En un país que tiene una distribución tan desuniforme de la cantidad de agua existente, la cuantificación de los componentes del ciclo hidrológico resulta fundamental, especialmente en la zona centro-norte que tiene un permanente déficit debido a la sequía, donde la disponibilidad y la oferta de agua natural es menor que la demanda de este recurso.
¿Sabemos cuánta agua hay realmente en Chile?
El problema de fondo en Chile es que no se sabe con exactitud cuánta agua hay ni dónde se encuentra. Sin mediciones precisas, la gestión del recurso se vuelve inadecuada, ya sea a través de instituciones estatales o privadas. El agua se presenta en diversas formas: nieve, ríos, zona costera, aguas subterráneas e incluso en la atmósfera. Por lo tanto, la medición es imprescindible, ya que cada día sin registros representa una pérdida para el país.
Si no cuantificamos el recurso en los mismos plazos en los que lo utilizamos, no podemos planificar de manera racional su uso. La gestión debe basarse en información objetiva, pero, lamentablemente, el agua se sigue gestionando a menudo en base a creencias y antecedentes de la experiencia acumulada, lo cual considero erróneo. El cambio climático nos ha enseñado que lo que ocurrió ayer no necesariamente se reproducirá mañana.
A nivel nacional, este es un desafío significativo, ya que Chile ha contado durante muchos años con una medición discreta de los recursos hídricos. Esto no implica que no se haya hecho nada, pero las mediciones, aunque han permitido obtener algunos antecedentes generales, son escasas y dispersas en el tiempo y el territorio.
La automatización de la toma de datos mediante sensores electrónicos, la transmisión de datos a través de telemetría y el desarrollo de Internet han permitido mejorar la densidad de los datos en términos de escala temporal y espacial, así como la distribución de sensores y puntos de monitoreo para todos los componentes del ciclo hidrológico.
Este avance ha sido notable en Chile, especialmente en los últimos cuatro años, pero sigue siendo insuficiente, especialmente en relación con las aguas subterráneas y los glaciares. Además, es necesario prestar atención a los territorios de altura, ya que la medición en la zona nival es mucho más costosa debido a la necesidad de equipos con comunicación satelital robusta.
La complejidad geográfica de Chile exige una recolección de datos compleja y detallada, dado que el país es muy dependiente de lo que sucede en la cordillera. Por lo tanto, contar con pocos datos de esa zona complica la calibración adecuada de los modelos.
Para revertir esta situación, se requiere dar prioridad al tema, establecer políticas públicas y asignar los recursos económicos necesarios. Desde el punto de vista de la data, cada día sin medición representa una oportunidad perdida, en este sentido, el uso de herramientas de inteligencia artificial y la capacidad para procesar grandes bases de datos serán fundamentales, ya que permitirán una gestión de los recursos hídricos mucho más precisa. Chile necesita información adecuada para gestionar sus recursos hídricos; de lo contrario, se estarán tomando decisiones a ciegas.
*Ingeniero agrónomo, director Laboratorio de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales (PROMMRA) de la Universidad de La Serena y director Consorcio Centro Tecnológico del Agua Quitai Anko.