Tras dos años del estallido social y transcurridos más de 20 meses de pandemia causada por el virus Sars-CoV-2, el rector de la Pontificia Universidad Católica, Ignacio Sánchez, hace un repaso de lo que ha sido el aporte de la universidad que dirige y del mundo universitario en general, a la situación que ha vivido Chile. La cultura y la ciencia dice, tienen mucho que aportar al país y su gente, pero se requiere una mirada de largo plazo que hoy el mundo político no está dispuesto a pensar en serio.

- En medio de la pandemia, surgió nuevamente la necesidad de vacunas. ¿Se revitalizó la investigación y el desarrollo científico desde las universidades?

Yo creo que la pandemia puso de relieve la importancia de las universidades en el enfrentamiento de la problemática que aquejan a los países, en Chile y en otros países del mundo también. Las universidades han aportado en materias de trazabilidad, en el manejo de los datos, iniciativa I Covid, en el desarrollo de sistemas de protección para los equipos de salud, mascarillas, protectores faciales, ventiladores mecánicos que incluso se exportan a otros países, la detección de test diagnósticos. Cuando comenzó la pandemia eran tres o 4 laboratorios los que podían hacer PCR, a poco andar eran 30 o 40 y ahora son más de 140 lugares. Todo este crecimiento ha estado ligado a las universidades”.

Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. FOTO: Mario Tellez/La Tercera

Y el trabajo realizado no se queda solo en el ámbito de la ciencia porque también hubo trabajo interinstitucional para realizar cambios curriculares de los colegios para que se pudieran adaptar a la no presencialidad. “No hay ámbito en que las universidades no hayan tenido una voz importante, colaborativa, generosa, en el que cada uno aportara la suyo con las autoridades de Gobierno, además del trabajo conjunto con alcaldes, municipios”, destaca el rector.

Las vacunas, reconoce, han sido un aporte especial. Las universidades chilenas, a través del consorcio de universidades hay realizado estudios clínicos con más de cuatro vacunas contra el coronavirus. El estudio realizado por investigadores de la UC y Coronavac (la vacuna del laboratorios chino Sinovac) es el que permitió que los mayores de 60 años también tuvieran acceso a esta vacuna, menciona. Y las personas reconocen esta participación. “En la calle, en el Metro hay personas que se me han acercado para reconocer el trabajo de la universidad, eso no me había pasado en otras oportunidades”, dice.

¿Usted cree que volveremos a tener una vacuna 100% nacional, desarrollada y fabricada en Chile?

Yo creo que sí, no me cabe duda. Lo que nosotros hemos hecho con Sinovac y lo que otras universidades están haciendo con otros laboratorios es tomar toda la cadena. El que investigadores de Sinovac se instalen en el Campus San Joaquín tiene que ver con trabajar en conjunto, propuestas y preparados de vacunas nacionales. El trabajo del profesor Kalergis y otros profesores, son vacunas que serán generadas ideadas y producidas en nuestro país.

FOTO: AFP

Además, dice Sánchez, está el desarrollo de I+D que de la Universidad de Antofagasta y la Universidad de Chile en el centro que se está construyendo en esta región es la segunda parte de la cadena de generación de vacunas. “Lo más probable es que salgan propuestas desde este centro que serán testeadas con otros profesionales y científicos”.

El tercer eslabón de esta cadena, es la construcción de la planta en Quilicura y que tiene que ver con el llenado, envasado y distribución de vacunas, creadas y generadas en China que se comercializarán en nuestro país y para la región. “Yo creo que vamos a tener entrega de vacunas desde el próximo año a toda Latinoamérica y creación nacional de vacunas probablemente en 3 o cinco años más producto de todas estas alianzas”, indica.

Presupuesto científico: mirar a 10 años

Lejos de los presupuestos que otros países de la OCDE destinan a la ciencia, el también médico pediatra, Ignacio Sánchez, reconoce que la inversión es baja, pero también aclara que no todo debe venir desde el Estado. A su juicio, hay muchas ideas, desde distintos sectores políticos, de gobiernos que van en la línea de aumentar este presupuesto y pasar del 0,3% o 0,4% del PIB que hoy se invierte en el país a cerca del 1% pero finalmente todo queda en nada.

