Llegaron hace un par de años y no escapan de la polémica. No necesariamente por su funcionalidad, sino porque aún existen grises en el uso correcto de este particular medio de transporte. El scooter eléctrico, junto con la bicicleta, es usado incluso por jóvenes que se mueven de un lugar a otro bajo los efectos del alcohol. ¿Qué tan peligrosa es esta acción y cómo podemos entender el riesgo que se corre al conducir un vehículo con copas demás, aunque sea eléctrico?
Una investigación realizada por Aprocor y Cadem expone una problemática creciente en las calles chilenas: el uso de bicicletas y scooters por personas bajo los efectos del alcohol. El estudio titulado Radiografía al Consumo de Bebidas con Alcohol, reveló que un 8% de los encuestados irresponsablemente ha conducido estos vehículos tras beber, y casi el 40% consideraría hacerlo, especialmente entre los jóvenes.
Se usan como reemplazo al auto: ¿qué tan peligroso es manejar un scooter tras consumir alcohol?
Asimismo, un 18% señala que estos medios son una alternativa a conducir un automóvil bajo los efectos del alcohol, porcentaje que sube al 24% entre los más jóvenes.
Pero, ¿por qué aparecen como una alternativa en este tipo de casos? Según comenta Walter Adrián, docente de Departamento de Mecánica de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), los scooter eléctricos pueden generar fácilmente 35 kilómetros por hora, “lo que no es menor en caso de un impacto. Inclusive, hay bicicletas eléctricas que sacan mucha más velocidad. Entonces, hay que tener conciencia sobre el vehículo en que se está desplazando porque una persona que anda en una moto tiene las mismas responsabilidades que una persona que anda en bicicleta, que ande en un scooter, o que ande en un triciclo, o en cualquier vehículo que lo transporte a una velocidad superior a la humana”, detalla.
Asimismo, el académico explica que los scooter son vehículos que no tienen suspensión. Son simplemente las ruedas puestas en el piso. Por ende, no hay ningún elemento en el cual amortigüe detenga la resonancia si es que tuviese resortes. “Es un vehículo que incluso por tener sus ruedas más pequeñas y por los eventuales baches o depresiones que puedan haber en la vereda o en las vías de tránsito, es susceptible mucho más a tropezar, a caerse la persona que lo va conduciendo”, agrega. Incluso, el riesgo de caída de estos medios de transportes puede ser incluso mayor al de una moto.
“Es fundamental que tanto adultos como jóvenes comprendamos los riesgos de consumir bebidas con alcohol de manera irresponsable. Ante la mayor presencia de estos medios de transportes en las calles, llamamos a los usuarios de ciclos a tomar los cuidados necesarios y recordar nuestra cruzada conductores ni una gota de alcohol”, destacó Juan Pablo Solís de Ovando, presidente de Aprocor.
A pesar de los beneficios ambientales y de accesibilidad que ofrecen los transportes sostenibles, el estudio subraya la necesidad de regulaciones más estrictas: un 82% de los participantes considera que las autoridades no están fiscalizando adecuadamente a los usuarios de estos vehículos.
Los scooter eléctricos generalmente disponen de una batería, el cual tiene un microprocesador que controla la energía que fluye hacia el motor. “Es exactamente igual que un vehículo eléctrico, pero más pequeño. Por lo tanto, es un vehículo que se desplaza incluso en algunas ambientes más rápidos que una bicicleta”, agrega Adrian al respecto.
Otra cosa que también complementa el académico, es que muchas veces los ciudadanos utilizan estos vehículos en veredas y no necesariamente en las vías de desplazamiento vehicular. Según la Ley de Convivencia Vial, los scooter eléctricos pueden trasladarse a nomás de 25 kilómetros por hora sobre la ciclovía, y si no la hay es posible transitar por la calle. Eso sí, el reglamento estipula que si las condiciones viales no están dadas para el tránsito seguro de un scooter eléctrico, el conductor debe bajarse y completar dicho tramo como peatón.
Ahora, según el docente de la USM, también es necesario considerar los aspectos médicos que conlleva conducir éste, al igual que cualquier vehículo, bajo los efectos del alcohol. “Es una droga depresora del sistema nervioso central que afecta el cerebro de muchas maneras. Entre ellas, por ejemplo, interfiere con las vías de comunicación del cerebro, lo que dificulta que las áreas del cerebro que controlan el equilibrio, la memoria, el habla, y el juicio no funcionen correctamente”, complementa.
Ante esta realidad, las fuentes consultadas pidieron a las autoridades a reconocer esta problemática emergente. “Estos medios de transporte pueden traer grandes beneficios, pero también riesgos significativos si no se usan con responsabilidad. Se necesita una fiscalización efectiva para evitar tragedias que podrían ser prevenidas”, añadió Solís de Ovando.
“Los ciudadanos generalmente utilizan estos vehículos, los scooter y las bicicletas eléctricas, que no requieren permiso de conducir, lo cual lo considero tremendamente irresponsable”, manifiesta el profesor de la USM. Según sus palabras, si corresponden a vehículos de desplazamiento para los cuales es necesario tener conocimiento de la Ley de Tránsito para transitar por la vía urbana, entonces sería necesario contar con licencia.
“Es muy importante tener en cuenta también que el 95% de las personas que conducen moto no saben realmente manejar una. Entonces el problema es que no saben manejar un vehículo y lamentablemente no hay control al respecto”, concluye Adrián.