Los fans de los cupcakes que visiten los distintos locales en la ciudad de Nueva York de la icónica tienda Magnolia Bakery pronto se encontrarán con algo no tan acorde con la estética de Sex and the City, la famosa serie de Sarah Jessica Parker, sino que con algo mucho más similar a lo que se veía en Epidemia, la película de Dustin Hoffman. Cualquiera que desee entrar será conminado a pasar a través de una recámara de limpieza, similar a las zonas de desinfección que existen afuera de los laboratorios que manejan elementos biológicos peligrosos.
El cuerpo completo de los clientes será bañado con luz ultravioleta durante 20 segundos. Basándose en años de investigación, los científicos dicen confiar en que este tipo particular de luz UV sea letal para los virus y las bacterias y, al mismo tiempo, resulte segura para los humanos. En la Universidad de Columbia, una población de 100 ratones sin pelaje ha estado viviendo bajo este tipo de luz por casi un año. Hasta ahora no han mostrado efectos secundarios negativos.
Esta inesperada yuxtaposición entre pastelería y física es sólo un ejemplo de las nuevas experiencias que todos estamos a punto de enfrentar. Antes de la pandemia de coronavirus, los humanos pasaban más horas en espacios cerrados comunitarios: oficinas, escuelas, tiendas, restaurantes, estadios deportivos y gimnasios. Para lograr que volvamos, las personas a cargo de estas instalaciones nos tranquilizarán –o al menos deberían intentarlo- con una combinación de alta tecnología e intervenciones mundanas.
Todas estas medidas tienen un único objetivo: crear espacios en los cuales la transmisión de patógenos sea menos probable, o al menos generar lugares en los cuales nos sintamos a resguardo de la enfermedad.
Según un reporte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), nuestro actual enemigo, el nuevo coronavirus, parece propagarse de manera más rápida en espacios cerrados, a través del contacto personal, pero potencialmente también podría hacerlo a través de los sistemas de ventilación de los edificios.
El contacto personal puede ser manejado a través del distanciamiento social y la reducción del número de personas dentro de los espacios cerrados, pero una enfermedad que posiblemente se transmite por el aire requiere repensar la manera en que calentamos y enfriamos nuestros edificios.
Las compañías también están evaluando tecnologías más novedosas que buscan erradicar patógenos al poco tiempo que estos dejan nuestras bocas. Su adopción depende, en parte, de cuán rápidamente obtengan la autorización de uso por emergencia de la Administración Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA).
Emily Anthes, autora de The Great Indoors –un libro próximo a publicarse sobre la ciencia de los lugares cerrados-, señala que el problema de la pobre calidad del aire dentro de los espacios bajo techo se ha vuelto tan grave en las décadas pasadas que en muchas ciudades hoy ese aire está más contaminado que el que circula en el exterior. Una de las razones es que, en el afán por alcanzar la eficiencia energética, algunos edificios se han vuelto tumbas selladas con poco intercambio de aire con el exterior.
Los ingenieros han sabido por décadas cómo captar más aire externo de tal manera de no sacrificar la eficiencia energética, pero tales medidas no han sido una prioridad hasta ahora, ya que requieren más esfuerzos en cuanto a diseño y también en equipos que, simplemente, hacer recircular el aire.
Otra forma de mejorar la calidad del aire es instalar filtros capaces de capturar hasta las partículas más finas, incluyendo aquellas tan pequeñas como el coronavirus, de manera que los ductos de aire no estén rociando una fina neblina de gotas recirculadas y potencialmente cargadas de virus sobre cualquier persona que pase.
La filtración mejorada es una opción para muchos edificios, dice William Bahnfleth, director del Grupo de trabajo sobre epidemias de Asociación Americana de Ingenieros en Calefacción, Refrigeración y Aire Acondicionado. Sin embargo, agrega, no es realista pensar en que la mayoría de los edificios alcancen los estándares de los aviones o las salas de hospital, donde se ocupan los filtros de mayor graduación del tipo HEPA y que, además, filtran completamente su aire muchas veces por hora. Aquí es donde las tecnologías nuevas y emergentes podrían implicar una diferencia significativa.
Consideremos las partículas ionizadas, es decir, moléculas cargadas positiva y negativamente que pueden inactivar aquellos patógenos con los que chocan en el aire. La Autoridad de Tránsito de Nueva York está probando actualmente en el sistema de trenes subterráneo de la ciudad una tecnología que usa estas partículas y que se llama foto hidro ionización. El vicepresidente de ventas de la división de aire de RGF Environmental Group, empresa de Palm Beach Florida que fabrica este sistema, señala que la tecnología ya ha sido instalada en cientos de restaurantes a lo largo del país, incluyendo aquellos que pertenecen a la cadena Chipotle Mexican Grill Inc., además de gimnasios, estadios deportivos, hospitales y edificios federales.
