¿Qué es más peligroso, el cigarro o el tabaco para armar? Esto dice la evidencia científica
Popularmente se suele creer que fumar tabaco en este formato tendría menos incidencia negativa en la salud.
De acuerdo con las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren ocho millones de personas producto de enfermedades relacionadas al tabaco. Y si bien los niveles de tabaquismo en los últimos años han bajado, eso aún no ha tenido un impacto significativo en una disminución de la mortalidad o incidencia de casos de cáncer de pulmón.
¿Será que la gente busca opciones “más inocuas” para inhalar el humo de tabaco? Últimamente han aparecido diversas opciones que reemplazan el convencional cigarrillo de cajetilla. Vaporizadores, pipas o cigarros enrolados han sido, quizás, una respuesta a evadir el riesgo que conllevan los efectos de la nicotina y otras toxinas producto del tabaco. ¿Son realmente más seguras? La evidencia científica sugiere que no, e incluso, que pueden ser aún más nocivas para la salud en algunos casos.
“El cigarrillo es dañino porque tiene múltiples sustancias tóxicas, que van desde irritantes directos, como el alquitrán y la acroleína, hasta carcinógenos como hidrocarburos aromáticos policíclicos, nitrosaminas y benceno”, explica el Dr. Ronald Reid, broncopulmonar e integrante del Centro de Enfermedades Respiratorias de Clínica Universidad de los Andes. Eso, sin contar el monóxido de carbono y otras sustancias que produce la combustión de la hoja de tabaco.
Actualmente, Chile es el país que presenta la mayor prevalencia de consumo de tabaco en América Latina, tanto por parte de jóvenes como por adultos. No obstante, el Dr. Reid remarca que el tabaco es el único producto de consumo legal que no solo daña a la persona que fuma, sino también a todo quienes están expuestos al humo que este emana.
¿Es posible dejar de fumar? Sí, aunque es necesario contar con apoyo para no recaer. Se estima que el solo el 10% de las personas que dejan el tabaco sin ninguna ayuda no recaen. El motivo de esto está relacionado con el componente adictivo que produce la nicotina, el cual libera dopamina en el organismo y proporciona bienestar en el fumador. Al suspender el consumo de tabaco se genera el síndrome de abstinencia.
“Cuando uno deja de fumar obtiene beneficios que son prácticamente instantáneos. Mejora la calidad de vida, la energía, mejora la piel. Y todo paciente que es fumador puede dejar de fumar. Existen estrategias farmacológicas y psicológicas que pueden ayudar a que las personas tengan mejor éxito cuando intentan dejar de fumar”, remarca el jefe de cirugía toráxica de la Fundación Arturo López Pérez, Dr. Juan Emilio Cheyre.
Pero, específicamente ¿Qué enfermedades provoca el tabaco? Fumar es el principal factor que contribuye al desarrollo de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC). El Dr. Reid señala que “el cigarro provoca inicialmente una bronquitis y posteriormente se llega a una destrucción de los alveolos, que es lo que se conoce como enfisema. Estos fenómenos provocan obstrucción bronquial y dificultad en el flujo de aire en los pulmones. Esta patología se caracteriza por dificultad respiratoria, tos crónica, silbido al respirar, frecuentes infecciones respiratorias y cansancio fácil al realizar las actividades habituales”.
A esto se suman las altas posibilidades de contraer cáncer de pulmón en quienes fumen en grandes cantidades. Eso sí, al fumar tabaco, este no solo entra en los pulmones. “La nicotina y sus otros componentes tóxicos se concentran en la boca. Entonces, los cánceres bucofaríngeos son mucho más frecuentes en pacientes fumadores que en los no fumadores. Parte de ese componente viaja por el tracto digestivo y se afecta todo, prácticamente con cáncer gástrico y de colon. También, estos componentes se excretan por la vía urinaria y puede provocar cáncer de riñón y vías urinarias. Hay muchísimos tipos de cáncer que tienen que ver con el consumo de tabaco, no solo el de pulmón”, remarca el Dr. Cheyre.
¿Es menos nocivo el cigarro enrolado que el cigarrillo convencional?
Cada uno de los cigarros convencionales contienen tabaco, químicos añadidos, un filtro y una cubierta de papel. Las personas que fuman se exponen a más de 7,000 sustancias químicas al inhalar el humo, de acuerdo a la Sociedad Americana del Cáncer. Asimismo, desde dicha institución afirman que fumar cigarros “light”, mentolados o enrolados a mano no reduce en nada su efecto.
Según advierten, los estudios han encontrado que el riesgo de efectos graves contra la salud no es menor en cigarrillos con bajo contenido de alquitrán o “light”. Debido a esto, la Dirección de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU. prohibió el uso de los términos como “light”, “ligero”, “reducido” en cualquier venta de cigarrillos.
