Terminar una relación amorosa puede ser difícil. A menudo las personas miran hacia atrás y desearían haber hecho las cosas diferentes, hasta pareciera evidente qué es lo que salió mal en la relación. Sin embargo, lo que puede parecer claro en retrospectiva, muchas veces no lo fue en el momento.
Incluso amigos y familiares pueden atribuirse el decir “sabía que no durarían”, que suele ser la reacción de la gente cuando se entera que la pareja terminó, pero ¿realmente alguien podría saber que no resultaría?
Un nuevo estudio de la Universidad de Wisconsin-Eau Claire (EE.UU.) encuestó a más de mil estudiantes universitarios y adultos, señalando que cuando una persona se entera sobre la ruptura de una pareja puede influir en las percepciones sobre dicha relación, dando por sentado que esa ruptura era obvia.
Según los investigadores del estudio, después de una ruptura, por ejemplo, lo que previamente se interpretaba como una atención y afecto constante, luego puede reinterpretarse como el comportamiento de una pareja autoritaria. Del mismo modo, las diferencias en las creencias que antes se interpretaban como oportunidades para la toma de perspectiva y la negociación pueden reinterpretarse como barreras insuperables.
¿Se pueden realmente predecir la ruptura de una pareja? Esto dice el estudio
El estudio publicado en la revista Social Psychological Bulletin, sugiere que se debería pensar dos veces antes de asumir lo que pudo haber pasado en la relación, ya que lo que se piensa de esta al saber de la ruptura es en realidad un sesgo retrospectivo. Uno que está jugando una mala pasada en la memoria.
El sesgo retrospectivo sucede cuando, una vez que ha ocurrido un evento, se tiende a modificar el recuerdo de la opinión previa en favor del resultado final, percibiendo el evento como predecible. Además, es más probable que el observador se concentre más en las cualidades negativas que en las positivas y evalúe la relación de esa manera.
Los investigadores sugieren que una vez que ha ocurrido una ruptura, “las señales de la ruptura inminente que se ignoraron o pasaron desapercibidas en la previsión pueden volverse más relevantes, ya que ahora brindan ideas sobre cómo las cosas podrían haber sido diferentes”.
Para demostrar que el sesgo retrospectivo estaba presente en las relaciones amorosas, los investigadores realizaron dos estudios mediante encuestas. Reunieron a más de mil personas y les contaron una historia sobre una pareja aparentemente feliz, con conexión emocional y amorosa, pero con diferentes creencias religiosas.
Luego el equipo de investigadores dividió a los encuestados en tres grupos y cada uno recibió una actualización diferente de la relación seis meses después. Un grupo no recibió información, a otro se le dijo que la pareja se separó y al último se le dijo que la pareja siguió unida o se comprometió.
Una vez entregada toda la información necesaria para que los encuestados formaran una opinión, se les preguntó qué creen que pasó con la relación cuando leyeron por primera vez sobre la pareja y se les pidió que calificaran la calidad de la relación.
Sus conclusiones fueron las siguientes: en aquellos que no recibieron más información de la pareja o recibieron un escenario positivo no hubo mucha diferencia en la respuesta. Pero en aquello que se les dijo que la pareja se separó, calificaron la ruptura como más obvia que los otros grupos, y calificaron la relación de manera más negativa.
Los investigadores explican que hubo un marcado contraste entre esos dos grupos y el grupo al que se le dijo que la pareja se separó. Incluso este último afirmaba que “sabía que no durarían”.
“A medida que las personas actualizan su conocimiento y utilizan la información de resultados recién adquirida para dar sentido a las experiencias, pueden olvidar o reinterpretar pensamientos y predicciones que tenían previamente”, escriben los investigadores.
Los datos sugieren que la disolución de una relación puede no ser tan obvia o previsible como se podría pensar y sugieren que la autoculpabilidad posterior a la ruptura y las reacciones negativas de las demás personas puede ser injustificado, y además puede aumentar el riesgo de depresión y ansiedad posterior.