En el ajetreo constante y la interminable conectividad, el sueño parece ser uno de los sacrificios más frecuentes que la sociedad moderna está dispuesta a hacer. Datos estadísticos han demostrado un fenómeno preocupante: la población mundial duerme menos que antes. Este hecho plantea una serie de interrogantes sobre la salud de las personas.
Factores como el estrés, el uso excesivo de dispositivos electrónicos, los horarios de trabajo exigentes y la cultura del “siempre activo” contribuyen a este fenómeno alarmante. Pero dormir poco puede causar más daño a la larga.
Sorprendente estudio dice que dormir poco puede causar diabetes: estas son las razones
Un nuevo estudio señala que los adultos que duermen solo de tres a cinco horas al día tienen mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Los hallazgos se publicaron el 5 de marzo en la revista JAMA Network Open .
“Investigaciones anteriores han demostrado que el descanso diario breve y repetido aumenta el riesgo de diabetes tipo 2, mientras que los hábitos alimentarios saludables, como comer frutas y verduras con regularidad, pueden reducir el riesgo”, dijo Diana Nôga, investigadora del sueño en el Departamento de Biociencias Farmacéuticas de la Universidad de Uppsala en un comunicado.
“Sin embargo, aún no está claro si las personas que duermen muy poco pueden reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 comiendo de forma saludable”, agregó Nôga. Es por esto que los investigadores analizaron las asociaciones a largo plazo entre el sueño y los hábitos alimentarios y el riesgo de diabetes tipo 2 entre pacientes adultos.
Utilizaron datos del Biobanco del Reino Unido, una de las bases de datos de población más grandes del mundo, y siguieron a 247.867 individuos de entre 38 y 71 años, con una edad media de casi 56 años.
Los participantes respondieron cuestionarios sobre sus hábitos alimentarios y sobre cuántas horas dormían cada 24 horas, incluidas las siestas. Luego se agruparon en cuatro categorías de duración diaria de sueño: siete a ocho horas (normal), seis horas (ligeramente corto), cinco horas (moderadamente corto), tres a cuatro horas (extremadamente corto).
Alrededor del 75% de los participantes informaron de una duración normal del sueño, casi el 20% informó de una duración ligeramente corta, casi el 4% informó de una duración moderadamente corta y menos del 1% informó de una duración de sueño extremadamente corta.
Sobre sus hábitos alimenticios se clasificaron en función del consumo específico de carne roja, carne procesada, frutas, verduras y pescado de la población, con puntuaciones de dieta saludable que oscilaron entre 0 como poco saludable) y 5 como saludable.
La mayor cantidad de participantes (29%) obtuvo un 4 de puntuación, y el 27% obtuvo la puntuación 3. El 17% obtuvo una puntuación de 5 y la misma cantidad de personas obtuvo de puntuación 2. Solo el 7% obtuvo un 1 y el 1% obtuvo 0.
Al final del período de seguimiento, que fue de 12,5 años en promedio, se había diagnosticado diabetes tipo 2 a 7.905 participantes (3%). Tras el análisis, los resultados mostraron que los participantes que dormían de tres a cuatro horas cada noche tenían un 41% más de probabilidades de padecer diabetes tipo 2, en comparación con aquellos que dormían una cantidad “normal” (definida como siete u ocho horas).
Mientras tanto, los británicos que dormían cinco horas cada noche tenían un riesgo 16% mayor de desarrollar la afección. Al evaluar las asociaciones con la puntuación dietética, aquellos con las dietas más saludables (5) tenían un 25% menos de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, en comparación con aquellos con los patrones dietéticos menos saludables.
Sin embargo, las personas que comían de forma saludable pero dormían menos de seis horas al día seguían teniendo un mayor riesgo de diabetes tipo 2. “Nuestros resultados son los primeros en cuestionar si una dieta saludable puede compensar la falta de sueño en términos de riesgo de diabetes tipo 2″, explicó Christian Benedict, profesor asociado e investigador del sueño en el Departamento de Biociencias Farmacéuticas de la Universidad de Uppsala e investigador principal detrás del estudio en un comunicado.
“No deberían ser motivo de preocupación, sino más bien ser vistos como un recordatorio de que el sueño desempeña un papel importante en la salud”, añadió Benedict. También dijo que los efectos de la falta de sueño varían entre individuos, dependiendo de aspectos como la genética y la necesidad real de dormir de una persona.
Descansar lo suficiente es fundamental para mantener una buena salud y un funcionamiento óptimo en todas las áreas de la vida. Existen una serie de estrategias que se pueden probar para mejorar la calidad y la cantidad del sueño. Aquí tienes algunas sugerencias:
- Establece un horario regular para dormir: Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana. Esto ayuda a regular tu reloj biológico y a mejorar la calidad de tu sueño.
- Crea un ambiente propicio para dormir: Asegúrate de que tu dormitorio sea cómodo, tranquilo y oscuro. Controla la temperatura para que sea fresca y agradable. Utiliza cortinas opacas, tapones para los oídos o una máscara para los ojos si es necesario.
- Limita la exposición a la luz antes de acostarte: La luz artificial puede afectar la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño. Reduce la exposición a pantallas de dispositivos electrónicos como teléfonos, tabletas y computadoras al menos una hora antes de dormir.
- Evita la cafeína y otros estimulantes: Limita el consumo de cafeína y otros estimulantes como el alcohol y el tabaco, especialmente en las horas previas al sueño.
- Haz ejercicio regularmente: El ejercicio regular puede mejorar la calidad del sueño, pero evita hacer ejercicio intenso justo antes de acostarte, ya que puede dificultar conciliar el sueño.
- Practica técnicas de relajación: La meditación, la respiración profunda, el yoga y otras técnicas de relajación pueden ayudar a reducir el estrés y preparar tu mente y cuerpo para dormir.
- Limita las siestas durante el día: Si necesitas tomar una siesta, trata de que sea corta (aproximadamente 20-30 minutos) y evita hacerlo tarde en el día, ya que puede interferir con tu sueño nocturno.
- Evita las comidas pesadas antes de acostarte: Trata de cenar al menos unas horas antes de irte a la cama y evita las comidas pesadas y picantes, que pueden causar malestar estomacal y dificultar el sueño.
- Crea una rutina relajante antes de acostarte: Dedica un tiempo antes de dormir a actividades relajantes como leer, tomar un baño caliente o escuchar música suave. Esto puede ayudar a preparar tu mente y cuerpo para el sueño.