El ser humano, de manera natural adecúa sus patrones de sueño con la luz del sol. Así, baja su actividad y duerme cuando no hay luz natural y el organismo vuelve a despertar cuando nuevamente aparece el sol.

En los adolescentes, este ciclo sueño vigilia cambia debido al proceso de crecimiento y maduración cerebral que están viviendo y en la práctica, su sueño y despertar se retrasa: se duermen naturalmente más tarde y también se despiertan más tarde que el sol. Esa es una de las razones por las que el sueño también se utiliza como un marcador de maduración puberal.

Ahora un estudio mundial publicado en la revista Sleep Medicine y en el que participaron 17.355 jóvenes entre los 16 y 30 años de todos los continentes, demostró que los jóvenes siguen teniendo un patrón de sueño adolescente hasta los 24 años, recién cerca de los 30 años, el ciclo del sueño se estabiliza y comienza a acomodarse nuevamente a la luz del sol.

Todos los participantes utilizaron un dispositivo con el que controlaban distintas variables del sueño durante 14 días, incluidos los fines de semana por el desfase el horario social (salidas en la noche y no tener que cumplir horarios de estudio o trabajo).

"Fue interesante descubrir que el ritmo circadiano cambia más tarde incluso en personas mayores de 20 años. Ya se sabía previamente que el tiempo de sueño se retrasa en la adolescencia. Lo que se destacó claramente en este estudio es cuánto tiempo hasta la edad adulta esto realmente continúa", dice Liisa Kuula, investigadora postdoctoral en la Universidad de Helsinki y quien guió este estudio.

En promedio, los jóvenes a los 16 años dormían siete horas y 53 minutos, mientras que a los 30 años, el tiempo de sueño era de siete horas y 29 minutos. Los que tenían más años dormían menos minutos en días de semana y también durante el fin de semana.

Por región, las personas en Europa y América del Norte durmieron más tiempo, mientras que el sueño más corto se observó en los países asiáticos. Si se considera el género de los participantes, las mujeres jóvenes dormían más que los hombres jóvenes y también se dormían más temprano que los varones.

"Las diferencias geográficas fueron relativamente pequeñas pero similares a las observadas en estudios anteriores a menor escala. La necesidad de dormir no varía mucho entre culturas, pero surgen diferencias en términos del tiempo reservado para dormir", explica Kuula en el comunicado difundido por la U. de Helsinki.

En el muestreo participaron jóvenes de América del Norte, Central, Sur, Europa, África, Asia y Oceanía

Hormonas

La doctora Evelyn Benavides, neuróloga especialista en Medicina del Sueño de Clínica U. Andes, explica que el "retraso de la fase del sueño" que se produce en la mayoría de los adolescentes se debe a los cambios hormonales que tienen como parte de su desarrollo y que influye en las sustancias químicas presentes en el cerebro.

Estos cambios fisiológicos que los llevan a dormirse y despertarse más tarde, se ven además acrecentados por factores ambientales como la exposición a la luz de las pantallas de celular, televisión y tablets. "A los adolescentes les cuesta más conciliar el sueño, pero con los estímulos luminosos de las pantallas, les cuesta aún más porque el cerebro recibe esos estímulos como si fuera luz día", explica la especialista.

En cambio, los adultos mayores tienden a necesitar menos horas de sueño y aquellos que sufren trastornos degenerativos es más evidente aún el "adelanto de la fase del sueño", por lo que la tendencia es a dormirse más temprano (por ejemplo a las siete de la tarde) y despertarse a las dos o tres de la mañana, como si ya fuera de día.