Santiago y su desconocida herencia polaca
Polonia no queda exactamente al otro lado del mundo, aunque hace casi 30 años estuvo al otro lado del Muro. Sin embargo, para cualquier chileno puede que este país europeo suene bastante lejano, aun cuando hay varios aspectos, hechos y personajes que nos unen. Y este entramado de vínculos puede retratarse incluso en una ruta polaca por las calles de Santiago.

Este 2019 ha sido un año bastante particular para recordar algunas fechas relacionadas a hechos históricos, que se desarrollaron durante la primera mitad del siglo XX en Europa, lo cual nos ha obligado a mirar hacia el otro lado del Atlántico. Conmemoraciones como los 75 años del Desembarco de Normandía a inicios del mes de junio, o los 100 años del Tratado de Versalles, nos hacen reflexionar como humanidad, porque ya sea que se conmemoren o celebren- no necesariamente son fechas alegres- ambas fueron el principio del fin de una guerra mundial.
Para Polonia, el Tratado de Versalles firmado el 28 de junio de 1919 fue el reconocimiento internacional de su independencia, conseguida el 11 de noviembre de 1918. Pero también significó el principio de un problema mayor, llamado en la Alemania de Weimar, el Corredor Polaco. Este "corredor" no era otra cosa que, una parte del territorio polaco con salida al Mar Báltico que, dividía a Alemania en dos, y que, en tiempos de Hitler, se usó como excusa perfecta para el hostigamiento internacional contra la joven república polaca y el inicio de su invasión.
Y aunque el pueblo polaco celebró a lo grande sus 100 años de independencia en 2018, este tiene siglos de historia y cultura, no ajenas a los sentimientos que causan los hechos del siglo pasado. La historia de Polonia está marcada, entre varias otras cosas, por una profunda identidad católica, evidenciada en lo que los polacos llaman "el Bautismo de Polonia" del año 966 d.C., año en que Miecislao I convirtió a Polonia al cristianismo. Una historia de resistencia, ocupaciones y desapariciones que el siglo XX resume de forma dramática. Una historia en la que los polacos supieron enriquecer culturalmente a no pocos países del mundo con varias migraciones forzosas, y en las que Chile también se vio beneficiado.
Pero es a partir de la historia reciente, que tanto Polonia como Chile se van a encontrar estrechamente relacionados por hechos, personajes y conceptos similares. Este año, por poner un ejemplo, ambos países conmemoran los 30 años de una transición democrática similar, tal vez en ambos casos con el protagonismo del Papa Juan Pablo II y un concepto de solidaridad que en Polonia fue el estandarte de libertad y en Chile, el nombre de una Vicaría que contribuyó a la defensa de los Derechos Humanos.
Tampoco podemos olvidar la intervención del Papa polaco que en 1978 evitó una guerra absurda entre nuestro país y Argentina.
La ruta polaca
Se podría seguir buscando hechos vinculantes entre Polonia y Chile, pero lo que viene al caso es que hace muy poco, la Embajada de Polonia en nuestro país, publicó en su página web un mapa con La Ruta de Santiago Polaco.
¿Podría Santiago tener una ruta polaca? Es una pregunta válida, teniendo en cuanta los casi 14 mil kilómetros que separan nuestros países. La respuesta es sí, y dicho mapa contiene diferentes hitos dentro de nuestra capital que evidencian una rica influencia polaca.
"Somos la tercera embajada más distante de Polonia, después de la de Nueva Zelanda y Australia, respectivamente. Siendo tal la distancia, surge naturalmente en los polacos las preguntas sobre cómo viven los chilenos, qué comen, cómo es Chile. De igual manera hay chilenos que se preguntan lo mismo de Polonia, cómo somos.", comenta Jacek Gawryszewski, embajador de Polonia en nuestro país.
Es por eso que, esta ruta ayuda a acercar una cultura, en palabras del diplomático, "no tan diferente a la chilena".
Gawryszewski señala que, en Chile hay apenas un poco más de 700 polacos, cosa contraria a lo que se podría pensar, teniendo en cuenta el dato que su población es de 38 millones de habitantes en Polonia y 20 millones de polacos fuera de ella. El embajador cuenta que es llamativo el poco número de residentes polacos en Chile, porque en Argentina, por ejemplo, la comunidad supera las 250 mil personas.
De la conversación surge, casi de inmediato y con un marcado orgullo nacional por parte del embajador, la figura de Ignacio Domeyko y Luciano Kulczewski; personajes tan chilenos como polacos y viceversa que, han dejado un legado que despierta la admiración e interés de los visitantes internacionales y, para los cuales, la Embajada de Polonia se convierte en una parada obligada de una ruta de gran valor cultural.
"Domeyko era un enamorado de Chile. Su casa en el Barrio Yungay es una hermosura. Hoy en día viven sus familiares, pero dentro están las cosas que usó Domeyko. Están los instrumentos que utilizó cuando fue a la Araucanía y también a La Serena, porque hay que recordar que fue geólogo, minerólogo, escritor, entre las muchas otras cosas a las que se dedicó. Fue un personaje fascinante", comenta Gawryszewski.
Ignacio Domeyko podría tomarse por completo la ruta polaca en Santiago. Pero algunos de las paradas obligatorias son su tumba en el Cementerio General, su casa en Barrio Yungay, los pasillos, salas y busto que rinden homenaje en la Universidad de Chile; la Biblioteca y el Archivo Nacional y varios museos que exhiben documentos y objetos de su pertenencia.
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Tumba de Ignacio Domeyko en el Cementerio General.[/caption]
Luciano Kulczewski, por otro lado, es uno de los máximos exponentes de la arquitectura nacional. Es conocido como "el Gaudí chileno" y sigue generando el interés de arquitectos europeos para conocer sus obras, según cuenta el Embajador polaco.
La obra de este arquitecto nacido en Temuco y de ascendencia polaca es muy llamativa, pudiendo ser identificada inmediatamente con una calle o barrio específico. Algunas de las obras a conocer en esta ruta son la sede del Colegio de Arquitectos de Chile en plena Alameda, el Funicular del Cerro San Cristóbal y su Casa Taller, también conocida como Casa de los Torreones en el Barrio Lastarria.
Condi y la gastronomía polaca
Y si esta ruta ya contempla museos, barrios y edificios emblemáticos de nuestra ciudad, no podemos olvidarnos de la gastronomía. Es así que en plena Avenida Irarrázaval, a menos de una cuadra de Pedro de Valdivia, en Ñuñoa; se encuentra desde hace 80 años la Pastelería Condi.
Esta pastelería fue fundada, paradójicamente en 1939, año que parte la guerra mundial que hizo a Michael Kurasz buscar nuevas oportunidades en Chile.
Con experiencia en la pastelería, Kurasz llega a la Pastelería Condi e imprime un sello particular al pequeño local de avenida Irarrázaval, para finalmente, años después, comprar el negocio a su fundador. De ahí en adelante la familia Kurasz ha sabido mantener intactas las recetas del Pan de Amapola y la Mazurka, que hacen de esta pastelería, una pequeña porción de Polonia en Chile. Imposible no mencionar y recomendar el clásico sándwich de Pollo Almendrado, una receta concebida del matrimonio polaco chileno y mantenida en secreto desde su creación.
Definitivamente esta ruta de Santiago polaco sorprende por el legado de este país europeo, tan distante como presente en nuestra ciudad capital. Una ruta para disfrutarla en todos los sentidos que se pueda. Chodź!
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