En medio del debate político sobre la Ley del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, surge con mayor intensidad la pregunta sobre qué hacer con los bosques nativos de Chile. ¿Es necesario restringir su manejo como se ha publicado en algunos medios? Si bien estas propuestas pueden ser bien intencionadas, cometen un error.

Chile posee 3 millones de hectáreas (ha) de plantaciones de eucalipto y pinos, en torno a las cuales funciona la industria maderera y celulosa. Pero, por otro lado, cuenta con 14 millones de ha de bosque nativo. De acuerdo con una estimación reciente, una superficie significativa de aproximadamente 4 millones de ha de dicho bosque nativo tiene un alto potencial de manejo, entendiendo que un correcto manejo de bosques genera una serie de beneficios. Algunos de ellos relacionados con servicios ecosistémicos, como el incremento de agua en caudales.

Otro rol fundamental cumple en la restauración de bosques degradados, e incluso, el buen manejo puede ayudar al aumento de biodiversidad en los bosques.

Manejar el bosque significa intervenirlo a través de distintas técnicas, que implican sacar o cosechar árboles, con la idea de que su cubierta siga presente en función de generar madera, a veces fibra, o en el sur de Chile, leña.

La tendencia hoy en Norteamérica, Europa, algunas zonas de Asia y Oceanía, es el manejo de cubierta continua, es decir, la antítesis de la tala rasa, y ésa es la forma que quienes trabajamos en esta línea queremos promover, hacer intervenciones parciales en estos bosques que permitan a sus propietarios manejarlos para la generación de madera, fibra y también provisión de recursos ecosistémicos.

En un escenario de cambio climático como el actual, corremos el riesgo de que sin manejo muchos bosques se deterioren en su biodiversidad e incluso en su extensión.  El canelo, por ejemplo, es una especie común en Valdivia que requiere de mucha humedad, pero debido a que esta ciudad en pocos años tendría el clima de Temuco, algunas especies podrían desaparecer, propiciando la llegada de otras.

Eso puede evitarse si se manejan los bosques, permitiendo que especies como el canelo puedan continuar su permanencia en bosques donde hay más agua en el suelo gracias a dicho manejo. Por lo tanto, el manejo también puede ayudar a que los bosques se adapten a nuevas condiciones que serán gatilladas especialmente por el cambio climático y además porque la sociedad seguirá requiriendo bienes.

Chile consume 6 millones de m3 de leña, una cantidad muy alta, y ojalá pudiéramos sacarla del bosque nativo mediante manejo. Lo peor que podemos hacer es dejar que esa cantidad de leña salga de los bosques a través de cortas ilegales, o incluso a través de técnicas de gente muy bien intencionada, pero que no está manejando bosques, sino que en alguna medida lo está degradando y deteriorando.

Los bosques nativos chilenos son increíblemente productivos a nivel mundial, además de diversos. Es por ello que no tenemos por qué perder la oportunidad de  promover el manejo, el buen manejo de aquellas 3 ó 4 millones de ha para beneficio de la sociedad e incluso para un potencial beneficio para los propios bosques.