En 2009, Cristina Calderón fue reconocida como Tesoro Humano Vivo por la UNESCO por ser la última hablante nativa de la lengua yagán. En su comunidad la llamaban abuela Cristina, y el solitario relato de su idioma dio la vuelta al mundo.
Aprendió a hablar esta lengua índigena gracias a sus padres y abuelos, mientras los veía trabajar en la pesca y otras actividades ancestrales de la cultura yagán o yámana. Este pueblo nómade, que ha habitado en el extremo austral del continente desde hace más de 7000 años de acuerdo a registros antropológicos, entró en contacto con los barcos mercantes que pasaban por la ruta de Cabo de Hornos en las primeras décadas del siglo XIX.
Al igual que sus pueblos vecinos, los kawéskar y los selk’nam, se enfrentaron a misiones de colonización y su población se vio drásticamente reducida por las enfermedades contraídas de los visitantes extranjeros. Los yaganes estuvieron al borde de la extinción, hasta que algunos descendientes se asentaron en la Isla Navarino, región de Magallanes, donde la mayoría de la población se encuentra hasta hoy. Sin embargo, y como pasó en otros casos de pueblos originarios, tuvieron que adaptarse al español y a la vida en sociedad.
En toda la isla, sólo la familia de Cristina mantuvo el idioma yagán como primer idioma, y tras el fallecimiento de sus dos hermanas, Cristina ya no tuvo con quien hablar su idioma nativo. Se esforzó en enseñarle a otros descendientes de yaganes, pero nadie consiguió la fluidez necesaria para entablar una conversación con ella. Ni siquiera sus hijos y nietos, quienes debieron adoptar el español como nativo.
Aún así, se dedicó a preservar el idioma de sus ancestros hasta sus últimos días. La ‘abuela Cristina’ se convirtió en narradora de cuentos e historias de sus antepasados, y en profesora de todas las personas que quisieran aprender el yagán. Tras su muerte, el 16 de febrero de 2022, muchos pensaron que el yagán también iba a desaparecer. Pero al día de hoy aún existen esfuerzos por mantener el idioma con vida.
¿Qué pasó con la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa?
Una de las primeras personas en registrar y estudiar la lengua yagán fue una de las nietas de Cristina Calderón. Cristina Zárraga, nacida en la ciudad de Concepción, se convirtió en una ikamanakipa (escritora, mujer que escribe) y una nueva guardiana del yagán.
Con la colaboración del lingüista Oliver Vogel, publicó en 2010 un diccionario yagán que hoy es utilizado en algunas escuelas locales para enseñar el idioma a las nuevas generaciones. Según el Ministerio de Educación, en los establecimientos en donde hay al menos un 20% de estudiantes de una cultura originaria es deber que exista una asignatura de su lengua, en este caso el yagán.
Este diccionario no sólo incluye algunas palabras básicas y su significado, sino también actividades de lectura e instrucciones para pronunciar algunos de los sonidos característicos del idioma.
Además, Zárraga ha escrito tres libros tanto sobre su abuela Cristina como de las leyendas y costumbres que ella y otros descendientes yaganes le transmitieron. Muchos de estos han sido adaptaciones y traducciones de registros de audios de Calderón, que también son estudiados por lingüistas nacionales e internacionales.
Estos registros auditivos han permitido realizar un proceso de formalización de la gramática y la fonética, para que pase a ocuparse masivamente dentro de la comunidad. De acuerdo a Elisa Loncón, doctora en lingüística de la Universidad de Santiago, señala que “mientras existan registros las lenguas pueden reactivarse. Las comunidades siempre buscarán hablar su idioma”.
Por su parte, el Museo Territorial Yagan Usi en la ciudad de Puerto Williams es uno de los pocos lugares donde se pueden visitar, ver y escuchar algunos registros de la cultura yagán. El “museo más austral del mundo” fue reinagurado en enero de 2024, y se enfoca en mantener un espacio patrimonial que pueda ser visitado tanto por la comunidad local como por turistas.
