Tras el inicio del invierno, las bajas temperaturas ya se han hecho sentir en gran parte del país. Y sin duda quienes quedan más expuestos a los virus de esta temporada son los niños, frente a enfermedades como parainfluenza, virus sincicial, adenovirus o la influenza.
¿Qué hacer si un niño tiene fiebre? Debido a que los más pequeños no saben hablar, o bien, no tienen los medios para expresar cuál es su malestar, realizar un diagnóstico certero puede resultar difícil. Por eso, tomar la temperatura de forma correcta, es vital.
En niños se considera un cuadro febril cuando hay más de 37,5 grados, tomando la temperatura en el recto o la boca, o bien si hay más de 37 grados, si se evalúa en la axila. Es importante señalar que, en niños muy pequeños, en ambientes altamente temperados o con mucho abrigo, la temperatura alta puede no corresponder al concepto de fiebre.
En relación a lo que representa la fiebre como signo de alarma, se aconseja subdividir los grupos por edad: en menores de tres meses, cualquier nivel de fiebre sostenida puede ser peligrosa, mientras que, en niños mayores, se debe consultar al médico si ésta se acompaña de síntomas asociados como rechazo de la alimentación o decaimiento importantes, diarrea, vómitos, dificultad respiratoria, entre otros.
Cuando hay fiebre aislada, se recomienda que los padres intenten bajarla. Si la temperatura se mantiene durante 48 horas o más, entonces sí conviene consultar. Es importante considerar que la fiebre es un signo que puede representar una infección viral o bacteriana. Por eso, en caso de un contexto de mayor gravedad no es prudente esperar esas 48 horas y se debe consultar de inmediato con un especialista.
Para tratar la fiebre, los padres pueden recurrir a antipiréticos que están en el mercado, aunque, un buen consejo, es consultar con el pediatra, en los controles sanos, los medicamentos adecuados y sus dosis en caso de enfrentar esta contingencia.
Los medicamentos vienen en distintas presentaciones, por lo que es recomendable, por ejemplo, las gotas para lactantes menores de 2 años, jarabe para los preescolares y tabletas pediátricas para niños mayores de 5 a 6 años.
Uso del termómetro. Otro de los puntos clave es la forma correcta en que se debe medir la temperatura y las distintas zonas de control presentan pro y contras.
La boca no es muy recomendable por cuestiones de higiene o porque el niño pequeño podría morder el termómetro. La zona rectal es de alta confiabilidad, pero a veces la sensibilidad del niño lo impide. La axila resulta ser una zona confiable e higiénica, pero requiere mayor tiempo para tomar la temperatura.
¿Cuál es la mejor, entonces? En recién nacidos y en lactantes hasta los dos años, la zona rectal resulta adecuada y por un tiempo aproximado de un minuto. En niños mayores de 2 años es adecuado tomar la temperatura en la axila, aunque la recomendación es de esperar unos tres minutos.
Los termómetros de uso en el oído o incluso en forma de "parche" sobre la piel, por ejemplo, en la frente, son menos invasivos y útiles como una referencia general. Sin embargo, la mejor confirmación es el método tradicional mencionado antes. Si a los padres les quedan dudas, la recomendación es resetear el termómetro y volver a probar otros tres minutos más.
*Pediatra de Clínica RedSalud Santiago