La nueva cédula de identidad de Shane Cienfuegos tiene una X donde va la F de femenino o la M de masculino. Shane es trans no binario, es decir, su identidad de género no corresponde al arquetipo de los géneros predominantes, escapando del binomio de género femenino y masculino. “Soy trava”, resume la trabajadora social de 29 años de edad y activista por los derechos de las disidencias sexuales.
La entrega de su esperado documento de identificación por parte del Servicio de Registro Civil es un logro personal y también una reivindicación para las personas trans y no binarias, parte de la diversidad sexual y de género que han sido históricamente invisibilizadas y discriminadas. Este hito requirió un juicio, proceso que impulsó la Clínica Jurídica de la Universidad de Chile y liderado por la profesora Lorena Lorca, una referente a nivel latinoamericano en la defensoría de Derechos Humanos de la población trans.
Le estudiante de la U. de Chile, quien actualmente cursa el Magíster en Estudios de Género de la Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), cuenta cómo la Casa de Bello le abrió sus puertas y catapultó sus capacidades e intereses. Agradece, en este sentido, el protocolo Mara Rita, que le permite usar su nombre social en registros, documentos y comunicaciones verbales y escritas. “La Universidad de Chile me brindó la posibilidad de poder generar conocimiento científico y ponerlo al servicio de mi comunidad para batallar los discursos de odio que están fundamentados en el pensamiento común”, dice Shane en una entrevista otorgada a su universidad, quien espera obtener el primer diploma de Magíster de la Casa de Bello escrito con lenguaje inclusivo. Además, quiere seguir un doctorado en el plantel.
- Cambiaste la historia y serás la primera persona de muchas con identidades no binarias en ser reconocidas legalmente ¿Qué viene ahora tras este hito?
Este es un paso significativo en cuanto a temas de visibilidad, pero también supone un desafío para el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en cuanto a la elaboración y reformulación de políticas públicas. En la actualidad, no se tiene incorporada la variable de identidad de género dentro de los datos estadísticos del INE. Y si se llegase a preguntar, va a quedar como un dato más, un dato muerto, porque al momento de hacer análisis de políticas sociales, de cómo están los índices de pobreza o cómo está la inserción laboral, es la categoría sexo la que predomina en correlación a trabajo, salud y vivienda. Creo que esto es un error que responde a una forma de elaborar políticas públicas del siglo pasado. Pensaría yo, entonces, de que la variable identidad de género incorporando ‘mujer, mujer trans, hombre, hombre trans, no binario, otro, decide no responder’, en correlación a salud, vivienda, trabajo y sistema de cuidado nos permitiría hacer una transversalización de la perspectiva de género que respondiera a las necesidades de las coyunturas actuales en materia de equidad y diversidad.
Porque tenemos que entender que la equidad es que todas las personas podamos tener las mismas condiciones materiales de existencia para poder tener un pleno desarrollo humano. Y en materia de diversidad, porque también hay que hacer una transversalización de la perspectiva de género, no tan solo a cómo hacemos políticas públicas, sino cómo pensamos la cuestión social, y eso tiene que ver con cómo los Estados piensan la creación de estadísticas, que hoy está obsoleta. Ya hay que pasar al siglo XXI, que nos permita generar una matriz lógica, no tan solo de políticas públicas y políticas sociales.
- El próximo Censo Nacional (2024) es una gran oportunidad para incluir estas variables en torno a la diversidad sexual y de género...
Así es, hay que relevar la categoría de identidad de género dentro de los estudios estadísticos del INE para poder reformular y pensar políticas públicas en relación a las otras variables de la vida humana. Si esto llega a ocurrir, Chile por fin podría pagar la gran deuda histórica que no solamente tiene con la diversidad sexual, sino con muchos otros grupos históricamente segregados y marginados. Creo que eso es lo que viene después de lo no binario. Lo no binario es una incomodidad, es una categoría incómoda y eso es lo que venimos a hacer las personas no binarias, a incomodar con datos estadísticos, con razonamiento científico, y no desde el sentido común. Creo que, de esa forma, podemos articular una episteme trava no binaria en poder construir mejores condiciones materiales de existencia para todes.