Yo creo que falta la voluntad política de decir ‘esto es un eje central de este gobierno y vamos hacer todo lo posible para que el Parlamento apruebe esta inversión en ciencias’, que en el fondo es invertir en el futuro del país. Cuando uno habla con los líderes de las distintas bancadas están todos de acuerdo, cuando se habla con autoridades de un gobierno y de otro, también. Pero cuando llegan a propuestas presupuestarias vemos estrecheces y aumento muy parciales”, señala el rector de la UC.

En esta tarea, el nuevo Ministerio de Ciencia tiene un rol, cree Sánchez: “tiene que articular y poner sobre la mesa la posibilidad de tener más recursos; para tener más proyectos, para aprobar mejores ideas para un número de investigadores muy bien formados que va creciendo y se va quedando sin la posibilidad de tener proyectos”.

Un mayor aporte de los privados es también necesario, algo en lo que la Universidad Católica tiene experiencia gracias al Centro de Innovación Anacleto Angelini, las redes con el mundo empresarial y proyectos que desde hace tiempo, vienen trabajando en conjunto. “Hay países desarrollados en que la mitad del a inversión viene del Estado y la otra, de privados. En Chile, casi el 90% de la inversión es estatal. Entonces, hay un mandato por subir esa inversión estatal, pero también por incorporar la inversión privada al desarrollo científico y tecnológico. No podemos vivir solo del aporte estatal. Es necesario tener un plan quinquenal o a 10 años que vaya orientando ese incremento. Yo siento que en educación y ciencia los planes debieran ser a 20 años y con un consenso amplio a nivel de las distintas fuerzas políticas y decir, dónde queremos estar en el 2030, en el 2040, firmar acuerdos y planear los pasos que se irán tomando”.

A dos años del estallido

Desde la ventana de su oficina, el rector Sánchez ha sido testigo de multitudinarias marchas originadas a partir del estallido social. Desde entonces, dice, lo que “hemos visto es una situación de incertidumbre, de tener que tratar de comprender qué es lo que está pasando. “Al comienzo hubo falta de comprensión, una necesidad de escucha. Las universidades creo que nos pusimos con un sentido de tratar de conectar lo más posible con el país, no pusimos en un ámbito de que decir aquí antes de dar respuestas lo que hay que saber es cuáles son las preguntas, las inquietudes que tiene la población

- ¿Estaban desconectados hasta entonces?

Yo creo que no estábamos desconectados. Todo el país estaba viviendo una situación en que no se habían planteado los temas con la fuerza que los planteó el estallido. Lo que nosotros quisimos hacer desde la UC fue establecer un puente de diálogo. De ahí surge el programa “Tenemos que hablar de Chile”. Primero comenzamos a conversar mucho al interior de la comunidad universitaria y ahí aparecían situaciones de molestia, angustia, incertidumbre, temor en temas como pensiones, salud, economía, dignidad de las personas. Creo que el país no se había escuchado lo suficiente y por eso aparece esa marcha inmensa de un millón de personas que no tiene que ver con una institución o una situación particular sino con un anhelo país de cambio.

El éxito de esta plataforma de conversación impulsada también por la Universidad de Chile, radica en la necesidad de conversar entre distintos, dice Sánchez. “Estamos muy acostumbrados a conversar entre nosotros mismos, al interior de universidad, de un gobierno, un partido político, las redes sociales, al final las personas conversan siempre con las mismas personas de siempre” y esta plataforma permitió que personas de Putre o del extremo sur de Chile, los privados de libertad, aquellos que vienen en zonas rurales y urbanas pudieran participar.

