Un puzzle de millones de piezas sin descifrar. Así es el cerebro para el científico español, Rafael Yuste. En conversación con Qué Pasa, el doctor en Neurobiología en la Universidad Rockefeller desarrolla su teoría sobre cómo la inteligencia artificial y la neurociencia deben respetar y preservar la privacidad, identidad, acceso e igualdad de las personas.
Bajo el patrocinio del expresidente de EE.UU., Barack Obama, Yuste impulsó la teoría que lo vincula al Proyecto BRAIN (Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies). Este implica investigar sobre las capacidades del conocimiento humano, mapear el cerebro con mayor detalle y establecer medidas que protejan los pensamientos que, de acuerdo a Yuste, "podrían ser hackeados". Esta semana, el científico español se encuentra en Chile invitado por Congreso Futuro y el Senado, para contar su experiencia estudiando el cerebro y los desafíos que se presentan para establecer la protección del pensamiento humano.
¿En qué consiste el proyecto BRAIN y cuáles han sido sus frutos hasta ahora?
-Es un proyecto a larga escala, de 15 años, que engloba a diversos laboratorios con un presupuesto estimado de 6 mil millones de dólares. El objetivo es desarrollar herramientas y métodos, ya sean ópticos, electrónicos o moleculares, para poder descifrar la actividad de cerebros enteros, tanto de animales como de seres humanos. El segundo objetivo es poder manejar técnicas para alterar la actividad del cerebro de una manera precisa.
¿Han tenido algunos avances hasta ahora, desde el lanzamiento del proyecto?
-Sí, aunque es un poco pronto para hacer valoraciones, recién llevamos un tercio del tiempo que dura el proyecto. Pero sí han empezado a surgir técnicas nuevas, con las que se ha podido mapear el cerebro entero de animales como ratones y algunos invertebrados pequeños. Ya sabemos cuántos tipos de células hay en el cerebro de un ratón. Hace poco no se sabían en cuántos tipos de células estaban divididas, cuántas familias de neuronas hay. Con el pasar de los años, cada vez habrá más hincapié para desarrollar técnicas para el cerebro humano.
¿Qué es lo que queda pendiente con la iniciativa BRAIN?
-Las metas que quedan tienen que ver con mejorar las técnicas para poder entender el cerebro humano. Hemos probado distintos métodos que difieren en óptica, nanofísica, electrónica, química, energía molecular y ciencia computacional. Esos métodos están compitiendo unos con otros para ver quién va a ser el más eficaz. Hasta ahora sabemos que el cerebro humano tiene 85 mil millones de neuronas, pero no sabemos todavía cuántos tipos de neuronas que hay.
El nuevo derecho humano
¿Qué son los neuroderechos?
-Serían nuevos derechos humanos, que no existen hasta ahora, para que protejan a la ciudadanía de los abusos que se pudieran realizar con la utilización de las nuevas técnicas de neurotecnología e inteligencia artificial. Es un resguardo ante la mala utilización de estos avances científicos que estamos desarrollando.
¿Cómo se puede abusar de este tipo de derechos?
-Con las técnicas que se han desarrollado en el proyecto BRAIN, que además se ha replicado en muchas partes del mundo, se podría prácticamente leer y escribir la actividad del cerebro. Y si puedes descifrar el cerebro, se puede cambiar y alterar la mente humana.
Aunque son avances que están pensados en tratar a los pacientes, estas mismas técnicas se podrían utilizar para descifrar y manipular la actividad cerebral de las personas. Queremos asegurarnos que esto no ocurra, y que estas técnicas se mantengan siempre del lado de la medicina.
¿Cómo se puede afrontar la defensa de los neuroderechos desde una perspectiva ética?
-Nosotros buscamos ampliar la definición del Ser Humano, que está escrita en los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esto, para poder resolver cosas que hasta ahora nunca se había preocupado nadie de ellas, porque hasta ahora solo eran materia de ciencia ficción. Nadie había pensado que se podía leer la mente, pero con estas técnicas comienza a ser posible.
Se dice que uno es dueño de lo que piensa y esclavo de lo que dice, ¿Eso podría cambiar?
En este caso, podríamos dejar de ser dueños de lo que pensamos si se puede acceder desde afuera. Entonces, uno de los derechos que se atenta es el de la privacidad mental. Aunque pueda resultar alarmante, es un momento muy esperanzador para la medicina, la ciencia y la sociedad en general. Porque entender la mente humana puede llevar a comprender mejor quiénes somos y cómo tratarnos unos con otros.
Yo soy muy optimista, porque veo todo esto como un momento de gran empuje a la sociedad humana. Ahora, estamos intentando que este empuje sea positivo para las personas y no haya repercusiones negativas.