Complejo escenario es el que se observa en el proceso de la PSU 2019, y no solo por la habitual ansiedad que este instrumento genera en los jóvenes y sus familias, sino también por el contexto de agitación social en el cual la comunidad nacional se encuentra hace varias semanas.
De seguir las manifiestaciones y el poco entendimiento entre las autoridades y la gente "en las calles", se abre la posibilidad -y toma cada vez más fuerza- el replantearse la fecha de aplicación de la PSU para el presente año. Mantener la fecha de la PSU solo por dar una muestra de "normalidad" cuando no están las condiciones de seguridad mínimas, pareciera ser un riesgo innecesario que hay que evitar.
Lo importante en estos momentos es ir a un espacio relacional que se funde en el "cuidarnos" y donde el Otro (con mayúscula) sea reconocido y validado en las interacciones sociales. Esta mirada es la que debiese primar en las autoridades o por lo menos es lo que se espera de ellas, para no caer en el torbellino de "hacer porque hay que hacer". Esta actitud, por supuesto, debe estar por sobre las planificaciones intitucionales, fechas ministeriales y tiempos de las organizaciones, etc. que insisto, en estos momentos, no son lo importante.
Dicho lo anterior, creo relevante indicar que el modo correcto para "bajar" la preocupación extra que hoy se tiene, es realizar "cabildos familiares", donde se converse respecto de lo que está ocurriendo y donde todos los integrantes de la familia puedan expresar lo que les está pasando. Aquí los padres o adultos tienen la gran responsabilidad de entregar tranquilidad. En estos momentos la mirada "de largo plazo" o ver "mas allá del horizonte" es clave en la actitud de los adultos.
En la consideración de que la PSU se aplique de todos modos y ya estando casi adportas de la rendición de la misma, ya no se puede hacer, en términos de estudio, lo que el estudiante no hizo durante todo el año o bien desde mucho antes. Por tanto, de algún modo, y en términos de manejo de contenidos, la "suerte ya está echada". Es por ello que solo habría espacio para cerrar algunas ideas o contenidos muy específicos. Hay que evitar estudiar hasta el último día, pues esta acción genera mayor ansiedad que resultados positivos.
El foco debería estar en la realización de actividades que provoquen algo de distención en los jóvenes, como por ejemplo, juntarse con los amigos, jugar en las plazas, hacer ejercicio o el deporte que más les gusta, leer libros de una temática distinta, disfrutar de los pasatiempos, etc.
En esta versión 2019 de la PSU, estimo que será clave el control emocional que los jóvenes tengan en su propia persona para manejarse en las actuales condiciones, y será esta conducta una condicionante estratégica importante, como variable, que influirá en los resultados.
Es vital también presocuparse de la alimentación y el descanso antes de dar la PSU. La alimentación "chatarra" tan atractiva para los jóvenes provoca más bien una "activación" más que sensación de tranquilidad. Comer mucha fruta, verduras y consumir abundante agua aporta al control y a la sensación corpórea de sentirse mejor. Dormir más es también una estrategia natural para el equilibrio y para aumentar, naturalmente, los niveles de atención y concentración, tan importantes para rendir toda tipo de evaluación, en especial la PSU.
En términos muy concretos, es esencial preocuparse de la movilización para llegar a los lugares de aplicación de la PSU. Hoy los tiempos de transporte son distintos y, por tanto, hay que tenerlos presente en la logística personal para los días de aplicación de la PSU.
* Psicólogo, coach educativo y director del Magíster en Psicología Educacional de la U. Mayor