La astrología observa los planetas y el cosmos para obtener información sobre las personas. Vincula los planetas a los 12 signos del zodíaco. Sus primeras referencias se hallan en Oriente Medio y la Grecia clásica entre los siglos V y I A.C.
La definición y característica más conocida es el signo zodiacal, o dónde se situaba el Sol al momento que la persona nació. Tauro, Libra o Piscis, por nombrar algunos. Es lo que muestran los llamados horóscopos.
Pero no es la única. Existen 12 casas que hablarían también de otros aspectos de vida. También de la personalidad. Es lo que se conoce como “carta astral” o la relación causal de cada posición de los cuerpos celestes y la personalidad a la cual estaría destinado el individuo. Los rasgos de personalidad, intereses e incluso dificultades están, desde esa perspectiva, en ese mapa de lo que estaba sucediendo en el cielo cuando cada persona nace.
Esa información, sin embargo, requiere de un elemento clave para descifrarse: la hora exacta de nacimiento. Un dato que no siempre se tiene.
En Chile para todos los nacidos después del año 2000 esa información está en el certificado de nacimiento. Para el resto, conocerla requería solicitar la partida de nacimiento en el Registro Civil. El documento contiene los datos del comprobante de parto, como lugar y hora de nacimiento, además de los nombre o nombre de pila, los apellidos transmisibles de los progenitores, y número de inscripción, firmas de quien efectuó la inscripción y la firma del oficial civil a cargo.
El trámite siempre se ha podido realizar de manera presencial. Pero este año, desde el 10 de marzo, es posible on line. En esta oportunidad, y para llevar un registro del motivo para lo cual se pide, el Registro Civil incorporó la alternativa “Carta Astral”, al momento de pedirla. ¿Por qué? Simplemente para tener la estadística de uso de esos datos, aseguran en el organismo.
Esa nueva especificación ha sido muy criticada en redes sociales. Desde comentarios que destacan que promueve pseudociencias a juicios que cuestionan su utilidad.
Pero al mismo tiempo muchas personas la solicitan. El trámite que tiene un costo de $1.970 y que demora cerca de 45 días, ha presentado tal demanda que desde su implementación las esperas en líneas para solicitarlo superan los 35 minutos.
Por más críticas que reciba, la astrología es una industria creciente. En medio de la incertidumbre de una extensa pandemia, recurrir a lo que “las estrellas dicen” se ha vuelto frecuente.
Según Google Trends, las búsquedas de “carta natal” y “astrología” alcanzaron las cifras más altas en cinco años en 2020. En TikTok se pudo apreciar un alza en cuentas vinculadas al zodiaco, especialmente seguidos por grupos más jóvenes. Algo similar ocurre en Instagram. Que se hable de que “Mercurio está retrógrado”, y cómo eso podría influir en eventos diarios, ya se hace cotidiano.
Una tendencia que un mundo viviendo en Covid-19 afianzó. Ya en 2019 las 10 principales aplicaciones basadas en astrología y zodiaco ganaron cerca de $ 40 millones de dólares en los EE.UU., según revelan los datos de Sensor Tower Store Intelligence. La industria en su conjunto se estima tiene un valor de 2.200 millones de dólares.
Mirar las estrellas
Millones de personas en el mundo leen cada día horóscopos. Solo en EE.UU se calcula lo hacen 70 millones, indica la Federación Estadounidense de Astrólogos. En Chile no existe un estudio que grafique cuántos buscan en los astros respuestas u orientación. Pero el comportamiento de lo que el Registro Civil vive, es una señal de que indiferente para muchos.
La compatibilidad entre signos es algo que suele nombrarse, por ejemplo, a la hora de pensar en relaciones románticas. Pero en 2020 un estudio en Suecia que analizó los registros de matrimonio y divorcio de más de 500.000 personas entre 1968 y 2001 no encontró evidencia de que la compatibilidad de los signos zodiacales de una tuviera algún efecto sobre si permanecían casados o eventualmente una pareja se divorciaban.
¿Por qué se cree en la astrología? Barry Markovsky, Ph.D. Profesor Emérito del Departamento de Sociología de la Universidad de Carolina del Sur, señala que “hay muchas razones”, al ser consultado por Qué Pasa. Es una pseudociencia divertida y también un tópico que es un gran iniciador de conversación. Pero eso no es todo. “Está en todas partes, revistas, periódicos, internet, televisión y a la gente le encanta hablar sobre sus horóscopos”, agrega.
La astrología se define como una pseudociencia al entregar afirmaciones, creencias o prácticas que se afirman científicas, pero que son incompatibles con el método científico.
