Comer sin hambre, comer por ansiedad... a eso es a lo que llamamos hambre emocional. El hambre emocional surge repentinamente y pide al organismo satisfacer esa “necesidad” con un alimento específico, que por lo general está asociado a dulces, papas fritas, “chanchadas” o comida rápida, en definitiva, a alimentos ricos en hidratos de carbono y en grasas.

Pero... ¿por qué se tiene esa necesidad de comer de golpe? ¿Cómo se puede combatir? Acá van 12 consejos:

1. El hambre emocional nace como respuesta al malestar emocional y en vez de investigar qué es lo que nos afecta, se entierra comiendo. Lo interesante, además de poner freno a los excesos gastronómicos y regularlos, es investigar sólos o con ayuda profesional que nos está pasando, ponerle remedio si es posible y si no lo es asumirlo y tratar de superarlo.

2. Mantener la mente ocupada: Uno de los mejores trucos para evitar el hambre emocional es distraer la mente con cualquier actividad sencilla, leer, pintar, trabajar...

3. Hacer deporte: Practicar ejercicio físico es un hábito muy recomendable para conseguir reducir la ansiedad y vivir de una forma más optimista. Los expertos recomiendan 40 minutos de cardio al día para vivir libres de ansiedad.

4. Practicar el mindfulness: Las propuestas de investigación y práctica del mindfulness tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas mediante sus prácticas, haciendo que éstas logren que sus días sean más plenos y felices. De esta manera la ansiedad disminuirá y, con ella, el hambre emocional.

5. La leche: La leche es un alimento que ayuda a aplacar el apetito. Beber medio vaso de leche antes de irse a la cama o entre las comidas puede ser de gran ayuda para evitar el hambre emocional.

6. Evitar el azúcar: El hambre emocional está muy relacionada con el consumo de alimentos azucarados. Por ello, lo mejor es evitar estos ingredientes y otros igual de calóricos en casa y optar por versiones más saludables de snack.

7. Cuidado con los estimulantes: Más vale no llenarse de café, té, bebidas colas y, mucho menos tabaco, para engañar el hambre, puesto que los tres son poderosos ansiógenos que a corto plazo te harán sentir peor.

8. Infusiones: Las infusiones sin cafeína ni teína, como el roibos, además de calmar la ansiedad, son ideales para dormir el apetito.

9. Agua: Beber agua sola o con limón, naranja o un toque de fruta es sano, refrescante y sencillamente delicioso. Ocupan espacio en el estómago y entretienen.

10. Yogurt: Ingerir queso fresco o un yogurt light son dos buenos ejemplos para luchar contra el hambre emocional. Estos alimentos, además de aportar nutrientes, no tienen demasiadas calorías.

11. Proteínas: Una buena costumbre es hacer muchas pequeñas comidas al día, para calmar el hambre y mantener el metabolismo funcionando. En este caso el truco está en las proteínas; si esas pequeñas comidas contienen un buena dosis proteica estamos ante la dieta perfecta.

12. Trabajo personal: Hacer un trabajo terapéutico para conocer mejor nuestro malestar emocional, saber su origen, aprender a controlarlo y/o tolerarlo, es probablemente el mejor método para abordar nuestro “hambre emocional”.