La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala que cada año, más de 700.000 personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio. Esto corresponde a una muerte cada 40 segundos. Se estima que la tasa de suicidio tuvo un incremento en un 17% en los años transcurridos entre 2000 y 2019 en América Latina. Un desafío a cumplir la meta de reducir en un tercio la tasa mundial de suicidios para 2030, según los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Según el doctor Roberto Amon, profesor asociado de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes y director médico de iPsiquiatría, 1 de cada 10 adolescentes sufre de depresión y una parte muy pequeña de ellos recibe ayuda. “Un adolescente deprimido tiene 30 veces más riesgo de suicidio”, indica. En Chile 1 de cada 14 adolescentes entre 12 y 18 años experimenta un episodio depresivo en un año. “El suicidio no solo es un síntoma de depresión, sino que más del 50% de las personas que se suicidan sufrían de depresión” explica el Dr. Amon”.

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Sin embargo, el especialista aclara que “con un tratamiento oportuno, que incluye medicación y psicoterapia, la mayoría de las personas se recuperan de un episodio depresivo en 3 a 6 meses de tratamiento”. En cuanto a las causas de la depresión, el Dr. Amon comenta que existen diferentes determinantes que favorecen la aparición de ésta. Conocer el impacto que tiene cada uno de estos factores en los individuos, permite desarrollar estrategias de prevención y también de tratamiento para evitar o tratar la enfermedad tanto a nivel individual como global, y de esta manera también prevenir el suicidio.

“En los determinantes de la depresión se incluyen variables que van desde factores individuales, hasta factores sociales y ambientales. Estos no actúan de manera individual, sino que se alimentan entre sí de manera que actúan en varios niveles para finalmente afectar el procesamiento y estructura cerebral. Se pueden separar en: Determinantes biológicos, determinantes psicológicos, determinantes sociales y otros determinantes o determinantes emergentes. Dentro de este último se destacan: menor exposición a la luz solar, rápida pérdida y recuperación de peso, contaminación ambiental y exposición a pantallas, agrega el especialista.

El Dr. Ricardo Corral, médico psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), asegura que “otros estresores muy frecuentes que incrementan la vulnerabilidad de las personas son la ansiedad, el insomnio y la tristeza, factores de riesgo que contribuyen a incrementar la depresión y el suicidio. Muchas veces estos factores se vinculan con conductas de maltrato, como el acoso y el abuso sexual y el bullying. Además, es importante atender a la presencia de componentes psicosociales que intervienen, como la pandemia, la cuarentena, la inseguridad, la crisis económica y la pobreza, entre otros”.

Tasas observadas específicas de mortalidad por suicidio por grupos de edad y sexo. Chile 2010-2019. Fuente: Ministerio de Salud.

Por su parte, la Dra. Andrea Otero, médica especialista en psicología clínica y presidenta de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, asegura que, “la depresión está presente en más del 50% de los suicidios, y el riesgo es mayor si adicionalmente la persona sufre de ansiedad. A esto se suma que, el consumo de alcohol puede agravar el cuadro depresivo, lo que aumenta el riesgo suicida, aproximadamente el 50% de estos intentos se da tras haber consumido previamente alcohol o abusado de sustancias psicoactivas (SPA). Casi todas las enfermedades mentales aumentan el riesgo suicida, más del 10% de las personas con trastorno afectivo bipolar, esquizofrenia, trastorno de personalidad limítrofe o trastorno de personalidad antisocial mueren por suicidio. De igual manera, se debe tener en cuenta que, las enfermedades médicas dolorosas y crónicas, contribuyen con el 20% de los suicidios en personas de edad avanzada”.

Primavera gris

No es un mito que las tasas de suicidio suelen incrementarse con la llegada de la primavera. Según especialistas, la explicación a este fenómeno está relacionado con los cambios en el clima que alteran los biorritmos del organismo produciendo más serotonina a nivel cerebral producto de la exposición al sol. Esto generaría un incremento en los niveles de energía en personas sin trastornos del ánimo. Sin embargo, en un paciente con depresión, por ejemplo, este escenario contrasta con su estado de ánimo decaído, ocasionando una sensación de soledad y aislamiento. Por eso se le denomina “Primavera Gris.”

A eso, se suma que en invierno las personas que padecen una depresión tienden a estar más tranquilas, porque les resulta más cómodo un clima alineado con su desánimo. La psicóloga de Clínica Las Condes, Lorena Ceballos, explica que “al llegar la primavera, la mayoría mejoramos nuestro estado de ánimo, se reactiva la vida social, se anuncian las Fiestas Patrias. Todos parecen motivados, pero no quienes se sienten mal emocionalmente. Su entorno trata de convencerle, generando presión e impotencia. Aumentan los sentimientos de inadecuación personal y la falta de comprensión del contexto agudiza los sentimientos de soledad con lo que crece la angustia y la desesperanza y, en algunos casos, los pensamientos de atentar contra la vida propia,” aclara la especialista.

Cristián Aguirre, psiquiatra de Clínica Las Condes enfatiza, además, que actualmente “llevamos una vida con altas exigencias y poco permiso para el goce y el ocio. Si a esto le sumamos la incertidumbre generada por el Covid-19, la soledad vivida por muchos y la necesidad de tener que adaptarnos en forma permanente a los cambios por la crisis sanitaria, nos encontramos en un escenario propicio para gatillar trastornos psicológicos de distinto tipo en la población en general”. Por eso es importante recalcar la importancia de estar atentos a ciertas señales para consultar a tiempo y recibir tratamiento adecuado si estamos frente un trastorno en nuestra salud mental.

