El pasado martes 18 de junio, el sector de Playa Negra en la ciudad de Penco, Región del Biobío, se despertó con el corte del suministro eléctrico en la zona, con postes caídos y techos que se volaron debido a fuertes vientos.
El responsabe según los vecinos: un inesperado viento, del que escucharon fuertes zumbidos y el paso de ráfagas que provocaron destrozos en la zona.
Tornados y trombas marinas: estas son las ciudades más amenzadas del país según un estudio
El primer diagnóstico estableció que se había tratado de una tromba marina, pero poco después la Armada confirmó que en realidad se trataba de un tornado. La diferencia: el primero se produce en el mar, mientras que el segundo, como el de Penco, en tierra.
Como sea, ambos conceptos, tornados y trombas marinas son dos fenómenos climáticos del que cada vez se habla más en el país. Aunque no se trata de fenómenos nuevos, sí son ocasionales y han ocurrido desde hace tiempo en Chile.
De hecho, el actual sistema frontal que afecta la zona centro sur volvió a reportar uno de estos fenómenos. Según informaciones de medios locales, un tornado afectó al sector de Malalhue, en Lanco, y una tromba marina en Corral.
Aunque no hay registros sistemáticos, en 2010, Alejandro de la Maza, capitán de Fragata (R) de la Armada, como miembro del Servicio Meteorológico del organismo realizó una revisión bibliográfica de trombas y tornados que publicó en la web de la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante de Chile (Directemar).
Según este registro, entre 1633 y 2020 se han registrado cerca de 50 tornados.
Notas históricas hablan de un viento arremolinado que destrozó la entrada del fuerte español San Antonio de la Ribera en Carelmapu, el 16 de mayo de 1633, el que voló los techos de las casas de soldados y hasta desenterró los cadáveres del cementerio.
Otro antiguo registro es el de un tornado de Valdivia, ocurrido en la tarde del 26 de abril de 1881, un evento que estuvo acompañado de tormenta eléctrica y lluvias torrenciales que afectaron la intendencia, una escuela, la torre de la Iglesia matriz y varios tejados.
Durante la madrugada del 27 de mayo de 1934, en Concepción, una tromba marina salió del río Biobío y se internó por el cementerio, el mercado y la Avenida Barros Borgoño, cruzó la Plaza de la Independencia, tumbando árboles, pérgolas y bancas, siguiendo su camino hasta desaparecer en el Valle de Nonguén. El fatal paso del tornado dejó 27 fallecidos, 2 desaparecidos y 599 heridos de diversa consideración, dice el registro de Alejandro de la Maza.
De acuerdo al recuento histórico, en San Carlos el 18 de mayo de 1981 se registró otro tornado que arrancó los árboles de la Plaza de Armas, la techumbre y vidrios de la estación de trenes, además de la caída de postes de luz y daños en casas y edificios.
La mayoría de los tornados y trombas que se están registrados ocurren entre mayo y agosto por la actividad frontal. El clima chileno depende, a grandes rasgos, del anticiclón del Pacífico, que inhibe el paso de los sistemas frontales y de las bajas polares que vienen con toda la lluvia, el viento norte y con la actividad de precipitaciones. En otoño están más inestables y en invierno domina el paso de los sistemas frontales. Además, por el Golfo de Arauco, es por donde pasa la mayoría de los sistemas frontales.
Debido a los escasos estudios, a fines de mayo de 2019 y tras una ola de tornados en Chile, el meteorólogo de la Dirección Meteorológica de Chile José Vicencio, junto a Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica FCFM U. de Chile, realizaron un estudio (“The Chilean Tornado Outbreak of May 2019: Synoptic, Mesoscale, and Historical Contexts”), publicado en la revista científica de la American Meteorological Society.
En el estudio señaló que las condiciones durante el enjambre de siete tornados, ocurrió en medio de condiciones climáticas severas que también incluyeron relámpagos, lluvias intensas y granizo grande. Ambos investigadores destacaron que estas características son poco comunes en las tormentas extratropicales presentes en el centro-sur de Chile, generalmente más estables.
“Mientras en Estados Unidos tienden a ocurrir en verano y primavera, en Chile son tornados de estación fría, similares a los observados en Australia durante otoño-invierno. La otra diferencia importante es la cantidad de eventos: mientras en Chile apenas tenemos cerca de 50 registros en al menos 200 años, en Estados Unidos ocurren cerca de 1.000 tornados por año. Esto también se asocia a que un puñado pequeño de tornados es capaz de alcanzar intensidades catastróficas, que afortunadamente parecen muy improbables de ocurrir en Chile o Australia”, explicó Vicencio.
La investigación estableció que las zonas más expuestas en nuestro país se concentran entre la Región del Ñuble -particularmente en San Carlos, donde históricamente se han observado tornados- y la Región de Los Lagos.
Según el registro de la Armada, se han documentado tornados y trombas marinas en Arauco, Vegas del Itata, Ancud, Villarrica, San Carlos, Puerto Montt, Puerto Varas, Toltén, Isla Mocha, San Pedro de Quillota, Theodoro Schmidt, Llico, Los Alerces (Puerto Montt), Los Ángeles y Talcahuano.
Si bien las ráfagas de viento se pueden dar en cualquier lugar de Chile, sin embargo, en salidas de valles pueden ser llamativamente fuertes. También en una situación pre-frontal son importantes.
Según Raúl Valenzuela doctor en Ciencias Atmosféricas y académico de la Universidad Estatal de O’Higgins (UOH), quien también participó del estudio, las zonas más propensas a estos fenómenos, son ciudades como Concepción, o incluso Valparaíso y Santiago, también pueden ser golpeadas por un tornado. “No hay nada que impida que eso suceda”, dijo.
Valenzuela sostuvo que en Chile el sistema de alertas para este tipo de fenómenos está en muy mal pie. “Los radares Doppler son instrumentos ideales para estudiar fenómenos de viento de escala regional y sub-regional, pero no contamos con ninguno. Por tanto, cualquier sistema de alerta que esté construido solamente en estaciones meteorológicas, será de carácter local y propenso a las falsas alarmas”.
Respecto a si están ocurriendo con más frecuencia, dijo que no se sabe con certeza. “Creemos que hoy vemos más frecuencia porque la gente está más atenta y tiene cámaras para registrarlos”.