Después de media hora de viaje a pie y en un bote azotado por el viento a través de un escarpado estuario boscoso hasta la escuela a la que asiste en el remoto sur de Chile, Diego Guerrero finalmente puede acceder a internet.

Su colegio está en el caserío de Sotomó, a unos 1.000 kilómetros al sur de la capital Santiago en la Región de Los Lagos, y en el que hay solo 20 familias.

La localidad de casas de madera y hojalata pintadas de colores brillantes y bañadas por la lluvia, destaca entre una hilera de afloramientos rocosos envueltos en niebla que se adentran hacia el Océano Pacífico. Solo se puede llegar por mar.

Durante décadas, sus habitantes han sobrevivido de la pesca de mejillones y pescado para vender en el mercado, en un viaje de ida y vuelta de cinco horas en barco.

Ahora, es uno de los dos lugares en Chile elegidos para un proyecto piloto del multimillonario estadounidense Elon Musk, director ejecutivo de SpaceX y Tesla, que permitirá que reciba internet gratis durante un año.

Starlink, un proyecto del empresario, prevé desplegar 12.000 satélites como parte de una red en órbita para proporcionar servicios de banda ancha de baja latencia en todo el mundo, con un enfoque particular en áreas remotas a las que es difícil llegar con infraestructura terrestre.

Desde octubre, ha ofrecido el programa “Better Than Nothing Beta” a suscriptores en Estados Unidos, mientras realiza pruebas piloto en otros países.

El plan es clave para generar los fondos que SpaceX necesita para financiar el sueño de Musk de desarrollar un nuevo cohete capaz de llevar a clientes de pago a la Luna y eventualmente intentar colonizar Marte.

Para Diego, de siete años, tener internet estable es suficiente. “Me gusta mucho el internet porque hacemos tareas (...) Las sumas las aprendo más fácil con mi tablet”, relató.

Starlink no respondió a una solicitud de comentarios de Reuters. La directora ejecutiva de SpaceX, Gwynne Shotwell, dijo en un comunicado de julio sobre el proyecto piloto en Chile: “Starlink fue diseñado para comunidades remotas como las de Caleta Sierra y Sotomó”.

“La conectividad de alta velocidad puede tener un impacto transformador en estas comunidades y estamos ansiosos por apoyar estos programas piloto, comenzando por las escuelas locales”, agregó.

Ampliando horizontes

La materia favorita de Diego en la escuela es matemáticas. Quiere ser marinero y le encanta salir en el barco de pesca de su padre Carlos.

Pero Carlos, de 40 años, tiene planes más ambiciosos para su hijo y espera que la ventana al mundo que le brinde una nueva conexión que amplíe sus horizontes. Lleva a Diego a la escuela todos los días en bote, a menudo con viento y la lluvia.

“Uno lo hace por ellos porque si uno no tuvo la posibilidad de estudiar entonces si uno se los puede dar, no tiene por qué negárselo, siendo lo que se puede hacer, siendo con tiempo bueno, tiempo malo, se tiene que tratar de hacer”, afirmó.

Con tabletas proporcionadas por el Ministerio de Educación, los siete alumnos de la escuela ahora pueden acceder al material de aprendizaje en línea, ver películas, visitar museos virtuales y probar videollamadas con niños de otras escuelas.

Su único maestro, Javier de la Barra, dijo que también esperaba usarlo para el desarrollo profesional.

La señal se recibe a través de una antena parabólica instalada en el techo de la escuela, que transmite a través de un dispositivo WiFi a la mayoría de sus instalaciones y patio exterior. Eventualmente, el plan es extenderlo al resto de la localidad.

Solo funciona desde el mediodía hasta la medianoche, debido a un suministro limitado de diésel para el generador eléctrico.

No obstante, De la Barra dijo que es un avance significativo frente a la señal irregular a la que actualmente pueden acceder en sus teléfonos, inclinándose por las ventanas o remando hacia la bahía.

Las antenas Starlink se instalaron en julio y se inauguraron a principios de este mes en una ceremonia a la que asistió la ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt.

La funcionaria dijo que esperaba que Starlink fuera clave para cerrar la brecha digital entre Chile y la región, un problema que quedó al descubierto con los confinamientos por el coronavirus que pusieron a las personas sin una buena conexión en dificultades para trabajar o estudiar.

Una segunda antena opera en Caleta Sierra, un pequeño puerto pesquero cerca del árido desierto del norte de Chile.

El país tiene una de las tasas de penetración de internet más altas del continente, con 21 millones de conexiones móviles entre su población de 19 millones de habitantes a marzo de 2021, según cifras del gobierno.