Este último cuenta con módulos interactivos y mediadores que difunden información sobre este pueblo. En la visión de Alberto Serrano, director del establecimiento, mantener el idioma yagán es fundamental para preservar la identidad del territorio. Aunque la ciudad de Puerto Williams es relativamente nueva, comenta, “los yámanas son un pueblo vivo que está acá hace más de siete mil años. Proteger esta lengua, que cada vez tiene menos hablantes, es muy importante para esta zona”.
Lenguas indígenas en extinción: El yagán tras la muerte de su última hablante nativa
De acuerdo a la UNESCO, existen más de 6000 idiomas distintos en todo el mundo, y el 40% tiene un alto riesgo de desaparecer. Se trata principalmente de lenguas como el yagán, que son habladas por comunidades que se han enfrentado a la colonización o desplazamiento. Por ello, cada 21 de febrero esta entidad conmemora el Día Internacional de la Lengua Materna.
Según Loncón, el objetivo de esta conmemoración es “crear conciencia del valor de la diversidad lingüística, porque las lenguas son instrumento para comunicar culturas, visiones de mundos, conocimientos, saberes. La humanidad se empobrece con la pérdida de las lenguas maternas”.
En el mismo sentido, la lingüista Sabina Canales de la Universidad Alberto Hurtado explica que “un idioma no es solo un sistema de palabras y significados, sino que está cargado de identidad. Tenemos una diversidad de lenguas porque tenemos una diversidad de culturas”.
En Chile existen diez pueblos indígenas que aún tienen vigencia en la actualidad. Cerca de un 84% de las personas descendientes de culturas originarias en el país pertenecen a la cultura mapuche, seguido por los aymaras y los diaguitas, de acuerdo a IWGIA. Loncón comenta que menos del 10% de ellos habla su idioma originario como primera lengua, y que esto es un problema para preservar la cultura.
Canales cuenta que la importancia de los idiomas para los pueblos originarios se puede ver en casos como los del pueblo Chango, del que no existen vestigios de su idioma y por lo tanto “se piensa que no existieron”, por lo que se puede hablar de una carencia de esta identidad en el patrimonio cultural de Chile.
A su vez, la lingüista hace énfasis en la importancia de ver el español usado en Chile como la lengua materna de la mayoría de personas en el territorio nacional. Este “español chileno” se ha nutrido de palabras provientes de las culturas originarias, y junto a otras variaciones como la aspiración de algunas letras o entonaciones según la zona del país, “son parte de la diversidad lingüística que se debe respetar”.
“No soy la única ni la última”: la lengua yagán tras la muerte de su última hablante nativa
En 2016, Cristina Zárraga presentó su libro “Cristina Calderón. Memorias de mi abuela yagán”. En la presentación ante la comunidad en el Museo Yagán Usi, la escritora contó que su abuela le dijo que no era la única ni la última yagán del mundo, como erróneamente fue catalogada a nivel nacional e internacional.
El director del Museo Yagán Usi comenta que este pueblo ha sido denominado extinto injustamente, ya que las comunidades locales aún siguen en vigencia. Los descendientes de la cultura Yagán viven principalmente en Bahía Mejillones, en Puerto Williams, y además de enseñar y aprender su idioma ancestral, mantienen tradiciones como la cestería hecha con fibra vegetal.
Serrano resalta la importancia de las educadoras que ocupan materiales didácticos en yagán en los establecimientos educacionales locales y mantienen vivo el relato de Cristina Calderón. Además, comenta que el yagán también vive en algunas expresiones de la región de Magallanes, y en palabras como “mamihlapinatapei”, conocida como “una de las palabras más hermosas e imposibles de traducir del mundo”. Esta hace referencia a la mirada entre dos personas que desean iniciar algo, pero que no se atreven a dar el primer paso para comenzar.
En el mismo sentido, según Loncón, lo importante a tener en cuenta es que mientras exista esta comunidad existirá su idioma. La académica Usach hace énfasis en que “las lenguas no viven en el vacío, le pertenecen a las comunidades. Y los esfuerzos colectivos son fundamentales para que esta lengua perviva“.