Géologos e ingenieros señalan que desde el punto de vista científico, no hay diferencias entre sismo, temblor y terremoto, sino que se trata más bien de una discusión social.

Sin embargo,  a modo de consenso, se establece que un terremoto genera daños en la infraestructura como inmuebles o caminos, desprendimientos de tierra, entre otras consecuencias, y en ocasiones víctimas fatales y heridos. Incluso, algunos han estimado que se puede hablar de terremoto cuando su magnitud es igual o superior a los 7,5° en la escala de Richter.

Sin embargo, como el de Tongoy fue un terremoto intraplaca, sus consecuencias y percepción son mayores, por lo que la mayoría de los especialistas consultados por Qué Pasa, señalan que lo del sábado en la noche fue un terremoto, pese a que su magnitud fue de 6,7° Richter. 

"La definición de terremoto es más social que académica. La gente intenta separar a los que generan daños de los que no lo hacen. Este quedó en el límite, pero considerando que hubo víctimas fatales y daño considerable a inmuebles, no tendría objeciones al declararlo un terremoto", dice Sergio Ruiz, académico del Departamento de Geofísica  de la U. de Chile. 

Siguiendo esa lógica, "en este caso se trata de un terremoto", concuerda Rodrigo Cienfuegos, ingeniero de la U. Católica y director del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden).

Según el Servicio Nacional de Sismología de la U. de Chile, el daño asociado de un terremoto no es proporcional a la graduación del sismo. El hecho que sea a menor profundidad, hace que se sienta más fuerte y sea más destructivo.

Por eso, muchas personas en Tongoy, La Serena y Coquimbo, aseguran haber sentido un movimiento telúrico incluso superior al que experimentaron para el 27F.