Las crisis de pánico consisten en momentos de angustia repentinos caracterizados por síntomas como dolor en el pecho, aceleración cardíaca, falta de aire, sudor frío, desmayo y náuseas. Por un espacio de tiempo el paciente tiene la sensación de "perder el control, ahogarse o morir, lo cual genera desesperación e inquietud extrema".

En la mayoría de los casos, estas sensaciones no son prolongadas y suelen durar minutos o incluso segundos. Además, este tipo de crisis pueden presentarse solo una vez en la vida de la persona como un episodio específico o volverse recurrente. Cuando se sufren al menos cuatro crisis de pánico en un mes es necesario consultar con un especialista, ya que es posible estar frente a un trastorno de pánico. El psicólogo enfatiza la importancia de un tratamiento que ayude a superar esta condición, ya que de lo contrario puede interferir con la vida personal, familiar y social de la persona.

Asimismo, es necesario descartar otras patologías que puedan presentar síntomas similares, como es el caso de "problemas a la tiroides, algún tipo de cardiopatía, angina inestable, un problema coronario, asma, un tromboembolismo pulmonar o un accidente vascular", detalla el especialista. Aunque se desconoce el origen específico de estos eventos, existen ciertas investigaciones que han encontrado matices hereditarios y relación con episodios prolongados de estrés.

Es importante saber cómo actuar frente a una persona que está sufriendo una crisis de pánico. Si el afectado se encuentra en un lugar con mucha gente, lo primero que hay que hacer es sacarlo de ahí y llevarlo a un espacio despejado.

Además, otros consejos para considerar durante este tipo de episodios: respirar profundo, buscar lugares lejos de la multitud y aglomeraciones, concentrarse en la idea de que realmente nada sucederá, es sólo miedo, una sensación desagradable pero no dañina ni peligrosa. Reconocer lo que le está pasando al cuerpo en ese momento y no concentrarse en el miedo. Esperar y dejar que pase el temor, no luchar contra él. Cuando esté listo para continuar con sus actividades, comience despacio, en un estado de relajación. No es necesario correr ni esforzarse.

Para estos cuadros existen terapias farmacológicas que por lo general utilizan antidepresivos que regulan la serotonina en el cerebro, lo cual disminuye la frecuencia de las crisis. Lo anterior debe ser complementado por terapias psicológicas que ayudan al paciente a reconocer la raíz del problema y psicoterapia, que entrega herramientas de afrontamiento positivo y reestructuración de pensamientos.

Estos episodios se pueden controlar también con ansiolíticos, los cuales podrían generar un nivel de dependencia, por lo que es recomendable usarlos por un periodo corto de tiempo, bajo la supervisión de un médico y simultáneamente con otros medicamentos recetados.

Fernando Marchant, sicólogo de Centros Médicos Vidaintegra.