- ¿Cuáles son las urgencias dentro de todo lo que falta para lograr la plena inclusión?
Tenemos que abogar por una ley de reconocimiento y reparación trans, travesti y no binaria, considerando que tenemos una población trans adulta mayor que me toca atender desde la praxis, desde el trabajo social, que se está muriendo. Fallecen producto de la silicona industrial, de que están en situación de calle, de VIH Sida, del abandono del Estado a través de la inacción, que no es otra cosa que violencia. Entonces, eso es algo que se tiene que abordar ya, porque cada vez que muere una persona trans muere parte de la memoria histórica de la diversidad sexual y de género. Las personas trans adultas mayores deberían ser patrimonio inmaterial, porque desarrollaron cultura, arte, disciplina. Les debemos mucho.
Generar una política de reconocimiento de esta violencia estructural y una reparación en términos redistributivos, como lo nombra la académica Nancy Fraser, quien dice que tiene que existir un reconocimiento y no solamente tiene que ser simbólico, tiene que haber una redistribución de la riqueza en términos de pensiones, becas, una retribución cultural, que personas trans puedan acceder al cine, al arte, al teatro, a la música.
- ¿Cómo llegaste a la U. de Chile?
Es una historia de huacha pobre. Yo nací en la comuna de El Bosque en 1993, soy millennial. Me tocó crecer en un sistema educacional que no abordaba la diversidad de una forma integral, más bien la menoscabada. Sufrí múltiples violaciones físicas y psicológicas por parte del sistema educativo. Cuando entré a estudiar técnico en Trabajo Social en un instituto técnico profesional, lo hice con mucho miedo de que no iba a poder, que no lo merecía, de que tenía que automáticamente ya comprar los tacones rojos para salir a putear, ese era el único camino posible, así lo transmitían los medios de comunicación. Bueno, yo pagué parte de esos estudios así, yo ejercí el trabajo sexual durante muchos años.
Me fue muy bien estudiando porque desde la época escolar yo ya leía sobre psicología y sociología, buscando alguna forma de entender por qué la gente era tan injusta conmigo. Gané una beca del instituto para continuar con la carrera profesional en una universidad privada, en donde me reconocieron con la distinción Magna Cum Laude. Yo nunca me había podido sacar buenas notas cuando niñe porque me tuve que dedicar a sobrevivir.
Mis compañeras me alentaron a seguir estudiando, así que fui a la U. de Chile, a la Facultad de Filosofía y Humanidades. Estaba Olga Grau y le pedí una audiencia, le dije: “Quiero estudiar porque quiero ser alguien, yo vengo acá para hacerme alguien”. Luego de conocer mi quehacer como activista, me generó una carta de recomendación y obtuve la beca para el Diplomado en Estudios de Género. Con estos conocimientos, desarrollé ponencias, cátedras y seminarios relacionados a la cuestión trans para descentralizar el conocimiento adquirido y retribuir a la Facultad y comunidad trans y no binarie. Fue maravilloso entrar ahí porque pude acceder a una batería de conocimientos que a las personas trans se nos ha negado históricamente. Era la única persona trans ahí.
- En el Campus JGM comenzó tu historia con la Casa de Bello...
Sí, y me quedé ahí. Luego fui a la Facultad de Ciencias Sociales porque vi en las noticias que existía una beca trans por el protocolo Mara Rita y hablé con las profesoras Sonia Montecino y María Elena Acuña. La única experiencia que tenía era por mi activismo. Les interesó muchísimo que una persona trans hubiese podido viajar por América Latina a abogar por los Derechos Humanos, hasta estuve en la Injuve de México, representando a Chile en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 junto a entidades clave como ONU, OEA y organizaciones civiles del Cono Sur.
