Cuando las organizaciones viven una crisis, como ahora mismo muchas lo están haciendo, lo que se preguntan sus líderes es: ¿cómo sostener la organización en tales condiciones de crisis, evitando ir a peor? O es: ¿cómo salir de la crisis lo mejor posible?
Hagamos la misma pregunta, ahora, para la crisis que vive el planeta. Crisis climática, de pérdida de biodiversidad y de degradación ambiental por la contaminación, todo ello cruzado por grandes inequidades sociales. Igual que en el caso anterior, nos podríamos preguntar si sostenemos lo que tenemos para no ir a peor, o si hacemos algo para mejorar la situación para salir lo mejor posible de ella.
En este último caso, nuestra respuesta ha sido ser (en alguna medida) sustentables, es decir, poner el foco en sostener lo que ya está, evitando incrementar el daño. No obstante, progresivamente surgen voces que apuestan por ir más allá. Es la mirada regenerativa, que propone volver a crear las condiciones para la vida en ecosistemas que han sido previamente degradados por actividades insostenibles. Esto permite, por ejemplo, hacer nuevamente cultivables suelos que parecen infértiles, a través de técnicas inspiradas en la imitación de la propia naturaleza y en el conocimiento tradicional.
Al mismo tiempo, al recuperar la vitalidad del suelo, se favorece la recuperación de los ciclos del agua y aumenta la capacidad de capturar carbono, mitigando los efectos del cambio climático. Además, ofrece una oportunidad a nuevas generaciones que pueden ver en el medio rural una forma de vida viable.
Ya no hablamos, entonces, de no generar daño al medio ambiente, sino que de participar activamente en la recuperación de la salud de los ecosistemas socio-ecológicos. Es decir, enfrentar la crisis para intentar salir de ella lo mejor posible.
Esto podría parecer ecologismo radical, pero en realidad es también una aproximación emergente en el mundo empresarial. Así lo demuestran compañías como Danone, que se ha comprometido en 2018, al desarrollo de nuevos modelos agrícolas regenerativos, así como aportar una inversión de 6 millones de dólares en estudios sobre salud del suelo.
Unilever, por su parte, anunció en junio de este año que invertirá un billón de euros en un nuevo fondo dedicado al clima y la naturaleza por los próximos 10 años. Más allá de lograr una cadena de suministro libre de deforestación, la empresa se está comprometiendo a regenerar la naturaleza, es decir, aumentar la biodiversidad local, restaurar la salud del suelo, preservar la conservación y el acceso al agua. Para ello implementarán un código de agricultura regenerativa para todos sus proveedores.
Más allá de la industria alimentaria, en algunas partes del mundo ya se habla de moda regenerativa por el origen regenerativo de sus fibras. También se vislumbran nuevas aproximaciones al turismo, orientado al cuidado activo de los ecosistemas en lugar de su mera contemplación.
En Chile hay ejemplos ya de ganadería regenerativa. Para quienes seguimos de cerca esta aproximación emergente, cada vez se hacen más visibles nuevas oportunidades de crear valor social, ambiental y económico, tanto desde empresas tradicionales, así como de nuevas empresas que tienen la regeneración como propósito central de su negocio. En lugar de sostener las condiciones críticas que ya han alcanzado nuestros ecosistemas, podemos transformar esta crisis en una oportunidad, alineando los objetivos y capacidades de las empresas con la recuperación de la salud del planeta.
Hoy estamos en jaque por la crisis que ha provocado la pandemia del Covid-19. Nuevamente, todos los esfuerzos están dirigidos, no solo a que esto no vaya a peor, sino que a tener una solución que permita restablecer una convivencia con riesgo controlado. Es decir, la energía está puesta, más que en sostener, en salir de la crisis. En este contexto, se ha dicho reiteradas veces que es una oportunidad para replantearnos el futuro. Pero sin visibilizar y poner en valor alternativas que permitan este replanteamiento, el riesgo de volver hacia atrás es muy alto. La mirada regenerativa puede contribuir a la construcción de estas alternativas.
*Doctorada en Ciencias y Tecnologías del Medio Ambiente (Universidad de Barcelona), académica adjunta, Escuela de Negocios, Universidad Adolfo Ibáñez