El cambio climático no se ha detenido y avanza implacablemente, pese al confinamiento a nivel mundial provocado por el Covid. Un reciente informe de las Naciones Unidas revela que las concentraciones de gases de efecto invernadero de la atmósfera se encuentran en niveles récord y que el mundo “está muy lejos” de cumplir los objetivos del Acuerdo de París para mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de los 2°C.
El mundo científico ha obtenido evidencia de cómo afectará este aumento de las temperaturas en varias especies de insectos, aves y mamíferos, pero no había logrado predecir y cuantificar ese fenómeno, es decir, extrapolar la tolerancia térmica propia de cada especie , esto es, la temperatura a partir de la cual los individuos de una especie empiezan a morir. Eso, hasta ahora.
Un grupo de investigadores chilenos, húngaros y españoles, liderados por el ecólogo Enrico Rezende, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UC e investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC, creó un modelo que permite predecir el impacto sobre distintas especies animales que tendrán las olas de calor que se producen alrededor del mundo en la actualidad.
“Si mañana viene una ola de calor con temperaturas de 20 grados en la mañana y de 40 en la tarde, uno podría decir cuántos bichos de determinada especie -sabiendo su tolerancia- podrían estar en peligro de muerte y cuántos morirían”, explica Rezende. “Nuestro modelo te predice con cierta precisión que podría pasar con ellos”.
El biólogo e investigador CAPES Francisco Bozinovic, quien recibió el Premio Nacional de Ciencias Naturales 2020 hace unas semanas, también fue parte de este estudio. “Predecir la muerte por calor en la naturaleza es un desafío”, dice Bozinovic. “La temperatura y el nivel de estrés de un animal, especialmente de las especies pequeñas y en el contexto del cambio climático actual, pueden fluctuar notablemente en el transcurso de los días y a través de las estaciones”.
Para crear este modelo, los investigadores trabajaron en laboratorio con una especie: la mosca de la fruta (Drosophila subobscura). El análisis permitió obtener la curva de sobrevivencia de las moscas en el transcurso del tiempo a distintas temperaturas. “Medimos su tolerancia en distintas temperaturas constantes y esas mediciones pueden extrapolarse a temperaturas variables empleando ciertos modelos matemáticos”, explica el investigador.
Rezende dice que el resultado de este trabajo es un protocolo que puede ser aplicado a otras especies una vez que se haya determinado su tolerancia térmica en laboratorio, al igual que se hizo con la mosca de la fruta. Desde que este trabajo fue publicado en la prestigiosa revista Science, agrega el ecólogo, “varios investigadores de otros países me han contactado porque van a poner a prueba el modelo en otras especies. Ya se está trabajando con caracoles en Inglaterra y con invertebrados de agua dulce en Holanda”. El investigador destaca el trabajo colaborativo: “Para intentar entender los efectos del cambio climático en distintos organismos necesitas trabajar con gente de otros lados”.
La relevancia de este trabajo es que si se pueden predecir los efectos de la temperatura en determinados organismos se abre un abanico de aplicaciones. Por ejemplo, en una comunidad de plantas y animales donde hay una red de polinizadores es importante saber de qué forma el clima afectará a esa comunidad si mueren algunas especies debido al aumento de la temperatura. “Es importante porque los polinizadores actúan en los frutos y cultivos, necesitamos que estén ahí”, dice Rezende. También se podría aplicar contra plagas al predecir el ambiente térmico que esos insectos no toleren y, de esa manera, elaborar estrategias para combatirlas. Y también se podrían generar simulaciones de cómo van a reaccionar distintas comunidades en los diversos lugares del planeta. “Podríamos elaborar tasas de extinción, lugares más vulnerables en el planeta, grupos taxonómicos más sensibles... Eso nos permitiría plantear estrategias de conservación más precisas y realistas”, concluye el investigador.