“Ríos voladores”: el extraño fenómeno meteorológico que está generando las lluvias de este invierno
También conocidos como ríos atmosféricos, estas corrientes de agua que viajan por el aire son capaces de transportar más agua que sus símiles terrestres, y su mayor frecuencia este invierno, han generado las últimas precipitaciones. En nuestro país, contribuyen entre el 45% y el 60% de las lluvias anuales.
Este invierno ha sido uno de los más lluviosos de la última década. De hecho, junio fue el más lluvioso de los últimos 15 años en la Región Metropolitana, totalizando 110,2 mm de aguda caída, mientras que julio registra a la fecha 56,9 mm, considerando el evento de precipitaciones de principio de mes y el de hoy (9,8 mm hasta mediodía). Incluso, se pronostican más lluvias para esta semana.
Estas cifras, poco habituales en medio de una megasequía (déficit a la fecha de 25% en Santiago), tiene una explicación meteorológica. ¿El responsable? Los denominados ríos atmosféricos o “ríos voladores”.
En un estudio recientemente publicado en la revista American Meteorological Society, Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y su equipo, explicaron como este fenómeno ha causado fuertes lluvias en la zona central en el último tiempo.
¿Qué son los “ríos voladores”?
Cordero explica que “los ‘ríos voladores o atmosféricos, son bandas que transportan gran cantidad de vapor de agua desde latitudes bajas o tropicales (donde la humedad es siempre alta) y que alcanzan las costas de Chile, California y la Antártica, causando intensas y a veces catastróficas lluvias”.
“En el centro y sur de Chile, los “ríos voladores” contribuyen normalmente con entre el 45% y el 60% de la precipitación anual y son responsables de intensas precipitaciones que pueden tener efectos negativos en la población. Las fuertes precipitaciones a inicios de julio (que dejaron casi 40 milímetros de lluvia en Santiago) fueron resultado de un río atmosférico”, señala Cordero.
El volumen de agua transportada por los ríos atmosféricos es superior al de muchos ríos convencionales. Cordero establece que “pueden transportar una cantidad de vapor de agua equivalente a decenas de veces el flujo de los ríos terrestres. Cuando este vapor de agua llega a la costa es obligado a ganar altura por la cordillera, y al ascender por la ladera, el vapor de agua se enfría, precipitando como lluvia o nieve”.
A fines de junio de 2019, “otro potente río atmosférico generó lluvias torrenciales en el sur de Chile, que provocaron deslizamientos de tierra e inundaciones graves. El evento también aumentó diez veces la descarga en algunos ríos, transportando nutrientes a la zona costera y promoviendo la proliferación de algas”, añade el climatólogo de la Usach.
“Los ríos atmosféricos afectan varias veces por año a Chile, California y la Antártica. Aunque es una pregunta abierta cómo el cambio climático los afecta, es probable que estos fenómenos aumenten en frecuencia e intensidad durante las próximas décadas”, explica Cordero.
Aunque los ríos atmosféricos contribuyen con intensas precipitaciones, no se espera que su influencia revierta la baja en lluvias que se proyecta al menos hasta mediados de siglo en el centro y sur de Chile. “Es decir, aunque debido a los ‘ríos voladores’ podríamos tener episodios de precipitaciones intensas, el acumulado de lluvias anuales seguirá exhibiendo una tendencia a la baja”, analiza el climatólogo.
Este fenómeno puede alcanzar a la Antártica, donde su efecto puede ser devastador. “Las precipitaciones en forma de nieve ayudan a que la Antártica recupere la masa perdida por derretimiento, pero la lluvia puede acelerar ese derretimiento. Mucha de la lluvia que cae en la Antártica proviene de los ‘ríos atmosféricos’ que traen humedad desde el trópico”, señala el climatólogo.
En la Antártica, los “ríos atmosféricos” no solo traen lluvias, sino que también provocan altas temperaturas. Cordero revela que “el récord de temperatura máxima en el continente Antártico fue roto el 6 febrero de 2020 cuando en la costa este de la Península Antártica se alcanzaron 18,3 grados. Este récord resultó de un potente río atmosférico que llegó a la costa oeste y el efecto Föhn de la escarpada geografía Antártica”.
Radiosondas en la Antártica
Desde 2018, un grupo de investigadores, liderados por el propio Cordero y la Dra. Penny Rowe, también perteneciente a la Universidad de Santiago, se han dedicado al monitoreo de este fenómeno (ríos voladores), a través del lanzamiento de radiosondas desde la Base Escudero del Instituto Antártico Chileno, en la Isla Rey Jorge, en el extremo norte de la península Antártica.
La Dra. Rowe explica que las radiosondas son instrumentos que permiten la caracterización de perfil de la atmósfera, “midiendo variables meteorológicas como temperatura, viento o humedad. Mientras ascienden más 20 km de altura atadas a un globo; la sonda envía por radio el resultado de las mediciones a la estación en tierra”.
Cordero, agrega que las mediciones de las radiosondas son complementadas con las del sistema de detección remota basado en un láser visible (LIDAR), instalado en la plataforma de la U. de Santiago, anexa a la Base Escudero.
Los lanzamientos de radiosondas se realizan como parte del proyecto Year of Polar Prediction (YOPP), una iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que involucra decenas de países, incluido Chile, con el objetivo de mejorar la caracterización de la atmósfera de ambos polos y las proyecciones de los efectos del cambio climático en altas latitudes.
“Se espera que el gran esfuerzo desplegado en la península Antártica, así como todas las mediciones de ríos atmosféricos realizadas por parte de otros países involucrados en YOPP, permitan una mejor caracterización de la meteorología y climatología antártica”, señala Cordero.
A pesar de lo conseguido a la fecha, aún quedan muchas preguntas por resolver, “sabemos que los ríos atmosféricos generan eventos extremos tanto en Chile como en la península Antártica, sin embargo persiste la incertidumbre en cómo el cambio climático afectará la frecuencia con la que ocurren estos eventos. En eso trabajamos”, concluye el climatólogo.
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