Las cifras no son alentadoras. La pandemia por Covid-19 se resiste a terminar. Junto con las medidas de cuidado, las vacunas son una de las herramientas con grandes posibilidades para disminuir su efecto y evitar principalmente muertes.
Las cifras lo resaltan. En Chile los resultados del Estudio de Efectividad de CoronaVac reflejan que quienes no están vacunados tienen 3,23 veces más posibilidades de hospitalizarse, 3,57 veces más riesgo de ingresar a una UCI y 4,5 veces más posibilidad de fallecer.
Pero ese pinchazo en el brazo, que parece la acción más fácil en un mundo en pandemia, no es seguido por toda la población. ¿Por qué se evita?
Esa actitud no es fácil de entender. Para algunos es una elección bajo la idea de la teoría de la conspiración. Otros prefieren esperar. Para un grupo hay desconfianza.
Sin importar el fondo, todas esas renuencias afectan. “El 80% de los más de ocho mil casos que tenemos en este momento, son personas que no han recibido su inmunización completa”, dijo el ministro de salud Enrique Paris hace unos días para reiterar la importancia de la vacunación.
Modelo mental
Hoy es una medida urgente, ¿se puede motivar a alguien que no quiere vacunarse? No existe un método infalible para convencer de algo a alguien, aclara Pedro Maldonado neurocientifico, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica BNI, de la Facultad de Medicina Universidad de Chile. “No existiría el debate, ni el hecho de tener diversidad de opiniones si eso fuera posible”, explica.
No es sencillo que quien argumenta, por ejemplo, confiar en su sistema inmunológico y no en las vacunas para protegerse de Covid-19, cambie de parecer, dice Maldonado. Desde el punto de vista de la neurociencia nuestras convicciones son el resultado de todas las experiencias de vida, con las cuales hemos construido un modelo mental “y no cambia fácilmente”, aclara.
Para que ese modelo mental se abra a nuevas opciones o a colaborar frente a las instrucciones de las autoridades, el neuricientífico indica que es relevante confiar en la información y sugerencias que se reciben.
Hay concordancia entre la confianza y la obediencia. No se convence con argumentos. Maldonado indica que el mensaje debe ser consistente con los modelos mentales de cada uno. Si se confía en ese mensaje, se cree.
“Pero hoy la generación de confianza es crítica”, aclara. “Parece que tenemos una crisis de confianza que se ha acentuado por mensajes poco coherentes. Si un día dicen una cosa, y al otro otra, el resultado es no que sé a quién creerle. Bajo ese estado es muy difícil adherir a pautas de comportamiento”.
La ciudadania responde positivamente en la medida que confía. Por ejemplo, dice Maldonado, en Nueva Zelanda hay pocos casos y no porque tengan vacunadas a muchas personas “sino porque la población fue receptiva a la autoridad”. Algo similar ocurrió en Alemania. Todo tiene que ver con cuánta confianza se deposita en las autoridades. “Pero en Brasil donde se ignoró la situación con mensajes contradictorios, ahora tiene una crisis tremenda”, explica.
En Chile ya en 2019 el X Estudio Nacional de Transparencia realizado por el Consejo para la Transparencia daba cuenta del alto nivel de desconfianza de la población hacia el Estado y organismos públicos. El 79% los calificó de “corruptos” o “muy corruptos”. Es decir, ocho de cada diez personas consultadas no confía en esas instituciones.
Las dudas ante las vacunas mezclan muchos aspectos y involucran también emociones. Para resolverlas, dice Maldonado se necesita no de una, sino de varias estrategias.
Mensaje y confianza
Gracias la globalización de las comunicaciones y la gran cantidad de información disponible, cada vez más personas mantienen vínculos informativos y de opinión con otras que tienen el mismo punto de vista de ellos. Con eso, dice Maldonado, se ha fragmentado la discusión y la reflexión se debilita.
Cuando había pocos medios de información era más fácil. “Ahora cada uno puede estar en el círculo de información que desea y que además coincide con la forma de pensar, si tengo tendencia antivacuna genero esos vínculos y reverbera en mi red. Tendré menos oportunidades de compartir y contrastar frente a la forma de pensar de otro grupo”, dice Maldonado.
Eso explica, que si quien tiene muchos seguidores y publica una supuesta capacidad magnética del cuerpo luego de la vacuna, afecta a quienes le siguen porque confían, dice el neurocientífico: “Si yo hago un video y hago desaparecer un elefante, nadie pensaría que soy un mago. Pero si lo hace alguien con cierta autoridad con muchos seguidores, ahí hay confianza. Esa persona está explotando ese capital de confianza, de la misma manera que si sale algo en un medio de comunicación tradicional tiene otra credibilidad que si es en un diario escolar”.
Ese comportamiento hace que esos movimientos parezcan robustos. No ponen en duda sus postulados. Tampoco participan en debates. “Solo publican en redes en que los siguen los cercanos ideológicos, lo que refuerza el modelo mental de que las vacunas son tal cosa u otra”, dice Maldonado.
Kolina Koltai, investigadora del Centro para un Público Informado de la Universidad de Washington, ha estudiado el movimiento contra la vacunación en Facebook desde 2015, y en diversas entrevistas ha indicado que si antes de la pandemia ese rechazo circulaba principalmente en grupos dedicados al escrutinio de vacunas, salud alternativa y crianza de los hijos, hoy la crisis generó lo que llama “la tormenta perfecta” para que la información errónea se masifique.
El tema es mucho más complicado que estar en contra de las vacunas, ha indicado Koltai, “va desde padres altamente educados que están interesados en la crianza integral y naturalista de los niños hasta teóricos de la conspiración que quieren abolir las vacunas por completo“.
Antivacunas
En sus estudios Koltai en los grupos antivacunas en Facebook, concluye que quienes entran a esos espacios lo hacen por variadas razones. “Al principio, eran en su mayoría padres, más mujeres que hombres, desde amas de casa hasta personas con altos niveles de educación que querían una educación naturalista para su hijo”, ha señalado.
Un grupo que inicialmente no tenía inclinación política en Estados Unidos. Pero luego de que políticos republicanos hablaran directamente sobre los temores contra las vacunas, dice Koltai, empujaron esos grupos hacia la derecha.
“Curiosamente esto no tiene que ver con el nivel educacional”, añade Maldonado. “Hay personas muy competentes e inteligentes, pero que se mueven en círculos que comparten esas ideas”.
Afirmaciones infundadas de que el virus fue planeado y que las vacunas se usarán para rastrear o controlar a las personas son parte de la información errónea más mencionadas señala Zignal Labs, una empresa de análisis de medios.
Las redes sociales son conscientes del problema. Facebook, YouTube de Google y TikTok dicen que están eliminando las afirmaciones desacreditadas sobre las vacunas Covid-19. Twitter todavía no anuncia su política.
Tampoco el presentar la evidencia los hace cambiar de idea. “Existe un mecanismo neurobiológico que se resiste a que sea tan fácil cambiar ese modelo”, aclara Maldonado. Cuando se tiene un cierto modelo mental de cómo funciona el mundo, cuando se muestran evidencia en contra, el cerebro se vuelve introspectivo y activa la red por defecto. “Eso hace que el cerebro se cierre como almeja a lo que viene de fuera”, explica el neurocientífico sobre un mecanismo que lo único que busca es mantener la integridad del modelo mental, porque si cambia a cada momento la persona perdería literalmente la razón.
Menos aún sirve ridiculizar o apelar a la vergüenza. Para eso se necesita que la persona considere en su modelo mental el no vacunarse como algo malo. “Las personas que no quieren vacunarse están convencidas de que no es una conducta adecuada y nunca van a tener vergüenza, al contrario”, agrega Maldonado:
Pensamiento crítico
La crisis favorecen las conspiraciones. Y estamos ante una de las más intensas y extendidas de la historia reciente. El resultado dice Koltai han sido extravagantes ideas, como por ejemplo, decir que Bill Gates está usando las inyecciones para inyectar microchips.
Pero también hay quienes afirman que los ensayos de la vacuna fueron apresurados y de mala calidad. Se preocupan por los efectos secundarios a largo plazo de una sustancia química que consideran “novedosa y que manipula nuestras células”.
Contra esos argumentos, Maldonado dice que efectivamente la vacuna se logró en un tiempo récord, “pero no se ha saltado ningún paso”. La diferencia con cualquier otra vacuna conocida hasta ahora, es que “en este caso los recursos fueron infinitamente más potentes que el para otras vacunas”. La urgencia lo requería. Ahí la eficacia es lo que contrarresta esa idea. “Basta con mirar los números, si fuera una mala vacuna y experimental, los resultados no serían como los que se indican”.
Sin embargo, añade Maldonado, las autoridades al contrarrestar esto con medidas que no son consistentes, “no ayudan”.
“Con la ciencia en general y gracias a la práctica del pensamiento crítico eso podría cambiar”, asegura Maldonado. Una herramienta que permite evaluar alternativas y contrarrestar con evidencia científica. “Eso es relevante para una sociedad sana, pero requiere estar en los sistemas educacionales, porque hoy si algo viene de Twitter vale lo mismo que si sale en un medio, para eso se requiere contrarrestar a través de una evaluación critica”.
Para reevaluar el modelo mental se necesita discutir. Llevar al debate la evidencia científica a favor de las vacunas. Pero es una tarea compleja. Si se les da la misma tribuna a quienes piensan a favor y en contra de las vacunas, se plantea que ambas posturas son válidas. “Por eso hay que mostrar el grado de coherencia y consenso tienen cada una, si se les da el mismo peso pareciera que la evidencia es igual, pero no lo es. El cómo se comunica es súper clave”, dice Maldonado.
Uno de los motivadores de conductas más importantes son las recompensas. “Nuestro cerebro actúa y se mueve motivado por recompensas, comer, dormir, descansar, y acá aparece que el pase de movilidad es un enorme motivador, que pareciera desafortunadamente no muy apropiado en este momento porque la vacuna no detiene los contagios, evita los casos graves y la gente se contagia y transmite igual”.
Las recompensas funcionan. También la información consistente y adecuada. Pero no hay técnicas de convencimiento, dice Maldonado: “Efectivamente las personas son libres de decidir, pero se las puede motivar al ser consistentes y claros. Cuando dicen que la Mesa Social no tiene integrantes ni actas, es un golpe muy fuerte para la confianza, más cuando las autoridades tienen a su disposicipon suficiente ayuda científica. Eso solo aumenta la desconfianza”.