Los anuncios de vacunas con resultados prometedores de Pfizer, Moderna y AstraZeneca contra el Covid-19 dan esperanzas de que la pandemia en 2021 deje de extenderse. Ante la crisis de salud pública todas las expectativas están en que ese avance sea una salida.

Pero tener una vacuna efectiva no implica que la pandemia se termine de inmediato. La distribución de la vacuna llevará tiempo. Además, se requerirán de muchos esfuerzos para garantizar su distribución de manera confiable y que se efectúe, por ejemplo, con el adecuado control de la temperatura.

Si algo es seguro, es que las vacunas inicialmente deberán racionarse. ¿Quiénes deben recibirla primero? El personal de salud por la exposición a la que se enfrentan por su trabajo son un grupo que se ubica en primer lugar. Y luego de ellos también otro segmento tienen prioridad por la fuerte relación que existe entre una condición y la enfermedad por Covid-19. Se trata de quienes tienen obesidad.

Tener una vacuna efectiva no implica que la pandemia se termine de inmediato. La distribución de la vacuna llevará tiempo, por lo que se requerirá priorizar a ciertos grupos de población.

Vivian Luchsinger investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, señala que la obesidad se ha visto es un factor de riesgo porque está relacionado el desarrollo de hipertensión y diabetes, “la obesidad como tal tiene diversos efectos”.

Mauricio Gabrielli cirujano digestivo del Centro de Tratamiento de la Obesidad UC CHRISTUS y académico de la Escuela de Medicina UC, resalta que sin duda la población obesa tiene mayor riesgo al contraer Covid-19, y debe ser considerada como un segmento preferente en la vacunación.

Los pacientes obesos, aquellos que tienen un índice de masa corporal (IMC) mayor a 30, explica Gabrielli, durante la pandemia se ha recopilado mucha evidencia que muestra que son los que tienen mayor riesgo de estar en una unidad cuidados intensivos, de ventilación mecánica, y además tienen mayor riesgo de morir dentro del hospital. “Sí, es un grupo prioritario cuando se inicie la campaña de vacunación nacional”.

Diversos estudios detallan sobre cómo la obesidad influye en el Covid-19. Un impacto que se da términos de hospitalización, gravedad, mortalidad y evolución del paciente. Algo que está dado principalmente porque la respuesta inmune se desregula con la obesidad producto de la inflamación crónica que esa condición produce en el organismo, sumado a la disfunción metabólica y las comorbilidades asociadas.

Los individuos con obesidad pertenecen a la población susceptible a Covid-19 y requieren más medidas de protección. La población de riesgo en esta enfermedad se considera a quienes tienen más de 75 años y la población que tiene comorbilidades, diabetes, obesidad, etc. “De toda esa población, aproximadamente la mitad (48%) son pacientes obesos, que además tienen más riesgo de tener hipertensión y diabetes, resulta evidente que es una población prioritaria para evitar el colapso de nuestro sistema de salud”, dice el experto UC.

La vacunación si bien debería ser universal, añade Luchsinger, a la hora de priorizar se debe considerar a los adultos mayores y “también sería conveniente incluir a las personas obesas”.

Una orientación que se ha tomado en otras ocasiones. Se hizo en Estados Unidos en los planes de distribución de vacunas contra la poliomielitis en la década de 1950, e incluso el H1N1 en 2009, que se centraron principalmente en la edad, en parte debido a la naturaleza de esas enfermedades.

Inflamación crónica

Si a la inflamación propia de la obesidad se le suma el fomento de la inflamación sistémica que contribuye a la tormenta de citocinas y promueve la fibrosis pulmonar que causa insuficiencia funcional pulmonar, característica del Covid-19 grave, la transforman en una pésima combinación. Puede actuar como acelerador del virus y reforzar la inflamación sistémica violenta y la respuesta inmune.

La obesidad por definición es un estado de inflamación crónica de todo el organismo. De tal modo, dice Gabrielli, el sistema circulatorio funciona distinto, el sistema cardiovascular funciona diferente, “todo es un estado de inflamación crónica que afecta el sistema cardiovascular, el sistema ventilatorio, y eso hace que el paciente tenga un peor pronóstico y sea más difícil recuperarlo, y además del punto de vista de salud es más difícil el manejo del paciente obeso, porque necesitan camas especiales, etc”.

Si a la inflamación propia de la obesidad se le suma el fomento de la inflamación sistémica que contribuye a la tormenta de citocinas y promueve la fibrosis pulmonar que causa insuficiencia funcional pulmonar, característica del covid-19 grave, la transforman en una pésima combinación.

En Chile es un grupo importante entonces el que requeriría de vacunas como prioridad. Las cifras actuales, dice Gabrielli, indican que un 34% de la población en el país es obesa (sobre 30 de IMC) y que un 60% tiene algún grado de sobrepeso (IMC mayor a 25). “Hay 550 mil pacientes enfermos por covid-19, y el 25% de ellos, 140 mil pacientes probablemente con obesidad, sin duda impulsar o hacer más fuertes las campañas para disminuir la obesidad se hace cada vez más importante”, recalca.

Tratar la obesidad requiere un enfoque global tanto de hábitos alimentarios como de incorporar actividad física, indica Luchsinger. “Es un problema de salud importante y es un factor de riesgo no solo para covid-19, sino también para nuevos virus, requiere de una atención importante para prevenirla. Es preocupante, porque si ya tenemos altas cifras de son obesidad en escolares, ¿cómo serán como adultos”, subraya.

Las proyecciones no son muy auspiciosas. La Federación Mundial de Obesidad (WOF, por sus siglas en inglés) en un reporte del año 2019, indica que para Chile se estima para el 2030 774.647 niños y adolescentes serán obesos. De ellos, 294.235 corresponderán a niños entre los 5 y 9 años y 480.412 adolescentes entre los 10 y los 19 años.