La Organización Panamericana de la Salud indica que el suicidio es la quinta causa más importante de años de vida ajustados por discapacidad en Latinoamérica; y es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 20 a 24 años. Sin dejar de lado que, son las personas de 45 a 59 años quienes tienen la tasa de suicidio más alta de la región, seguidas por las de 70 años o más. Además, la OPS remarca que alrededor del 79% de los suicidios en la Región de las Américas ocurren en hombres. Así como, la tasa de suicidio ajustada por edad entre los varones es tres veces mayor a la de las mujeres.

El Dr. Corral remarca que “también vemos un incremento de la tasa de suicidios en la adolescencia y una conducta de suicidio por imitación. Distintas series ha visualizado al suicidio de manera ‘romántica’, lo que favorece que personas que están un poco inhibidas se animen a ejecutarlo. Es importante observarlo desde el dolor de los deudos y también desde las secuelas de los intentos fallidos, que los dejan con discapacidades significativas que les generan una vida de peor calidad”.

El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos advierte sobre ciertos comportamientos que pueden ser señal de que alguien está pensando en suicidarse. Estos son, entre otros, hablar sobre querer morirse, sentir una gran culpa o vergüenza, ser una carga para los demás; sentirse sin esperanza, atrapado o sin razón para vivir; hacer un plan o investigar formas de morir, alejarse de los amigos, decir adiós, regalar artículos importantes o hacer un testamento; consumir drogas o alcohol con más frecuencia.

En definitiva, la ayuda y apoyo de la familia, los amigos y los profesionales de la salud puede influir de manera importante en una situación donde hay pensamientos suicidas. La Dra. Andrea Otero, médica especialista en psicología clínica y presidenta de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, hace un llamado sobre las medidas de precaución que se pueden implementar desde el colegio, trabajo y familia.

  1. Si una persona presenta señales de advertencia, preguntar sobre sus estados de ánimo y pensamientos, demuestra interés y así, esta persona puede darse cuenta que no está sola.
  2. Acompañe, no juzgue, escuche, esté disponible.
  3. Actúe alentando a la persona a que busque ayuda de profesionales y personas de apoyo.
  4. El acompañamiento continuo por parte de familia y amigos es muy importante, pues los pensamientos de suicidio no desaparecen

“Debemos estar atentos y despejar prejuicios como que la depresión se corrige con compañía o tomándose vacaciones; no, la depresión es una enfermedad y requiere tratamiento. No es un tema voluntario, así como los individuos con hipertensión o con diabetes deben bajar la presión y la glucosa con medicación, en la depresión hay un trastorno metabólico en el cerebro que solo con la voluntad no se corrige. La persona que tiene un padecimiento mental debe recurrir a un médico psiquiatra para hacer una evaluación completa y un diagnóstico e iniciar un tratamiento”, concluye el Dr. Ricardo Corral.

Septiembre Amarillo

Durante este mes se conmemora Septiembre Amarillo, durante el cual se recuerda especialmente la necesidad de prevenir el suicidio, una situación grave que, con el abordaje adecuado, puede evitarse en muchos casos. Cada paso que se dé en dirección del cuidado de la salud mental es un paso hacia salvar vidas.

Consultado frente a lo que se debería hacer para que colegios, universidades y entornos laborales fueran más consecuentes con el control del bullying y acoso laboral, Emanuel Pacheco, director ejecutivo de Fundación Katty Summer manifiesta que es importante “no limitarse a actuar solamente cuando ocurre un suicidio o un evento de violencia grave, se debe tomar el peso a las implicancias de la violencia escolar y laboral en todas sus formas, más allá de lo relacional, no conformarnos con encontrar tranquilidad en el caos y acostumbrarnos a seguir como si nada sucede. Es fundamental que en los espacios de estudio o laborales, se vea que la agresión genera efectos en toda la comunidad, aumenta la sensación de inseguridad, disminuye el rendimiento escolar o laboral, la participación, y promueve ambientes hostiles”.

“Es importante que entendamos que la conducta suicida se previene abordando los factores de riesgo que la pueden gatillar en el contexto más amplio. Considerando que el acoso es un factor de riesgo, es imperativo fomentar y reforzar prácticas de convivencia no violentas en lugares de estudio y trabajo, así como capacitar a los equipos académicos y laborales en detección y tratamiento de casos de acoso escolar o laboral, con protocolos adecuados de actuación, para mitigarlos y dar reparación a los involucrados (prevención selectiva). Y para ayudar a la concientización en la eliminación del acoso en los contextos de educación o trabajo, como prevención universal”9, explica Claudia Baros.

El Ministerio de Salud publicó a inicios de 2020 una Guía para la Prevención del Suicidio durante la pandemia. Asimismo, el Minsal tiene a disposición de la ciudadanía un número telefónico, en caso de tener consultas o inquietudes sobre acciones o intenciones suicidas, tanto propias como de un cercano o cercana. Si siente que necesita ayuda con respecto a este tema puede comunicarse con Salud Responde al 600-360-7777.