El professor Bahnfleth, quien además dicta clases en la Universidad Estatal de Pennsylvania, indica que la eficacia de los sistemas de filtración con ionización aún es tema de debate. RGF dice que en particular su tecnología se ha mostrado efectiva contra una variedad de patógenos en múltiples pruebas de laboratorio.
La luz ultravioleta de alta frecuencia, conocida como UVC, se ha usado durante mucho tiempo para esterilizar salas hospitalarias. Es peligrosa para los humanos, pero podría ser enfocada para brillar en una estrecha área cercana al techo de una habitación, o podría ser instalada en ciertos puntos de los sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado, tales como las bobinas donde se intercambia calor, de manera de desinfectar el aire a medida que pasa.
Resulta que una luz ultra violeta con una frecuencia aún más alta, llamada luz ultravioleta lejana (UVC), es, según sus defensores, segura para los humanos. Hasta ahora ha sido probada en ratones y, al menos en un estudio, en voluntarios humanos. Es capaz de acabar con pequeños patógenos, incluyendo virus.
En un estudio que será publicado en la revista de acceso abierto Scientific Reports, David Brenner –director del centro de investigación radiológica del Centro Médico de la Universidad de Columbia- anunciará los hallazgos de su equipo. Estos muestran que este tipo de luz puede matar el 90% de los coronavirus que estén en el aire en apenas ocho minutos, un índice lo suficientemente alto como para reducir significativamente los riesgos de infección.
“Los científicos que confían en que la luz UVC es segura argumentan que debido a que la longitud de onda es tan corta es incapaz de penetrar la capa exterior de células muertas que cubre todo nuestro cuerpo, incluso los ojos”.
El llamado portal Cleanse que Magnolia Bakery planea usar, diseñado por la empresa de iluminación Healthe de Cocoa Beach, Florida, es uno de los primeros ejemplos del uso de luz UVC como medio para desinfectar la piel y la ropa de la gente a medida que entra a un edificio.
Su dispositivo con cinco emisores UVC está diseñado para cubrir a las personas desde distintos ángulos. Magnolia también planea usar una segunda versión de esta tecnología, con emisores en las lámparas del techo, para así desinfectar continuamente el aire y las superficies dentro de sus pastelerías.
Fred Maxik, científico en jefe de Healthe, indica que la intensidad de la luz usada por el “Portal de limpieza” es 25 veces superior a la probada por el doctor Brenner y su equipo, lo que explica por qué puede, en teoría al menos, lograr el mismo nivel de “aniquilación” en apenas 20 segundos.
Aún así, estos sistemas mantienen la exposición a niveles iguales o menores que los indicados por los estándares del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional. Esos estándares fueron desarrollados para cubrir cualquier tipo de exposición UV, incluso aquella que ya es conocida por ser peligrosa, por lo que quizás terminen probando ser demasiado cautelosos. Los científicos que confían en que la luz UVC es segura argumentan que debido a que la longitud de onda es tan corta es incapaz de penetrar la capa exterior de células muertas que cubre todo nuestro cuerpo, incluso los ojos.
Más allá de la física y los estudios con animales, los investigadores piensan que necesitaremos hacer pruebas más extensas en humanos antes de declarar a esta luz como segura. Dada la novedad de la luz UVC, un inconveniente de estos sistemas es que es casi seguro que causen algún grado de consternación pública.
Los negocios ahora enfrentan una paradoja: ¿Vale la pena invertir en una infraestructura de este tipo en un momento en que las compañías están apuntando a que una parte importante de su fuerza laboral, e incluso sus clientes, permanezca en sus casas? Pero si no invierten, ¿Los trabajadores y los compradores alguna vez estarán dispuestos a volver?
El equipo de Magnolia ha decidido que la inversión vale la pena.
“Planeamos estar aquí por un largo tiempo”, dice Bobbie Lloyd, jefa de cocina de Magnolia Bakery. “Hemos pasado por huracanes, el 11/9 y el colapso económico de 2008. Al igual que una mezcladora de 20 mil dólares, esta es una inversión para el futuro”, asegura. Lloyd declinó precisar cuánto está pagando su compañía por estos sistemas, pero Healthe ha dicho antes que sólo el “Portal de limpieza” cuesta 20 mil dólares.
Los expertos enfatizan que la mejor estrategia para reducir la enfermedad en los espacios compartidos es emplear muchas intervenciones diferentes, no sólo un filtro mágico de aire o algún dispositivo con luz. En otras palabras, seguiremos teniendo que usar mascarillas, mantener la distancia y lavarnos las manos.