y distinguir lo válido de lo no válido, porque las ideas no son todas iguales. Algunas son fruto de un largo y cuidadoso trabajo de investigación, conducido por personas que dedican su vida al estudio, invirtiendo tiempo, esfuerzo, energía y pasión, aplicando una metodología que se ha ido afinando durante siglos. Otras, en cambio, son invenciones fantasiosas, improvisadas y extemporáneas que, cuando no producen daños, son por lo menos inútiles.

Es alentador que en periodos de crisis la sociedad mire con mayor confianza hacia la ciencia y es esperable que esta tendencia siga después de la pandemia. Por otro lado, genera preocupación observar actitudes anticientíficas, no solo en anónimos usuarios de redes sociales, sino que también en personajes públicos y dentro de las elites culturales, políticas empresariales de importantes naciones que, menospreciando los llamados de la comunidad científica, preparan terreno a la próxima catástrofe global.

* Académico del Instituto de Astrofísica UC y del Centro UC de Astro Ingeniería, Escuela de Ingeniería UC

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