El rector estima que hasta ahora han participado más de 10 mil personas y otras cien mil más a través cuestionarios y encuestas. Esta misma metodología de plantear temas y de escucha activa, ha sido utilizada por varios constituyentes. “La pandemia permitió ampliar, permitió ser mucho más inclusivos. Al ser de 5 o 6 personas en una pantalla, poder mirarnos las caras, también contamos con facilitadores de gran experiencia que permitieron que las personas pudieran hablar y aportar”, explica. La valoración del programa es tan buena que seguirán ahora ya no con el diagnóstico sino con propuestas de cambio. La idea es pasar de “levantar cuáles son los problemas, a ser más activos en enfoque, no puedo decir soluciones porque muchos problemas son muy complejos, pero sí en líneas de solución, de abordaje en eso estamos trabajando ahora”, adelanta.

Cultura en la UC

Este tiempo de pandemia y análisis post estallido social, ha hecho que la Universidad Católica profundice su presencia en la cultura del país. “No se trata de un giro de la universidad hacia la cultura. Nuestro Centro de Extensión tiene 30 años, el Instituto de Música tiene 50 años y siempre con actividades, el Teatro UC tiene casi 80 años y ha sido emblemático y muy importante en la cultura nacional. Como institución hemos estado explorando y aportando al arte desde hace muchísimos años”.

Patricio Bañados, periodista y locutor de Radio Beethoven. FOTO: UC

Sin embargo, el estallido los remeció y decidieron entonces un aporte cultural de mayor profundidad. “La ciudadanía, independiente de su capacidad socioeconómica necesita también encontrar un refugio en la actividad cultural y podría haber sido como discordante que en un momento de estallido social hacer una adquisición como la radio Beethoven pero nos pareció que ese podría ser un aporte a la crisis que estamos viviendo”.

Ahora están en proceso de expansión. “Crecimos. Tenemos un campus en Villarrica, una señal, hace seis meses. Hace cuatro estamos en Viña del Mar, en la Quinta Región. Esta semana comenzamos con Osorno y Valdivia. Vamos anexando puntos en la medida en que hemos podido adquirir señales de regiones”. Hasta una red de radios universitarias se creado gracias a convenios gratuitos con universidades estatales del norte (U. de Tarapacá, Arturo Prat y del sur del país (UFRO, U. de Aysén y Magallanes). La idea es tener “una franja universitaria, tres horas en la mañana y tres en la tarde, en la que otras radios universitarias se unan a la señal de Beethoven y lleven música clásica a gran parte del territorio”, explica.

A eso se suma la Fundación MAVI-UC. “Es una historia bien bonita. Nos conectamos con ellos hace un año y medio. Le envié un correo a la directora (María Irene Alcalde) para plantearle que queríamos hacer algún tipo de convenio, un trabajo conjunto. Ellos están en la Plaza Mulato Gil, nosotros acá en la Casa Central, muy cerca. Tuvimos un par de reuniones y después de eso el directorio a través del presidente Juan Manuel Santa Cruz, quiso conversar con nosotros y quedó en evidencia que podríamos hacer un proyecto de mayor profundidad y duración y constituimos, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Fundación Cultural Plaza Mulato Gil de Castro, la Fundación MAVI-UC .

Imagen parte de la exposición doble Pinturas de Aventura y Pararrayos en el MAVI-UC. FOTO: Freddy Ibarra

“Desde marzo de este año, estamos trabajando. Queremos hacerlo cercano e inclusivo, para personas con discapacidad visual, necesidades motoras especiales. También buscamos proyección a través de la itinerancia. Siguiendo el modelo de la Radio Beethoven, la idea es hacer alianzas con las universidades para poder llevar muestras de MAVI a distintas regiones del país. Tenemos más de mil obras de destacados artistas nacionales, otros extranjeros”.

Y es que las universidades, según Sánchez, son entidades que pueden preservar el patrimonio cultural. “Nosotros tenemos toda la obra de Claudio di Girolamo, más de 1.300 bocetos, dibujo, cuatros, parte de su colección personal que el quieren que la universidad lo tenga para proyectarlo digitalizarlo y dar a conocer su obra. Pasa lo mismo con fotógrafos del nivel de Jorge Brantmeyer, escritores de la talla de Manuel Rojas, están confiando en la universidad para el futuro. Podemos ser custodios y promotores del patrimonio cultural”, enfatiza.