Asimismo, los cigarrillos enrollados a mano no son más seguros que los cigarrillos de marcas comerciales. De hecho, se ha visto que existe un mayor riesgo de llegar a tener cáncer de laringe, esófago, boca y faringe, entre los fumadores de cigarrillos empaquetados.
“El cigarro enrolado, el de tabaco suelto, es tanto o más dañino que el cigarro normal. La hoja de tabaco que se venden en bolsas, es el mismo que viene en el paquete de cigarrillos. Lo único que hace la compañía tabacalera es ahorrarse la confección del cigarrillo y vende el tabaco suelto”, advierte el Dr. Cheyre. Por otro lado, el filtro que se usa en el tabaco enrolado es de peor calidad. “Los filtros industriales vienen más compactos y están hechos para ajustarse perfectamente en el papel. Eso no ocurre en el tabaco enrolado”, agrega el especialista.
¿Tienen menos alquitrán? La verdad es que si bien al tabaco se le agregan sustancias aromáticas, el alquitrán no es un aditivo propiamente tal. Más bien, es un subproducto de la combustión de la hoja de tabaco. “No es que el alquitrán o la nicotina sean cosas que le agregue el fabricante a la hoja. Cuando se combustiona el tabaco, este libera nicotina, arsénico, alquitrán, entre otras toxinas”, complementa el cirujano de FALP.
El tabaquismo es un hábito, una adicción que está muy socializada en nuestro país. Lo que ha ido pasando es que lentamente la gente fuma menos. Sin embargo, todavía no es suficiente para que exista un quiebre en la cantidad de personas que están afectadas por cáncer de pulmón.
Chile ha implementado varias políticas de control del tabaco con una reducción en la prevalencia del consumo de tabaco observada, tanto en la población general como en los jóvenes. Según el informe “Tobacco Tactics”, realizado por la Universidad de Bath, en Reino Unido, entre 2010 y 2016 hubo una disminución del 6,5% en el consumo de tabaco en nuestro país. Aun así, Chile sigue teniendo una de las tasas de prevalencia de tabaquismo más altas de América Latina, con una de cada tres personas mayores de 15 años fumando actualmente. Además, uno de cada cinco niños de 13 a 15 años fuma y la edad promedio en la que comienzan es a los 13,7 años.
A esto se suma una fuerte penetración en el mercado de los cigarrillos mentolados, los aromatizados con cápsulas y una amplia comercialización de cigarrillos electrónicos y de tabaco suelto. En Chile, dos de cada tres menores de 18 años fuman cigarrillos mentolados y el 44% empieza a fumar con este tipo de tabaco. La mitad de los fumadores de cigarrillos mentolados pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos. Cada año mueren en Chile más de 16.000 personas por patologías provocadas o asociadas al consumo de tabaco.
Según el Instituto de Eficacia Clínica y Sanitaria, fumar le cuesta al gobierno de Chile más de 1.000 millones de pesos al año por tratamientos, hospitalizaciones, cirugías y medicamentos en el sector público. Esto equivale al 0,8% del PIB anual y un 30% más de gasto que el dinero recaudado por impuestos al tabaco cada año.
“Si bien el consumo de tabaco ha disminuido, todavía no se ha reflejado en una disminución, ni en la incidencia ni en la prevalencia, del cáncer de pulmón” problematiza Cheyre. El especialista en cáncer advierte que, a pesar de que los índices de tabaquismo disminuyen, esto se verá reflejado en la tasa de mortalidad o incidencia de cáncer a pulmón en unos 10 o 15 años más. “No va a ser instantáneo, pero sí va a ir cediendo lentamente”, proyecta.
El cáncer de pulmón puede ser detectado a tiempo. Cuando una persona ha sido muy fumadora, más de 15 cigarros al día, y tiene más de 55 años, puede solicitar la realización de un scanner de tórax. Con eso se pueden pesquisar lesiones tempranas y detectar precozmente el cáncer de pulmón. Ese examen se debe realizar de forma anual.
Ante esto, la Fundación Arturo López Pérez lanzó una campaña para concientizar sobre el costo que tiene detectar y categorizar un cáncer de pulmón. “Son $1.120.500″ responde un vendedor de cigarros ante la atónita reacción de potenciales compradores. “Eso es lo que cuesta diagnosticar y reconocer en qué etapa está un cáncer al pulmón, si es que el cáncer está en el pulmón y no se ha ramificado por otras partes del cuerpo”, comenta el vendedor en la campaña “Da un respiro a tus pulmones”.
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