Justo antes de la cuarentena, Winifred Frick -científica en jefe de una sociedad de conservación de murciélagos- fue a recoger a su hijo luego de que este se reuniera con su compañía de teatro en Santa Cruz, California. Fue en ese momento en que una asistente del grupo le preguntó: “¿Por qué los murciélagos nos han hecho esto?”
“La corregí de inmediato”, afirma Frick, una ecóloga y profesora de biología de la Universidad de California en Santa Cruz que, entre otras cosas, le dijo a la mujer que los humanos son los que están propagando el Covid-19.
No es un gran momento para ser un amante de los murciélagos. Algunos científicos han nombrado a los murciélagos como el origen de la pandemia de coronavirus y hoy este mamífero está bajo sospecha en todo el mundo. Acostumbrados desde hace tiempo a tener que salir a contrarrestar imágenes que muestran a estos animales como siniestras criaturas que chupan sangre, este unido grupo de fanáticos enfrenta ahora un nuevo y duro desafío a la hora de defender a los murciélagos.
Ser un aficionado a los murciélagos siempre ha requerido de una postura defensiva. En la Europa medieval, el folklore pintaba a estos animales como criaturas de índole satánica, mientras que el ficticio Drácula selló su imagen como un vampiro. En décadas más recientes, los murciélagos han sido acusados de traspasar una serie de virus letales.
El aura de rival más débil que tienen los los murciélagos y su misterioso estilo de vida a menudo son citados por sus seguidores como factores que alimentan su afición. Los acólitos de los murciélagos dicen que habían empezado a derribar los estereotipos negativos. Entonces, llegó el coronavirus y se generó una nueva reacción negativa contra los murciélagos.
Algunos investigadores creen que el nuevo coronavirus llegó a través de los murciélagos, los que lo traspasaron a otros animales que luego infectaron a los humanos en un mercado en Wuhan, la ciudad china donde surgió el primer brote. China niega ese escenario.
La doctora Frick y otros especialistas en murciélagos admiten que la especie porta varios tipos de coronavirus, pero aseguran que no existen pruebas definitivas de transmitieran el nuevo virus a los humanos. De cualquier manera, aseguran, los humanos están siendo infectados por otros humanos, no por murciélagos.
Aún así, los entusiastas de estas criaturas están siendo atacados en las redes sociales. Durante el mes pasado, el decimoséptimo día anual de aprecio por los murciélagos por primera vez se volvió trending topic en Twitter, entre duras críticas y bromas sobre el supuesto rol de estos animales en la pandemia. Todo esto mientras los fans salían a mostrar algo de cariño durante esta dura época para los murciélagos.
Madison Lei se topó con la devoción de los amantes de los murciélagos durante el día de aprecio, al bromear que mataría un murciélago cada vez que alguien pulsara “me gusta” en un posteo que alababa el rol de estos animales como polinizadores y controladores de las poblaciones de insectos.
“Aparentemente, hay un grupo de individuos que son fanáticos acérrimos de los murciélagos e, incluso en medio de una pandemia global, están dispuestos a irse contra perfectos extraños”, asegura, tras ser vilipendiada en la red social por los aficionados de los murciélagos.
Merlin Tuttle, una conservacionista dedicada a los murciélagos en Texas, indica que amantes de los quirópteros lo han contactado para decirle que sus vecinos no quieren que ellos instalen casas para murciélagos -modelos artificiales muy similares a las que instalan para los pájaros- por miedo a que los animales traigan alguna enfermedad.
Tuttle cuenta que se encontró con los murciélagos en un “punto temprano” de su vida y se sintió intrigado por las ideas equivocadas que existen sobre ellos: “Me di cuenta que son los animales menos conocidos y más incomprendidos; eso fue lo que me atrajo”. Él comenta que la gente dice todo tipo de cosas sobre los murciélagos, añadiendo que “es como si te dijeran que allá afuera andan serpientes cascabeles voladoras”.
Durante una entrevista realizada en febrero sobre su trabajo de conservación en Malasia, a Sheema Abdul Aziz le preguntaron si la gente puede contagiarse de Covid-19 al comer frutas polinizadas por murciélagos. Ellos son considerados polinizadores de cientos de especies de plantas.
“Por supuesto que la respuesta es NO”, dijo la doctora Sheema en un email.
La investigadora puede recordar el momento exacto en el que se enamoró de los murciélagos. Fue hace 17 años, cuando sostuvo en su mano un espécimen de Kerivoula intermedia, o murciélago pintado. “Para mí fue una experiencia que cambio mi vida”, recuerda.
Algunas veces, la gente apoda a la doctora Sheema -quien colecciona memorabilia sobre murciélagos- como Batgirl o Batwoman. Pero a ella no le agrada ningún personaje de cómics relacionado con los murciélagos, en particular Batman.
“Toda su personalidad y su rutina se basa en el miedo hacia los murciélagos... así que él ha hecho bastante para propagar el temor”, afirma.
Nathaniel Marshall vio con frustración como su animal favorito era atacado durante el brote de coronavirus.
Pero cuando el Papa se involucró en abril, al tuitear “Cuando nos hallamos en un estado de pecado, somos como ‘murciélagos humanos’ que pueden moverse sólo de noche’, Marshall –un plomero de Atlanta- dijo basta. Abrió una cuenta en Twitter llamada Give Bats a Break (Denles un descanso a los murciélagos).
“Por el contrario, Santo Padre…los murciélagos no están cometiendo crímenes al alero de la noche por los cuales deberían avergonzarse, sino que proveen servicios invaluables a nuestros ecosistemas y comunidades”, le respondió Marshall al Papa en Twitter.
El Vaticano no respondió a la petición de algún comentario para este artículo.
La cuenta de Twitter de Marshall se ha vuelto un punto de reunión para los fans de los murciélagos de todo el mundo. Él la usa para contrarrestar estereotipos negativos. “Por ejemplo, que son ratas con alas, que chupan sangre, que portan la rabia y que se meten entre el cabello de las personas”, señala.
Marshall ha amado a los murciélagos desde que tiene uso de memoria. Las paredes de su dormitorio estaban repletas de posters con imágenes de ellos, tenía murciélagos de juguete y de alguna manera se las arreglaba para incluirlos en todas sus tareas escolares, sin importar la temática. Su favorito siempre ha sido el murciélago orejudo de Tomes, también conocido como murciélago nariz de espada y que es una especie latinoamericana que él describe como poseedora de un rostro que parece una catedral gótica.
Los murciélagos no están clasificados como roedores. Y el 99 por ciento de los casos globales de rabia se relacionan con perros, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). De las 1.400 especies conocidas de murciélagos, sólo tres consumen sangre, según la doctora Frick y otros científicos.
“A los murciélagos no les interesa volar y meterse en tu pelo”, de acuerdo con Neighbourhood Bat Watch, un consorcio de grupos canadienses de conservación de vida salvaje y biólogos. “Tal vez ellos vuelen cerca tuyo en busca de insectos, pero su sorprendente uso de la ecolocalización evitará que aterricen encima de ti”.
La doctora Frick describe a la comunidad global de amantes de los murciélagos casi “como un culto”.
Ella conoció a su esposo, un consultor medioambiental que se especializaba en murciélagos, mientras trabajaba con estos animales. Su hogar está repleto de fotos de murciélagos y los regalos navideños que entrega su familia “inevitablemente tienen una temática de murciélagos”. Recientemente, la madre de la doctora Frick le regaló un set de platos con imágenes de quirópteros.
“Los murciélagos siempre han tenido una mala reputación. Y tenemos mucho que corregir”, afirma.