Debido al dilación de los calendarios de vacunación producido por la demanda y la logística que implica abastecer a todos los países, se pronostica que solo el 10% del mundo estará inoculado para fin de año y 21% terminando el 2022.
Ante este escenario, y tomando en cuenta que la mayoría de las vacunas contra el Covid-19 están diseñadas en esquemas de dos dosis, varios países han analizado la necesidad de prorrogar la segunda dosis de la inmunización para lograr administrarla a más personas.
Dinamarca, a principios de enero, aprobó el retraso de máximo seis semanas entre la primera y la segunda inyección para abastecer a más habitantes con los limitados lotes que contaban.
Sin embargo, tanto expertos como organizaciones de salud han advertido sobre los peligros de retrasar el proceso de vacunación y los peligros que esto podría ocasionar.
Plazos
El Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico sobre Inmunización (SAGE, sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que la administración de ambas dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech se hiciera en un plazo de 21 a 28 días máximo, y que sólo era posible su postergación si las naciones se encontraban en “circunstancias excepcionales de contextos epidemiológicos y/o de problemas de suministros”, declararon.
El laboratorio BioNTech informó que la eficacia máxima contemplada para su vacuna no estaba garantizada si se retrasaba la segunda inyección más de lo aplicado en el ensayo clínico (21 días), explicando que “no hay datos que demuestren que la protección permanezca más allá de 21 días después de aplicar la primera dosis”.
William Petri, profesor de Medicina de la Universidad de Virginia señaló en un artículo en The Conversation que es importante mantener el tiempo estipulado por los creadores de las vacunas entre vacuna y vacuna ya que es un enfoque probado para generar una respuesta inmunitaria eficaz para la inmunización contra el coronavirus.
No obstante, un nuevo peligro se podría sumar como consecuencia de aplazar la última inoculación. El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos afirmó en el panel virtual del Foro Económico Mundial estar “preocupado” debido a que si se tiene una eficacia subóptima “podría paradójicamente, estar seleccionando más mutaciones”, variantes del virus llamadas “de escape” detectadas por primera vez en Sudáfrica caracterizadas por su capacidad de combatir los anticuerpos administrados por la vacuna.
La gran preocupación de Andrew Read, microbiólogo evolutivo de la Universidad Estatal de Pensilvania es que, si se alarga el intervalo de dosificación, esto podría acelerar la aparición de tales mutantes al crear un grupo de personas subinmunes que “tienen suficientes anticuerpos para ralentizar el virus y evitar el desarrollo de síntomas, pero no lo suficiente para eliminarlo”. Read afirma que estos individuos podrían incubar virus con mutaciones que les permitan esquivar los anticuerpos inducidos por la vacuna.
Sin embargo, los expertos de SAGE y de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, sus siglas en inglés), explicaron que, si bien existe esa posibilidad teórica, el riesgo es lo “suficientemente pequeño” para no generar un mayor problema en contener la diseminación de la enfermedad.
Chris Whitty, asesor científico del Departamento de Salud y Asistencia Social de Inglaterra señaló junto a otros expertos que las personas tendrán una protección “bastante superior al 50%” después de una primera dosis de vacuna, lo que sería suficiente para mantener la pandemia bajo control.
Los CDC establecieron que “la segunda dosis debe administrarse lo más cerca posible del intervalo recomendado”. Sin embargo, “si es imposible de cumplir, la segunda dosis de las vacunas puede programarse para su administración hasta seis semanas (42 días) después de la primera dosis”.