En momentos de crisis climática y de pérdida de biodiversidad, recuperar la naturaleza destruida o degradada, y con ello la provisión de bienes y servicios que entrega a los seres humanos, con énfasis en las comunidades locales, se presenta como una necesidad urgente. Más todavía si vemos que el país se enfrenta a una emergencia sanitaria sin precedentes que está dejando graves impactos económicos y sociales, los que motivarán grandes esfuerzos de reactivación durante los próximos meses, esfuerzos que esperamos estén alineados con principios de sustentabilidad y equidad.
Los datos disponibles ayudan a dimensionar por qué la restauración debiera ser una de las grandes misiones que debe emprender Chile, pensando en que el país pueda alcanzar un desarrollo sustentable durante este siglo. En una mirada histórica, Chile ha perdido el 42% de su superficie del bosque nativo original desde 1550 a la fecha. Se estima que unas 242 mil hectáreas de bosque fueron reemplazadas por matorrales y praderas, así como también sustituidas por plantaciones y agricultura, entre 1996 y 2016.
Lo peor de estos números es que esta merma no se ha detenido en la última década: si se agrega la superficie boscosa que ha sido afectada debido a los incendios forestales y degradación, como indican diversas fuentes, se alcanza un promedio cercano a las 70 mil hectáreas anuales durante las dos últimas décadas. Esto, incluso considerando los compromisos de restauración por parte de ciertos actores privados, como por ejemplo, algunas empresas forestales certificadas FSC.
La buena noticia es que el Estado ha hecho eco de este llamado, que fue puesto sobre la mesa por diversas organizaciones ambientales, entre ellas WWF Chile, con respaldo de la sociedad civil, la academia y también del sector privado. Así fue como en 2018 se anunció un acuerdo entre el Ministerio de Agricultura y Ministerio de Medio Ambiente para trabajar en conjunto el diseño e implementación de un Plan Nacional de Restauración a Escala de Paisaje.
Con ello, el país podría recuperar bosques nativos, conectividad biológica y servicios ecosistémicos tan fundamentales como el agua en cantidad y calidad para comunidades rurales y también para centros urbanos. Todo esto nos puede acercar a una naturaleza más sana y, de paso, incentivar la adaptación al cambio climático.
La visión a escala de paisaje, además, supone la convivencia armónica entre diversos actores y sectores en los territorios, con objetivos de lograr la funcionalidad ecológica, conservar la biodiversidad y de un desarrollo sustentable en caso de actividades productivas.
En 2019, año comprometido originalmente para presentar este plan con miras a la COP25, el trabajo fue tomando forma, con reuniones de coordinación y talleres regionales, que permitieron levantar la mirada local, complementado con un proceso de consulta pública del borrador del Plan Nacional, realizado a comienzos del año pasado.
Entrando ya a la recta final del primer semestre de 2021, las señales del entusiasmo inicial están a punto de concretarse, a pesar de las contingencias nacionales que han dificultado su avance. Como WWF reiteramos el carácter de urgente de este Plan Nacional, sobre todo porque existe una oportunidad única de alinearlo con las propuestas de reactivación sustentable que en este momento el país requiere y así también canalizar recursos y esfuerzos a los lugares más importantes para la restauración y desarrollo sustentable.
Si bien los actores comunitarios, de la sociedad civil y del sector privado avanzan por cuenta propia en sus respectivas iniciativas de restauración, es válida la pregunta del por qué se necesita un Plan Nacional. La respuesta tiene que ver con que esta agenda biministerial para la restauración de paisajes en el país es clave para que desde el Estado se marque un camino claro y coherente, que guíe de forma sinérgica un proceso planificado, continuo, incremental y sustentable para la restauración, pudiendo alinear hacia un mismo objetivo acciones que hoy pueden ser inconexas y no alcanzar la necesidad creciente de recuperación que Chile y el planeta demandan.
Otro punto relevante es que este esperado plan tiene que fijar el estándar de lo que debe entenderse por restauración a nivel nacional, así como monitorear su avance y los logros. También debe abordar una interrogante no menor: ¿dónde restaurar? Para WWF Chile el foco debería estar en los paisajes en donde se ha producido una mayor pérdida de bosques nativos y también en puntos críticos vinculados a cuencas y disponibilidad de agua. Adicionalmente, este plan genera un marco seguro para encausar financiamiento público para la restauración y apalancar tanto recursos de fuentes multilaterales, como también del sector privado e inversionistas.
La urgencia por el avance de este Plan Nacional también se condice, además, con compromisos internacionales que deben cumplirse. En abril de 2020 el Gobierno presentó la actualización de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) de Chile en el Acuerdo de París contra el cambio climático. En ellas se consagró que “Al año 2021 se contará con Plan Nacional de Restauración a Escala de Paisajes, que considerará la incorporación, a procesos de restauración, de 1.000.000 hectáreas de paisajes al 2030, priorizando en aquellos con mayor vulnerabilidad social, económica y ambiental”.
Para el país, conservar los bosques actuales y restaurar los que han sido degradados es un pilar estructural para alcanzar la carbono neutralidad al 2050, como también está comprometido en la NDC, considerando la capacidad de captura de CO2 que tienen los bosques.
La cuenta regresiva para que este plan se concrete ya está en marcha, y aceleradamente. No solo urge el plazo de 2021, sino que la mayor preocupación tiene que ver con alcanzar la meta comprometida para el fin de esta década. En los últimos 10 años, cruzando varias fuentes, podemos calcular en alrededor de 25 mil las hectáreas que han entrado en procesos de restauración, con un monitoreo que no es nada fácil.
Por tanto, el desafío de acelerar estos procesos para llegar al millón de hectáreas de restauración en sitios terrestres prioritarios en los próximos nueve años, supondrá un esfuerzo titánico, así como un profundo e inédito acuerdo país, como lo que hemos venido planteando desde WWF.
* Director de WWF Chile