A poco más de un año del comienzo de la pandemia por Covid-19, no son muchas las cuentas alegres que se pueden sacar en materia de salud mental en Chile. En ese contexto, la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) y el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, publicaron la tercera edición del “Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC”, que indicó –entre sus múltiples conclusiones– que un 32,8% de los encuestados exhibieron síntomas asociados a una probable presencia o sospecha de este tipo de problemas.
Cristóbal Cuadra, gerente División Asuntos Jurídicos y Corporativos de la ACHS, junto a David Bravo, director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la Universidad Católica, Daniela Campos, jefa de Riesgos Psicosociales de la ACHS, y Rafael Torres, psiquiatra y Director de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica, dieron a conocer los resultados de la investigación que se hizo mediante entrevistas telefónicas a una muestra representativa de aproximadamente 1.400 personas -entre 21 y 68 años- durante los primeros diez días de abril de 2021.
Cristóbal Cuadra, afirmó que “hemos sido testigos respecto de cómo el tema de la salud mental en Chile ha ido tomando relevancia y cómo los problemas asociados pueden impactar tanto en la calidad de vida como en la productividad y competitividad del país.
Daniela Campos afirmó que “en esta tercera entrega de nuestro estudio de salud mental volvimos a ver resultados que confirman el gran desafío que tenemos como país en esta materia. Las circunstancias a las que nos hemos visto enfrentados durante esta pandemia le han puesto una lupa a problemas que estamos viendo hace algún tiempo y al queremos aportar en la búsqueda de soluciones, con la entrega de datos valiosos que esperamos ayuden a entender esta problemática”.
De acuerdo al estudio, las tasas de problemas de salud mental subieron en todos los grupos respecto de noviembre 2020, con la excepción de la categoría “separados”, que es la que tiene mayor porcentaje de problemática mental (39,5%).
En abril de 2021 aumentaron las prevalencias de síntomas asociados a problemas de salud mental respecto de noviembre de 2020 para todos los grupos de la población, independiente de sus características demográficas. Una de las variables que más diferencias ha mostrado entre la primera versión del estudio y esta, es la situación de personas que viven solas. Si en julio de 2020 estas tenían significativamente mayor prevalencia de problemas de salud mental que el resto, en noviembre esto se revirtió, siendo quienes vivían con más personas los que tenían más problemas de salud mental. Ahora en abril no se aprecian diferencias entre quienes viven solos y quienes viven acompañados, con ambos grupos presentando un 32,8% de presencia de síntomas asociados a problemas de salud mental.
Por otro lado, la presencia de problemas de salud mental subió en todas las regiones de Chile. La zona sur, al igual que en julio y noviembre de 2020, sigue siendo la de menor prevalencia con un 28,6%, mientras que la zona norte es la que muestra la mayor tasa (39,7%). La Región Metropolitana, por su parte, llegó a un 33,8%.
Uno de los elementos que se correlacionan en mayor medida con la salud mental es la situación laboral y económica de cada persona. La detección de sospecha o presencia de problemas fue de 50% entre los desocupados. Siendo esta proporción de 39% entre quienes están laboralmente inactivo/as (que técnicamente no son desocupados, sino que no forman parte de la fuerza de trabajo) y de 29,6% entre quienes trabajan. Esto, en un contexto en el que las tasas de desempleo del país, de acuerdo con las últimas cifras oficiales, siguen estando por sobre los dos dígitos.
Cabe destacar también, que la sospecha o presencia de problemas de salud mental es muy superior (casi 14 puntos) en aquellos hogares que reportan una caída en sus ingresos respecto del año anterior. También se aprecia que la prevalencia de estos es casi 3 veces superior en el caso de quienes tienen una situación de deuda en el hogar “complicada”, en relación con los que no tienen problemas económicos.
Antonia Errázuriz, coautora del estudio y académica del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica, señaló que “los resultados que hemos presentado vienen a confirmar la línea tan fina que existe entre bienestar físico y mental al mostrar una mayor presencia actual de problemas de salud mental, síntomas de depresión, deterioro del estado de ánimo, insomnio y problemas de soledad en quienes reportaron padecer dos o más enfermedades crónicas o evaluaron su salud física como mala o pobre”.
Más deprimidos y con problemas para dormir
Los resultados de la encuesta arrojaron que, según las respuestas al instrumento de medición, el 46,7% de las personas presenta algún grado de depresión (usualmente menor, no alcanza a calificar como patología). A través de todas las mediciones hechas desde 2020, las mujeres han mostrado mayor prevalencia en este tipo de síntomas y durante abril llegaron a un 54,7%, 17 puntos más que los hombres.
La proporción que presenta síntomas depresivos en algún grado es menor en el grupo de universitarios y mayor entre los menos educados. Así también, más de la mitad de las personas en estado “separados” (51,7%) presentan estos síntomas, casi nueve puntos adicionales de prevalencia que las personas “casadas/convivientes”.
Asimismo, un 45,9% de las personas entre 21 y 68 años en el país evalúan que su estado de ánimo actual es peor o mucho peor en comparación con la situación anterior a la pandemia. Esta cifra nunca ha bajado del 42% desde que comenzó esta medición.
Otro factor importante es el insomnio. Un 46,9% presentó algún grado de problema para conciliar el sueño. El estudio concluyó que un 19,8% de la población entre 21 y 68 años presenta problemas de insomnio moderado o severo. Más de la mitad de los entrevistados (52,4%) admitió tener algún grado de dificultad para levantarse más temprano de lo deseado.
David Bravo indicó que “estos resultados ofrecen un espacio de reflexión acerca de la manera como los antecedentes de salud física, los efectos económicos y el estilo de vida durante la pandemia se relacionan con el deterioro de salud mental en nuestra población”.