Aunque el proceso de vacunación contra el coronavirus se había iniciado oficialmente el pasado 24 de diciembre, la llegada de este jueves de dos millones de dosis de la inyección creada por Sinovac, amplió considerablemente el horizonte y dio pie para el inicio masivo de inoculación en el país.
Según el gobierno, este frenético proceso se inciará el 2 de febrero, y pretende tener al menos cinco millones de vacunados a mitad de año.
Pero conforme se inicia el proceso, muchas dudas atormentan a la población, particularmente sobre la efectividad de cada una de las vacunas que hoy ya están a disposición de la población.
Uno de los primeros temores tiene que ver con la seguridad. Fehacientemente, los científicos y los médicos han indicado que estas inyecciones no tienen problemas de seguridad, que es un concepto distinto al de la efectividad: dicho de otro modo, nadie se va a morir por una supuesta vacuna defectuosa. Los escasos reportes de muerte tras la vacunación tienen que ver con otras circunstancias, cono enfermedades de base del paciente.
“Todas son seguras no hay ninguna vacuna que tenga pendientes temas de seguridad”, dijo Eliana Sánchez, miembro del grupo de expertos externos del ISP para vacuna Covid-19 y académica de la Universidad Austral, entrevistada por Qué Pasa.
De hecho y según el recuento de la U. de Oxford, hasta el jueves se habían vacunado más de 10 millones de personas en el mundo, un dato no menor. ¿Si las vacunas fueran peligrosas, no habría pasado algo ya?
El otro debate que se instala entre la gente tiene que ver con la eficacia de las vacunas, y sobre esa base, poder elegir una u otra. Pero más allá de los reportes de eficacia de estas inyecciones, los expertos advierten que estos porcentajes pueden variar mucho en una larga lista de condiciones: enfermedades de base, la edad, la región.
Según la doctora Sánchez, “traducido a la vida real”, “se relaciona a muchos factores: qué tanto se va a cuidar una persona, si tiene comorbilidades, si es inmunocompetente, si tomó corticoides inmunosupresores justo cuando lo vacunaron, si toma alcohol -que reduce la respuesta inmunitaria-, o si no usó mascarilla los primeros días post inoculación, ya que genera más riesgo de contagiarse antes que la respuesta inmunitaria se haya desarrollado, entre otros”.
Por eso, considerando todas las variables, es imposible determinar hoy si hay una mejor que otra, pero si es claro, que todas, con sus distintas virtudes, generan protección.
Al final, como dijo una funcionaria mexicana sometida al mismo debate en su país, “la mejor vacuna es la que llegue más rápido”.