Con la sobreinformación que generan las redes sociales y los medios de comunicación en tiempos de crisis como la que está viviendo Chile, es difícil saber qué es completamente verdad y si lo que vemos es importante y tendrá efecto duradero.

En esa línea, no solo importan los hechos, sino muy especialmente cómo esos hechos son interpretados por los diferentes grupos sociales y políticos. La confianza tiene mucho que ver no solo con los hechos y acciones, sino también con cómo interpretamos que esos hechos contribuyen al fortalecimiento de las relaciones y a nuestro bienestar.

Junto a ello, nos parecen más confiables aquellas acciones que tienen la aprobación de más personas o instituciones que nos son cercanas. La lógica es simple, confío más en algo si fuentes diversas (medios, amigos, familia) me dicen que los hechos o las motivaciones son correctas.

Y es justamente en este punto en el que hoy se genera una de las mayores desconexiones entre la élite política y económica y los grupos sociales que están protestando. Esta desconexión se produce por la desconfianza generada por la percepción sobre las motivaciones del otro. Es imposible llegar a acuerdo si es que no hay apertura a entender por qué el otro piensa y actúa como lo hace.

Y si bien todas las partes pueden alegar lo mismo -que los otros no entienden- es importante analizar cómo la elite (expresada en partidos políticos e instituciones) no logra entender la manifestación social porque su base de análisis es la sorpresa por las condiciones desencadenantes (la evasión y ataques iniciales al metro y supermercados) y no las condiciones de fondo (la indignación por un sistema considerado injusto y poco efectivo para solucionar demandas).

En este sentido, generar confianza desde la política requiere preguntarse por las causas sociales y convertirlas en el eje de la comunicación, no en un elemento adicional. La agenda social -que ciertamente contiene medidas que van en la línea correcta- se ve disminuida ante la permanente apelación gubernamental de que el problema principal es la violencia y la seguridad.

Para generarse, la confianza requiere de mensajes consistentes y reafirmadores. No se producirá si es que hay contradicciones entre ellos. Si existe un doble mensaje de "creo en lo social", acompañado de un "esto es un problema de delincuencia" o de un "no estamos dispuestos a conversar si es que…" lo más probable es que la desconfianza en el sistema y en la autoridades se mantenga y eso genere situaciones graves de comportamiento como las que hemos visto en las cuatro últimas semanas.