¿Qué es la robótica blanda? Chile desarrolla su primer proyecto de este tipo
Un físico de la Universidad Adolfo Ibáñez, con el apoyo de expertos internacionales y la UNESCO, diseña paneles para generar energía solar y optimizar el uso del agua en zonas secas.
Desde muy chico, Andrés Concha tuvo clara su vocación: "Voy a ser inventor", decía, ante la mirada incrédula de sus amigos.
La curiosidad, el juego y la experimentación le sirvieron de impulso para el estudio de la ciencia. Con un doctorado en Física y Astronomía en la U. Johns Hopkins (EE.UU.), un postdoctorado en Harvard y casi diez años de aprendizaje en el exterior, regresó a Chile para transmitir sus conocimientos en la Universidad Adolfo Ibáñez. Tras su vuelta, y en conjunto con un equipo internacional de expertos, comenzó a trabajar en la iniciativa que le valió el apoyo de la Unesco: el primer proyecto de robótica blanda en el país para generar energía solar y optimizar el uso del agua en zonas secas.
Andrés Concha explica como surgió la idea en su Talca natal: "Cuando se registran altas temperaturas, el agua de uso agrícola en los tranques se evapora por la radiación y el calor. A eso hay que sumar el surgimiento de algas nocivas cuando los tranques son de baja profundidad. Esto produce problemas de abastecimiento de agua para los vecinos de las zonas rurales aledañas, quienes también deben enfrentar cortes de electricidad".
Junto a la especialista canadiense Jamie Paik y gracias a los fondos de la Unesco y EPFL de Suiza (L'Ecole Polytechnique Fédérale de Lausanne), el físico chileno creó paneles solares que se colocan sobre el agua de los tranques para captar energía solar, mantener la temperatura del agua, evitar su evaporación y eliminar la formación de algas.
¿Qué es la robótica blanda?
Andrés Concha la define como una rama de la robótica que utiliza materiales inspirados en la biología, es decir, con diseños que poseen propiedades mecánicas (elasticidad) similares a las de los seres humanos. Mientras que la flexibilidad mecánica puede adaptarse al medio al costo de perder un poco de precisión, la robótica suave trata de imitar mecanismos utilizados en la naturaleza para aplicaciones más sutiles, hacerla más amigable con el humano y permitir la construcción de robots que sean modulares y fáciles de ensamblar.
"Nuestros paneles, a diferencia de los tradicionales, no ocupan espacio, son artefactos modulares, se autoensamblan como piezas de lego. Permiten generar energía eléctrica en lugares donde la gente usa grupos electrógenos porque la energía es muy difícil de obtener", agrega.
En su presentación en la Facultad de Ingeniería y Ciencias de Adolfo Ibáñez, Jamie Paik brindó detalles sobre su aporte al experimento: "Los robots que desarrollamos en nuestro laboratorio están enfocados en qué tipo de tecnología podemos adaptar a un ambiente real. Hay dos áreas principales: los robots de origami y robots blandos. Los primeros son muy diferentes a los que se han visto antes. Son completamente modulares y sus piezas funcionan de forma independiente y se unen a través de campos magnéticos. Los robots blandos, por otra parte, están hechos con materiales totalmente manejables, lo que les permite tener interfases absolutamente suaves".
Tras la exitosa prueba de ocho paneles, los responsables del proyecto están trabajando en mejoras de diseño, geometría y física. Andrés Concha no descarta aplicar la idea en otras partes del país. "El funcionamiento ha resultado simple y robusto. Eso nos entusiasma para aplicar a nuevos fondos y seguir creciendo", cierra.
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