La “cientificidad” de la astrología dice Markovsky, quien estudia cómo las afirmaciones paranormales y la pseudociencia se afianzan como creencias populares, para muchas personas está respaldada solo por la evidencia o experiencias de otros que sienten que la astrología les ha funcionado.
Esa “apariencia” científica, dice Markovsky, se da gracias a que contiene números, símbolos, tablas y gráficos. “Parece autoritario. Los ´expertos´ parecen saber de lo que están hablando. Muchos piensan que de alguna manera está relacionado con la astronomía. ¡Absolutamente no!”, subraya.
El Doctor Nick Allum del Departamento de Sociología de la Universidad de Essex, en 2010 realizó una investigación para probar la hipótesis de que la gente se confunde entre astrología y astronomía, algo que podría ayudar a entender la creencia del supuesto estatus científico de la primera. Utilizando análisis de regresión, después de ajustar por edad, género y educación, determinó que las personas que eran particularmente propensas a pensar que la astronomía era muy científica también eran muy propensas a pensar lo mismo sobre la astrología. “Esto apunta a una confusión semántica sobre estos términos entre el público en general”, ha indicado Allum.
Usada desde antigüedad, con referencias desde los babilonios, cuenta además con otra ventaja, dice Markovsky: “Ofrece una sensación de comodidad, previsibilidad y control en un mundo complejo”. No es extraño entonces que en la crisis pandémica haya experimentado mayor interés.
Otro elemento que se conjuga apunta el investigador, es el hecho de que parece personalizado. Hace sentir único y especial a las personas. “La mayoría de las personas no saben que las afirmaciones astrológicas solo han fallado en pruebas científicas rigurosas. La mayoría desconoce la naturaleza supersticiosa, arbitraria e invalidada de los orígenes y las afirmaciones de conocimiento de la astrología”, destaca.
Socialmente expandida
La aceptación y creencia en la astrología, también dice mucho sobre la cultura. El sociólogo indica que lo más obvio es que se acepta culturalmente con poco o ningún estigma adjunto. “Hay un amplio apoyo social para los creyentes. En los EE.UU., las encuestas muestran que entre el 30% y el 50% (dependiendo de cómo se haga la pregunta) creen en ella”.
Difícilmente alguien puede desconocer a qué signo pertenece astrológicamente según la fecha a la que nació. Eso independiente de creer o no en ella. Muestra de lo arraigada que se encuentra en la cultura moderna. Es un fenómeno tan ampliamente aceptado, que está presente en programas de televisión, revistas, radio y abunda en redes sociales. Lo mismo ocurre con otras “mancias” o formas de adivinación o práctica de predecir aspectos de la vida.
“Sirve para múltiples funciones, como entretenimiento, identificación social, reducción del estrés, conexión con algo más grande que nosotros mismos”, dice el investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Carolina del Sur.
¿Por qué, a pesar del gran avance científico, se mantiene? Para Markovsky, la razón es clara: “Principalmente debido a procesos psicológicos y sociales”.
Markovsky apunta al llamado Efecto Barnum, “la creencia de que algún tipo de información vaga se aplica directamente a usted”. En honor al famoso showman de EE.UU. del siglo XIX P.T. Barnum, conocido por manipular a las personas basándose en su creencia de que “entendía” su personalidad de alguna manera implícita, pero que solo entregaba una descripción muy amplia de “personalidad”, pero que resultada efectiva porque las personas suelen ser lo suficientemente crédulas como para considerar los términos únicos para ellas.
También está presente lo que se conoce como sesgo de confirmación. “Una tendencia a desmenuzar la información buscando lo que se ajusta a nuestras creencias e ignorando lo que no”, explica el sociólogo. Y en astrología aquello se aprecia porque las descripciones tienden a ser generales y podrían aplicarse de muchas maneras diferentes con las personas. Eso hace que sea más fácil experimentar un acierto en lugar de un error.
Para ello la astrología y la carta astral ofrece muchas alternativas. Cualquier disonancia cognitiva que pueda surgir a través de descripciones que no parecen encajar, puede resolverse señalando los aspectos astrológicos alternativos que tiene una persona, además del signo solar.
La astrología continúa existiendo a pesar de la falta de evidencia. Debido a que los rasgos de los signos astrológicos son tan generalizados, no es difícil para casi nadie conectar.
Asimismo existe lo que llama “difusión social y bloqueo”. Eso hace referencia cuando “una idea atractiva se propaga por toda una cultura como un virus, algo que bajo las condiciones adecuadas, la cultura puede sostenerlo indefinidamente”, subraya Markovsky.