“Sabía que pasaría”: qué dice la ciencia de las premoniciones
Mucha gente afirma qué puede predecir situaciones, incluso la muerte. Algunos científicos sostienen que tenemos campos que se extienden más allá del cerebro, y por eso podemos saber cuando alguien detrás de nosotros nos está mirando, o por qué a veces pensamos en alguien justo antes de que nos llame. Pero no todos están de acuerdo.
El 20 de octubre de 1966, Eryl Mai Jones, de solo nueve años de edad, le dijo a su madre que quería contarle un sueño que había tenido. Pero su madre le pidió que se lo contará en otro momento, porque ya era tarde. Ella insistió. “No, mamá, es importante”, le refutó. “Soñé que cuando iba al colegio, ya no estaba, algo negro le había caído encima”.
Pero su madre, no le dio mayor importancia, por lo que al día siguiente, igual envió a la niña al colegio, situado en Aberfan, un pueblo rodeado de minas de carbón en Gales del Sur. Toneladas de carbón se derrumbaron sobre el pueblo, causando la muerte de la propia Eryl y 139 personas más, casi todos niños.
Se trata de una de las premoniciones más célebres y documentadas de la historia, aunque de acuerdo a un artículo publicado por el diario británico de The Guardian, no hay forma de saber cuántas personas en todo el mundo presumen que “sintieron” la muerte de otras personas.
¿Hay alguna evidencia que sugiera que este fenómeno es real, que los humanos pueden sentir el paso de los demás desde la distancia? En rigor no. Sí está bien documentado que la mente humana es un conjunto de sesgos: recuerdos falsos, alucinaciones de dolor y el sesgo de confirmación pueden explicar fácilmente estas experiencias, de acuerdo al artículo de The Guardian.
Según la nota, por cada persona que siente un escalofrío cuando muere su ser querido, hay cientos más que estaban comiendo pizza tranquilamente o en una montaña rusa o aburridos haciendo tareas de matemáticas completamente inconscientes de su pérdida.
El psiquiatra John Barker fue uno de tantos que asistieron a observar la tragedia en el pueblo carbonífero al día siguiente. “La experiencia me hizo enfermar”, explicaría después. “Los padres, que habían perdido a sus hijos, estaban parados en la calle. Parecían aturdidos y desesperados y muchos seguían llorando”. Ante una tragedia semejante, las reacciones eran normales. Lo que resultó más curioso fue que, como el psiquiatra fue descubriendo a lo largo de los días posteriores, cientos de personas habían vaticinado el suceso pero nadie lo había creído realmente.
Pero los científicos no logran ponerse de acuerdo si esto puede ser una simple (o trágica) coincidencia o una real premonición.
Brian Josephson, Premio Nobel de Física 1973 por su trabajo sobre superconductividad, es uno de los que cree en que no se trata de una coincidencia. Como profesor en la Universidad de Cambridge, comenzó a utilizar la mecánica cuántica para explorar la conciencia y lo paranormal.
El entrelazamiento cuántico, apodado “acción espeluznante a distancia” por Albert Einstein, describe el fenómeno (probado) de dos partículas separadas espacialmente que se influyen entre sí, incluso a grandes distancias. Si bien el fenómeno es subatómico, académicos como Josephson han teorizado que el entrelazamiento cuántico podría explicar fenómenos como la telepatía y la psicoquinesis.
“Hay muchas versiones de la telepatía de crisis”, dijo Dean Radin a The Guardian, parapsicólogo y autor de Mentes enredadas: experiencias extrasensoriales en una realidad cuántica (Entangled Minds: Extrasensory Experiences in a Quantum Reality). “¿El entrelazamiento explica estos efectos? No, en el sentido de que el entrelazamiento, como se observa hoy en el laboratorio de física, entre pares de fotones, es extremadamente frágil y, por lo general, dura solo fracciones minúsculas de segundo. Pero también, sí, en el sentido de que estamos en las primeras etapas de comprensión del entrelazamiento“.
Radin dijo que los estudios en biología cuántica muestran que los efectos de tipo entrelazamiento están presentes en los sistemas vivos (académicos de Oxford han entrelazado bacterias con éxito) y cree que el cerebro humano podría a su vez tener propiedades cuánticas. “Si eso se demuestra posteriormente, creo que es solo una cuestión de tiempo, entonces eso sería de gran ayuda para proporcionar un mecanismo físico para la telepatía”, dice.
Pero al revisar Entangled Minds para The Skeptic’s Dictionary, el profesor de filosofía y escéptico profesional Robert Carroll escribió que el libro de Radin estaba “dirigido a no científicos que probablemente quedarán impresionados por las referencias a la física cuántica”.
Otro de los escépticos es Michael Shermer, que en 2014 casó con Jennifer, quien se había mudado de Colonia en Alemania a California y trajo consigo una radio de 1978 que pertenecía a su fallecido abuelo. Shermer intentó en vano arreglarlo antes de relegarla a un cajón, donde permaneció en silencio hasta que la pareja pronunció sus votos matrimoniales en casa meses después. Justo cuando Jennifer sentía intensamente la ausencia de su abuelo, la radio comenzó a reproducir una canción romántica. Continuó toda la noche antes de que dejara de funcionar definitivamente al día siguiente.
“Es solo una de esas experiencias anómalas”, dijo Shermer a The Guardian, historiador de la ciencia, escéptico profesional y autor de El cerebro creyente: de las creencias espirituales a las convicciones políticas. Cómo construimos creencias y las reforzamos como verdades. “La aleatoriedad y el azar juegan un papel importante en la vida y en el mundo, y nuestros cerebros están diseñados para ver patrones, no aleatoriedad”. Shermer sostiene que experiencias como la Eryl Mai Jones son estadísticamente más probables de lo que pensamos.
“Hay miles de millones de personas en todo el mundo que tienen docenas de sueños [cada uno] por la noche”, señaló. “Las probabilidades son bastante altas de que en una noche cualquiera, alguien va a tener un sueño sobre alguien que muere y que realmente muere. Eso es inevitable“. Al mismo tiempo, argumenta, ignoramos todas las veces que de repente lloramos o nos estremecemos y resulta que nadie murió, o las veces que alguien muere y no sentimos nada en absoluto.
Sin embargo, otros científicos no están de acuerdo. Rupert Sheldrake es un biólogo y parapsicólogo que concibió la “resonancia mórfica”, la idea de que existen interconexiones entre organismos. Él cree que la mente humana tiene campos que se extienden más allá del cerebro, al igual que los campos electromagnéticos. Esto, dijo, explica por qué aparentemente podemos saber cuando alguien detrás de nosotros nos está mirando, o por qué a veces pensamos en alguien justo antes de que nos llame. (El trabajo de Sheldrake fue llamado “herejía” por la revista Nature.)
“No estoy hablando de lo sobrenatural; creo que estas cosas son totalmente naturales. Creo que son normales, no paranormales“, dijo.
Entre otros científicos escépticos está el psicólogo Daniel Schacter, de la Universidad de Harvard. Dice que muchas premoniciones, puede que ni siquiera existieran, como los sueños. Dijo que a la mente le gusta engañarnos. Explicó que uno de los “siete pecados de la memoria” es la disonancia cognitiva, que puede explicarse así: cuando existe una incompatibilidad entre varios sistemas cognitivos (por ejemplo, entre lo que sabemos y lo que creemos), la mente fusiona ambos sistemas para hacerlos “encajar”.
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