A nivel mundial se están investigando los efectos que tiene el retroceso de los glaciares para el medioambiente y los organismos, en Groenlandia se ha estudiado los efectos que se produce su retroceso en fiordos mediante una comparación con otros cuyo glaciar todavía no retrocede.
El problema es que los fiordos estudiados en dicho país se encuentran a kilómetros de distancia el uno del otro, haciendo compleja la comparación entre ellos. En nuestro país en cambio, en la Región de Magallanes, existen dos fiordos con las mismas características, pero solo a 65 km de distancia.
Es por esto que un grupo de oceanógrafos del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile decidieron analizar los fiordos Pía y Yendegaia, ubicados en el Canal Beagle.
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Cordillera de Darwin. FOTO Ricardo Giesecke[/caption]
La clave de la investigación era estudiar cómo funcionan ambos fiordos dependiendo del tipo de descarga de agua dulce que tienen. En el caso del fiordo Pía, este recibe agua directamente de un glaciar, mientras que el Yendegaia recibe agua de un río, puesto que el glaciar retrocedió tanto que se encuentra a 14 kilómetros de la desembocadura.
"Nos interesaba saber qué está pasando con los organismos que viven en la columna de agua, específicamente de zooplancton porque ellos son la base de la trama trófica", explica el doctor Ricardo Giesecke, líder de la investigación.
Un problema de productividad
Para realizar el estudio, Giesecke junto a su equipo tomaron muestras de ambos fiordos en 2016 e hicieron perfiles de temperatura, analizaron la salinidad del agua, oxígeno, algas y la cantidad de sólidos en suspensión, todo para determinar la productividad de cada zona.
Con productividad, Giesecke se refiere a la biomasa de microalgas existente en cada fiordo en cuestión. Mientras más biomasa hay, más alimento tienen los organismos que viven en la zona permitiéndoles crecer de forma más rápida. Además, estas microalgas son las que toman el CO2 atmosférico y lo transforman en carbono orgánico.
"Nos dimos cuenta que los fiordos tienen una productividad diametralmente distinta (entre ellos). Donde tenemos el glaciar todavía son mucho más productivos y los fiordos donde ya retrocedió son sumamente pobres", explica Giesecke. Por ende, el fiordo Pía es uno altamente productivo que posee una alta concentración de microalgas y también de zooplancton.
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Los investigadores durante el desarrollo del estudio.[/caption]
El problema es que la investigación también reveló que a pesar de que Pía es altamente productivo, presenta una alta mortalidad del zooplancton. En el Yendegaia, que tiene una productividad más pobre, no se presenta esta alta mortalidad de organismos.
Los investigadores inicialmente pensaron que la mortalidad de los zooplancton podría deberse a un cambio en la salinidad del agua o un aumento en la cantidad de sólidos en suspensión en el agua. "Lo que nos dimos cuenta es que la salinidad no juega un rol muy importante en estos fiordos -como sí sucede en otros-, pero sí hay una relación directa entre la cantidad de partículas en el agua, inorgánicas en este caso, con la mortalidad en los organismos", explica Giesecke.
Esta dualidad presente en el fiordo Pía provoca que si bien los organismos se ven favorecidos por la alta productividad de la zona, también se vean afectados por la alta mortalidad del lugar.
El caso del fiordo Yendegaia también es problemático porque a pesar de no tener una alta mortalidad, su poca productividad no es favorable para el desarrollo de zooplancton.
Sin embargo, lo más crucial de la investigación del Centro IDEAL es que demostró las consecuencias negativas que tiene el retroceso de los glaciares en los fiordos locales y lo mucho que esto afecta a su productividad.
"Es muy probable que si seguimos con este proceso de retroceso de los glaciares vamos a tener fiordos menos productivos, la cantidad de biomasa que pueden producir por unidad de área o volumen va a ser menos", comenta Giesecke.
Al tener menor cantidad de biomasa, los zooplancton no crecerán como corresponde y habrá menos cantidad de ellos, impactando tremendamente a los animales que basan su dieta en su consumo y así sucesivamente.
Giesecke explica que esto podría provocar grandes daños en la pesquería y en la ausencia de otros animales, como las ballenas, que migrarán hacia otras zonas porque en los fiordos locales dejará de haber comida suficiente para ellos.