Responsables, cansados y aburridos: así se sienten los jóvenes con la pandemia

Un joven usa mascarilla como protección ante la propagación del Covid-19 en México.
FOTO: AFP

Investigación de la Universidad de Chile revisó distintos aspectos de la vida las personas y publicó, el primero de varios informes. Adultos mayores están más preparados para enfrentar esta crisis sanitaria.


La pandemia Sars-CoV-2 ha impacto a todas las personas, sin diferencias de género ni edad. Pero no todos se han afectado de la misma manera en este tiempo conviviendo con Covid-19.

Un estudio realizado por investigadores de distintas áreas de la Universidad de Chile y el Instituto Milenio para la Investigación de Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP), reveló cuáles los los grupos que han sido más golpeados por la crisis sanitatia que se vive en el país: los sectores de menores ingresos, jóvenes y mujeres son los que más se han resentido.

En este primer informe del estudio Vida en Pandemia, trabajo interdisciplinario que monitoreará la forma en que la crisis sanitaria está impactando a distintos grupos de la población a nivel socioeconómico, sociopolítico, psicológico y cultural, y en el que participaron más de 2.500 personas.

La pandemia ha generado una desestabilización, fragilidad e incertidumbre económica que está afectando la calidad de vida y el estado de ánimo. El impacto, sin embargo, ha sido desigual, siendo los más golpeados grupos pertenecientes a estratos sociales de menores ingresos, generaciones intermedias y jóvenes, y mujeres, señala la investigación.

En el grupo de menor edad encuestado (de los 18 a 29 años), la responsabilidad, el cansancio, la preocupación y el aburrimiento fueron las sensaciones que más experimentaron, una muestra de que ellos están menos preparados que los mayores para la situación que estamos viviendo.

Jóvenes más afectados

El 71% de lo hombres y el 79% de las mujeres entre los 18 y 29 años dijeron sentir “responsabilidad”, el 65 y 78% manifestaron “cansancio”; el 71 y 73, respectivamente “preocupación” y el 65% (en hombres y mujeres iguaI), “aburrimiento”.

Fabián Duarte, coinvestigador del estudio y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, explica que por ahora solo tienen hipótesis respecto de por qué los más jóvenes están más afectados. “Hemos mostrado que está asociado a la vulnerabilidad económica, pero el malestar está vinculado fuertemente a la edad y al género. En línea con hipótesis que se han formulado: primero, que las generaciones más adultas estén más preparados para estar en confinamiento, o que hayan vivido más situaciones de crisis parecidas, terremotos, epidemias, etc”.

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En segundo lugar, Duarte señala que el confinamiento impacta más la vida social de los/as más jóvenes porque ellos salen mucho, tienen una actividad social importante y ahora no pueden tener esa interacción, lo que representa una pérdida significativa. “También puede ser que estudiar en casa sea estresante, tal como encontramos en el estudio. Puede ser que las generaciones intermedias estén soportando la desestabilización del conjunto de la vida cotidiana: el cuidado de los/as hijos/as, el trabajo doméstico, el teletrabajo, etc., y esto desestabilice el ánimo. De hecho, las mujeres jefas de hogar están más estresadas que los hombres jefes de hogar y que las otras mujeres”.

Cansacio generacional y de género

Irma Palma, investigadora principal de Vida en Pandemia y académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, explica que el cansancio es un asunto de generaciones y de género: los hombres mayores no lo sienten, los/as demás sí.

“Sentirse cansado, cansada, desde la perspectiva del estado de ánimo, tiene como contrapartida, sentirse activo, activa, y eso, a pesar de estar, muy probablemente haciendo mucho, incluso mucho más que antes, y estar haciendo, o aquello que se está haciendo, no logra imprimir vitalidad. El aburrimiento es un sentimiento generacional. Probablemente la interpretación haya que buscarla en el plano de las transformaciones de la sociabilidad y de los vínculos que conlleva la drástica modificación de la vida cotidiana”, dice.

La académica agrega que el cierre de las escuelas, de los bares, la suspensión de los conciertos o el teatro, de los encuentros, incluso familiares, hace que las personas, o queden solas, o surjan nuevos modos de encuentro. “Y las nuevas formas no logran producir aquello que produce la presencialidad de los cuerpos. Esta crisis hace visible el valor de la presencialidad en nuestros vínculos. La comunicación remota se ha incrementado mucho, de acuerdo a los datos del estudio, no obstante, igualmente, el distanciamiento físico conlleva una experiencia de pérdida”.

Palma también hace hincapié un tipo de encuentro juvenil, probablemente uno de los más valorados, que queda impedido por el confinamiento: el encuentro de las parejas o de personas que comparten la vida amorosa y/o sexual sin tener vida en común. “Eso es probablemente una las pérdidas en los vínculos más importantes en la experiencia”, indica.

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Foto : Andres Perez

Incertidumbre económica

La investigación advierte una amplia sensación de incertidumbre económica. El 24% de los encuestados cree altamente probable quedar sin trabajo, mientras un 48% piensa que la deuda del hogar aumentará, y un 56% proyecta una reducción en el ingreso del hogar.

Nuevamente, los jóvenes y las personas mayores, sienten este golpe de manera distinta y este impacto económico, tiene también un impacto en el bienestar mental y físico y el estado de ánimo.

En relación a empleo, un 21% de los encuestados dice haber perdido su trabajo; mientras un 24% señala que algún miembro de su familia quedó sin empleo, pero en el grupo de los más jóvenes, la cifra llega a 25%.

El endeudamiento también es más elevado entre las personas de menores ingresos. En él, el 73% reconoce problemas para pagar sus créditos de consumo y el 56% tiene dificultades para comprar artículos básicos. Por edad, los jóvenes son los más endeudados, quienes en un 60% reportan problemas para pagar créditos de consumo y un 38% indica dificultades para comprar artículos básicos.

A la hora de conseguir ayuda financiera también hay diferencias. Entre las personas que tienen menos ingresos, el 37% reconoció haber recibido un aporte o préstamo de familiares o amigos, mientras que los grupos más acomodados, pudo reestructurar los créditos que ya tenían.

Todos afectados con la pandemia

Duarte señala que antes de hacer el estudio, sabían que por la magnitud de la crisis, todos los grupos sociales tendrían algún efecto, pero que por la fragilidad económica, sería más fuerte en los grupos socioeconómicos más bajos.

“Sin embargo, el efecto, en el deterioro del estado de ánimo en las generaciones jóvenes fue un poco sorprendente. La crisis económica indicaba que sería así, sólo que pudimos, por una parte, explorar sus efectos en profundidad y, por otra, el malestar que conlleva. Usamos tres términos para entender lo que está sucediendo: desestabilización, fragilidad e incertidumbre, lo que nos permite observar no sólo a los más precarios, sino también a los inestables, aquellos grupos cuyo equilibrio es, sólo que de otra manera, también precario, que no tienen soporte”, explica Duarte.

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