Chile es el segundo país con más obesidad de la OCDE, con 74,5%, dentro de las más altas tasas de obesidad del mundo. Mueren 12 mil personas al año por esta causa en nuestro país. Y sobre los últimos datos recopilados en establecimientos educacionales, el 54% de la población escolar presenta problemas de sobrepeso u obesidad.
En este contexto la obesidad es una enfermedad crónica, que de no implementarse medidas integrales el destino de estos enfermos es bastante ominoso con impacto en todos los ámbitos de la vida incluso con cambios epigenéticos en su descendencia. Es decir, sus hijos e hijas sufrirán cambios que activan o inactivan los genes, sin modificar la secuencia del ADN, a causa de la edad y la exposición a factores ambientales (alimentación, ejercicio, medicamentos y sustancias químicas tóxicas). Estos cambios modifican el riesgo de enfermedades y a veces se heredan de padres a hijos.
Un estado fisiológico de obesidad durante el embarazo está asociado a multitud de problemas de la gestación, tanto para la madre como para el adecuado desarrollo de la descendencia. En este sentido, estudios epidemiológicos han descrito que las alteraciones del estado nutritivo materno afectan a las características del neonato, así como a su riesgo de padecer enfermedades metabólicas durante su vida adulta. Los mecanismos implicados en estos procesos pueden ser explicados por medio de la epigenética, herramienta clave para la regulación de la expresión génica.
Por ello es imperioso, que se generen y ejecuten estrategias de cobertura y financiamiento para educación y el manejo de esta enfermedad que contemple un diagnóstico oportuno, tratamientos efectivos sea farmacológico o quirúrgico según la condición del enfermo, además de asegurar el abordaje multidisciplinario e integral de la enfermedad.
De ser así, estudios constatan que el tratar la obesidad indicando el tratamiento adecuado según las necesidades del paciente mejoraría la calidad de vida de ellos y su descendencia, disminuyendo su mortalidad.
The Economist realizó un análisis, publicado en septiembre de 2021, en Brasil, Chile y Colombia. Se estima que, para nuestro país, el costo de la población que vive con obesidad fue de 3.600 millones de dólares sólo en el año 2020 aproximadamente, lo que representa un 1,49% del PIB nominal y el 16,13% del gasto sanitario nacional.
La política de salud pública debe incrementar la educación: la nutrición consciente; evitando alimentos procesados y el alcohol, evitar sustancias tóxicas como el tabaco, manejar el estrés mediante la meditación y estimular actividades recreativas y físicas; y el respeto por el ciclo del sueño, tratándolos con empatía y dejándonos espacio para el bienestar y disfrute. En la prevención lo medular es educar a padres, a madres, a niños y sus cuidadores y a personal de la salud para comenzar por reconocer a la obesidad como una enfermedad crónica, y de esta manera ofrecer diagnóstico y tratamiento a quienes la sufren. Hoy estamos llegando tarde.
* Directora del Diplomado en Obesidad y Co Directora Magíster en Conducta Alimentaria de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI).