Con precisión astronómica avanza la construcción del Gran Telescopio de Exploración Sinóptica (LSST), a 2.700 m.s.n.m de la cúspide del Cerro Pachón de Vicuña, en el prístino cielo del valle de Elqui, región de Coquimbo.
Y es que en una amplia sala del observatorio, hoy rebautizado como Vera C. Rubin, se encuentran depositados los principales componentes del poderoso telescopio de 350 toneladas: un espejo primario de 8,4 metros; un espejo secundario de 3 metros y la poderosa cámara de 3.200 millones de pixeles.
El primer año de funcionamiento, el Observatorio Rubin verá más asteroides, estrellas, quásares y galaxias en el universo, y emitirá más alertas, que todos los telescopios anteriores combinados, revolucionando la observación astronómica y, de paso, diferentes ciencias.
Porque el ex LSST es 100 veces más capaz de descubrir explosiones cósmicas que las exploraciones actuales. Mario Hamuy, astrónomo, Premio Nacional de Ciencias Exactas en 2015 y jefe de la misión de AURA en Chile, explica que estamos ante un telescopio que va a cambiar la astronomía por sus características ópticas de gran angular, que a diferencia de los tradicionales hacen un zoom en una zona del cielo.
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Mario Hamuy, astrónomo, Premio Nacional de Ciencias Exactas en 2015 y jefe de la misión de AURA en Chile.[/caption]
Su campo de visión excepcionalmente amplio le permite observar grandes áreas del cielo a la vez, tomando más de 800 imágenes panorámicas de cada noche, puede cubrir el cielo austral dos veces por semana. "En una sola imagen tomada van a caber 36 veces la luna llena, es un campo gigantesco. En solo tres días, el telescopio puede tomar una imagen completa del cielo austral, y al cuarto día va a comenzar nuevamente el ciclo, y así sucesivamente por diez años. Este telescopio va a poder detectar todo aquello que cambie en el cosmos, ya sea porque se mueve o porque varía en brillo: vamos a tener una especie de reality show del Universo", precisa Hamuy.
La cámara del telescopio será la más grande que se haya construido para la astronomía, ya que se adquirirán cientos de exposiciones profundas de cada parte del cielo a más de 18 mil grados cuadrados. El Observatorio Vera C. Rubin producirá 15 terabytes de datos sin procesar por noche, produciendo una base total de 150 Pentabytes, todo disponible para los astrónomos estadounidenses y chilenos, así como colaboradores internacionales. Tradicionalmente, Chile, como país anfitrión, tiene reservado solo un 10% de los tiempos de observación de los telescopios.
2020: una etapa, cuatro objetivos
En su década de operaciones, el telescopio estará encargado además de develar cuatro áreas principales de la ciencia cósmica: monitorear asteroides peligrosos para el planeta; descubrir la formación y estructura de la Vía Láctea; ver cómo el cosmos se desarrolla; y comprensión de la misteriosa materia obscura y energía obscura.
Justamente, el año pasado, nació la idea de rebautizar el observatorio en la Comisión de Ciencias, Espacio y Tecnología de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, norma promulgada a fines del 2019 y anunciada por la Sociedad Astronómica Estadounidense este año. La directora de la Fundación de Ciencias de Estados Unidos (NSF), France Córdova, acota que Vera C. Rubin "fue una astrónoma que proporcionó pruebas importantes sobre la materia oscura".
"El telescopio está en fase de construcción, se espera que esté terminado a fines del 2022, cuando comience sus operaciones científicas. En este momento, se está construyendo la estructura del telescopio propiamente tal", comenta Hamuy, quien agrega que "una vez que se vaya avanzando en la construcción, viene la etapa en que se monta el telescopio: el espejo primario, el espejo secundario y la cámara digital".
Además, durante los próximos meses se va a desarrollar el aluminizado del espejo principal. Ello consiste en depositarle una capa muy delgada de plata para que la superficie sea muy reflectante.
"Este telescopio futurista es único en su tipo. Vamos a poder descubrir cosas que nuca nadie antes había visto: Objetos que varían en escala de tiempo breves o asteroides que eventualmente podrían ser una amenaza para la Tierra; se van a poder detectar exoplanetas, o sea planetas externos al Sistema Solar; se van a poder descubrir supernovas, que son estrellas que explotan, y con esta gigantesca base de datos, también se va a poder abordar preguntas fundamentales como qué es la materia oscura y qué es la energía oscura, que constituyen el 96% del Universo, y todavía no sabemos qué es", agrega el astrónomo y presidente de la Sociedad Chilena de Astronomía.
La primera luz, en tanto, se espera para fines del año 2022, cuando estén completamente integrados las distintas componentes del telescopio.
Desafíos y consolidación
En una sola noche de observación, se producirán algo así como 10 millones de alertas de objetos que han variado por alguna razón u otra. Por lo tanto, habrá un desafío informático para transportar datos, almacenarlos y procesarlos, y desarrollar para poder analizar esos volúmenes de información, abriendo oportunidades en su operación no solo para los astrónomos, sino también para los ingenieros informáticos, estadísticos y matemáticos.
El caudal de datos transitará desde el Cerro Pachón a La Serena; La Serena a Santiago, y Santiago a Estados Unidos. Cada imagen nueva que toma el telescopio, se debe comparar con otra imagen de registro, en apenas un minuto.
Para Hamuy, la puesta en marcha del Observatorio Vera C. Rubin también colaborará a que Chile se consolide como el país con la mayor capacidad de observación astronómica en el planeta: "cuando entre en operaciones el LSST, después entre el Telescopio Gigante Magallanes, que va a tener 4 metros, y después el Telescopio Extremadamente Largo, que va a tener 38 metros de diámetro, y si sigues sumando esas superficies de espejo vamos a llegar al 70% de la capacidad en observación".