Ellas me preguntaron ¿Y qué quieres investigar? Les dije “quiero investigar sobre políticas para el reconocimiento y la reparación de personas trans, travestis, transexuales y no binarias en el marco de los derechos humanos en Chile”, financiado por la beca trans. Lamentablemente, no había financiamiento para la beca pero iba a clases igual, durante un año, y entregué todos mis trabajos. En eso, me dicen que existía una beca japonesa, la SYLFF. Fui a la Torre 15 a postular, había mucha gente. Pensé, obvio que no quedaré, una trans nunca ganará porque no podemos generar el inmenso currículum de una persona cis y privilegiada que puede pagar estudios y viajes para hacer voluntariado.
¡Y me la gané! Fui la primera persona trans becada, me convertí en embajadore japonés en Chile y así pude pagar el Magíster en Estudios de Género. Gracias a la invitación del coordinador de salud de OTD Chile, Leonel Catoni, dos capítulos de mi tesis en la actualidad forman parte de dos políticas públicas, entre ellas, la de Actualización de la Política de Salud para el Abordaje de las Violencias de Género; y de la Estrategia Nacional de Salud para los Objetivos Sanitarios al 2030, ambas del Ministerio de Salud.
Este y todos mis últimos logros han sido gracias a que la Universidad de Chile, y una institución japonesa, confiaron en una travesti. Ahí siempre me acuerdo de lo que dice la frase de Lohana Berkins: “Una travesti cuando entra a la universidad le cambia la vida a esa travesti. Muchas travestis en la universidad le cambiarán la vida a la sociedad”.
Ella fue una de las primeras personas trans que pudo estudiar y entendió la importancia de la educación en la diversidad sexual y de género. Y ahí es donde yo tengo que agradecer a la Universidad de Chile y específicamente a Sonia Montecino, Paulina Vergara Saavedra y María Elena Acuña, porque me brindaron la posibilidad de poder generar conocimiento científico, aprender el método científico y ponerlo al servicio de mi comunidad, porque así podemos batallar los discursos de odio que están fundamentados en el pensamiento común.
- ¿Cómo va tu tesis?
La tesis se transformó ahora en un libro de análisis de políticas públicas, se llama “La cuestión trans”, son 134 páginas de puro dolor y sufrimiento social. Y cómo la política fracasó una y otra vez. Estamos buscando la forma de poder financiar este libro para que sea entregado de forma gratuita a profesionales de todas las disciplinas, porque aborda todo el proceso de ciclo vital trans, desde la primera infancia hasta la trans adultez mayor en salud, vivienda, trabajo, arte, cultura y sistema de cuidado.
He reflexionado mucho respecto a lo que ha significado la U. de Chile para mí y he llegado a esta conclusión: Cuando una persona empieza a estar en un proceso de reflexión crítica, incorporando conocimiento, y tiene una multiplicidad de ecosistemas que favorecen a los procesos de aprendizaje, ya sea en el sistema familiar, en el sistema comunitario, como -por ejemplo- sociedad civil (estoy en la Asociación Organizando Trans Diversidades, OTD), cuando todos esos ecosistemas funcionan y accionan en función de los procesos de aprendizaje, creo que podemos hablar de excelencia. Y yo lo que tuve fue una educación de excelencia porque todos esos ecosistemas convergieron. Todo lo que he logrado no es algo propio, es colectivo, al igual que el carnet no binario.
- ¿Qué mensaje le entregarás a niñes y adolescentes que se sienten distintes y lo están pasando mal hoy?
(Se emociona) Primero que nada, te abrazo porque sé que es difícil, es muy difícil. Y quizás sientas que nadie te entiende, pero yo te entiendo. Un consejo te puedo dar: busca ayuda. No estás sole, aunque pienses que es así, no estás sole. Busca ayuda en las organizaciones, en una amistad, profesores. Sé que el patriarcado anda fuerte por allá y te digo de verdad, la vida es una lucha ¡pelea! Hay luz ahí afuera. Sé que ahora todo se ve oscuro, pero hay luz ahí afuera. Solamente falta que la tomes, que la busques. Y si piensas que no mereces vivir, busca ayuda, porque mereces vivir y mereces todo lo bueno de este mundo.