La motivación social también puede usarse en matemáticas. Sí, y la idea de una tecnología que implique un trabajo colaborativo entre alumnos, con retroalimentación inmediata y una alta motivación social, tendrían un alto impacto en la escuela.

Esa es una de las conclusiones de un estudio del Centro de Investigación Avanzada en Educación de la Universidad de Chile (Ciae), el Banco Interamericano de Desarrollo y la agencia canadiense International Development Research Centre, que busca identificar buenas prácticas de TIC y aprendizaje en América Latina.

"Existe una gran cantidad de estrategias pedagógicas, muchas de las cuales introducen TICS en el aula, pero en casi todas, las aulas están aisladas unas de otras. No consideran que el cerebro humano evolucionó hacia uno social donde el sentido de pertenencia y cohesión están en nuestro ADN. ¿Por qué no utilizar el sentido de pertenencia al curso? Eso fue lo que nos preguntamos al diseñar este programa", explica Roberto Araya, director del proyecto chileno e investigador del Ciae.

El estudio se desarrolló en Chile y en él participaron escolares pertenecientes a 50 cursos de cuarto básico de 24 colegios de la Región Metropolitana. Mientras el grupo de control tuvo clases tradicionales de matemáticas, el grupo experimental trabajó con un software, alineado con el currículo escolar, que permite la interactividad y la colaboración entre pares.

¿Cómo se realizó el trabajo? Por ejemplo, los alumnos con mejor desempeño fueron monitores para guiar y apoyar a sus compañeros.  Además, los alumnos participaron en torneos de matemáticas online bimensuales, con los otros colegios del proyecto, lo que añadió el factor de motivación social.

Otra herramienta participativa fue que los estudiantes debían argumentar sus respuestas, con revisión de sus propios compañeros, lo que promueve la argumentación escrita.

La ventaja de la plataforma es que ofrece al profesor una guía de instrucción, que le permite crear nuevos ejercicios y preguntas abiertas, según su diagnóstico del curso, que pueden ser enviadas a los computadores de los niños y obtener las respuestas de inmediato. Esto permite dar un feedback oportuno, seleccionar estudiantes que serán asistentes de sus compañeros y dar seguimiento en tiempo real de la cobertura del currículo.

Colaboración

El trabajo se prolongó durante todo el año 2017. Al inicio y al final del año, ambos grupos fueron evaluados, con test tomados por centros independientes, con el objetivo de medir el avance en matemáticas.

¿El resultado? El grupo de escolares que trabajó colaborativamente en resolver ejercicios matemáticos y que participó en torneos tuvo mejor desempeño en matemáticas tanto en los test internos como en el Simce. Los avances fueron de 0,12 desviaciones estándar en los test internos y de 0,30 desviaciones estándar en el Simce, lo que equivale a más de la mitad de lo que se aprende en un año y a seis veces el impacto de programas de entrenamiento efectivos prescriptivos.

Araya explica que el estudio permitió medir trabajo colaborativo y su impacto, cuál es el efecto de las ayudas dadas entre estudiantes y medir la calidad de las argumentaciones escritas y su impacto en el aprendizaje.

"¿Motivación social en matemáticas? La idea parece violar nuestras preconcepciones, pero ahora tenemos evidencia que las adaptaciones sociales del cerebro humano pueden ser fuente de estrategias educacionales muy efectivas. Sí, matemáticas y habilidades sociales se potencian", agrega Araya.

El estudio concluye que la tecnología que tiene impactos en el aprendizaje no es la que busca reemplazar al profesor, sino que lo guía y está alineada con el currículo.