A inicios de la década de los 80, el mundo entró en pánico, después de conocerse los primeros casos de un extraño virus, que se transmitía por vía sexual, y que afectaba particularmente a la población homosexual.
Bautizado Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), pronto los científicos pudieron rastrear su origen a los primates. Pero desde entonces, la duda persistente es cómo saltó de ahí a los humanos.
En 2015, el científico y naturalista David Quammen, recientemente invitado a la última versión del Congreso Futuro, afirmó en su libro El chimpancé y el río que fue un cazador quien adquirió la enfermedad tras matar a un chimpancé, infectándose a través de una herida y una cepa primitiva del VIH.
En su investigación, Quammen se basó en el análisis de muestras genéticas y situó el origen de la enfermedad en una selva tropical ubicada al sudeste de Camerún en el año 1908 junto a este cazador, quien transmitió el virus a otras personas tras mantener relaciones sexuales.
Así, la enfermedad llegó a la ciudad de Leopoldville (hoy conocida como Kinshasa) en el Congo, propagándose gracias a que en aquella época los cirujanos utilizaban jeringas hipodérmicas reutilizables, sumado al contagio de la población a través de la transmisión sexual. Allí, la esperanza de vida no era alta y mucha gente murió de otras enfermedades, por lo que no fue detectada.
El experto asegura que posteriormente el virus llegó a Haití en 1969 y se extendió en una clínica de donación de sangre, a causa de una campaña que ofrecía 3 dólares por donación y que tuvo gran acogida en mujeres que vivían en barrios marginales de la capital haitiana, Puerto Príncipe.
Debido a una serie de precariedades, y a que las agujas fueron compartidas, ello aumentó la tasa de infección. Esta sangre fue enviada a Estados Unidos para transfusiones, amplificando el alcance del virus.
Pero ahora, otro científico tiene otra teoría, que también plasmó en un libro. Según el microbiólogo canadiense Jacques Pepin, quien una vez trabajó como médico de campo en África central en la década de 1980, el sida probablemente dio el salto de los chimpancés a los humanos debido a un soldado de la Primera Guerra Mundial hambriento que se vio obligado a cazar animales para alimentarse.
Según su libro, Orígenes del sida, el desconocido paciente cero era parte de una fuerza de invasión de 1.600 soldados belgas y franceses que, junto con 4.000 ayudantes africanos, habían viajado desde la ciudad de Leopoldville en el Congo Belga a un puesto remoto en Camerún.
Pepin, microbiólogo del Departamento de Microbiología y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Sherbrooke en Quebec, Canadá, dice que este “Paciente Cero” probablemente resultó herido después de matar una subespecie de chimpancé, Pan troglodytes troglodytes, infectado con un virus simio precursor del VIH, señala Pepin en su libro publicado por la editorial Prensa Universitaria, de la U. de Cambridge.
En la primera edición del libro, de 2011, Pepin postuló originalmente que el VIH pasó de los chimpancés a los humanos después de que un cazador africano herido mató a una de estros animales en 1921 y se infectó en el proceso. Pepin luego explicó que la propagación del virus fue impulsada por todo el mundo por la colonización, la prostitución y campañas de salud pública “bien intencionadas” que carecían de los protocolos de seguridad que ahora son comunes, como prohibir el intercambio de agujas.
En la segunda edición, publicada este mes, Pepin agregó a sus investigaciones con archivos médicos en África y Europa que sugieren que deste primer paciente no era un cazador nativo, sino un soldado hambriento de la Primera Guerra Mundial obligado a cazar chimpancés para alimentarse cuando su regimiento se perdió eun un bosque remoto alrededor de Moloundou, Camerún, y se quedó sin alimentos.
Clásico teoría
La mayoría de los libros sobre el sida comienzan en 1981, cuando un grupo de hombres homosexuales en los EE. UU. comenzó a morir después de contraer una virulenta neumonía. Desde entonces, el VIH ha matado a 33 millones e infectado a casi 76 millones de personas en todo el mundo.
“Algunos pueden decir que comprender el pasado es irrelevante”, escribe Pepin en la introducción de la nueva edición de su libro. “Tenemos una obligación moral con los millones de seres humanos que han muerto, o morirán, a causa de esta infección. En segundo lugar, esta tragedia fue facilitada (o incluso causada) por intervenciones humanas: colonización, urbanizaciones y probablemente campañas de salud pública bien intencionadas “.