La pandemia en Chile en 2020 interrumpió toda la vida. Y la educación fue una de las áreas más afectados. En marzo, solo algunos días los estudiantes pudieron asistir con normalidad a sus colegios.

Uniformes nuevos y útiles escolares recién comprados quedaron en espera. Mientras, la educación en línea surgió en abril como la solución para reanudar las clases en el confinamiento por Covid-19. Una solución de emergencia que se mantuvo todo el año.

Hoy la experiencia para los miles de alumnos y alumnas que regresan a las aulas es única. Nunca en la historia de Chile los colegios cerraron por tanto tiempo.

Tampoco el mundo había visto algo similar. Según un informe ONU de agosto de 2020, la pandemia produjo “la mayor interrupción de los sistemas educativos en todo el mundo, que afectó a 1.600 millones de estudiantes en 190 países”.

En 2010, en Chile, por ejemplo, para el terremoto del 27 de febrero, más de 1.250.000 alumnos se quedaron sin poder entrar a clases en marzo. No fue hasta el 26 de abril en que las clases se reanudaron.

Anteriormente en 1985 para el terremoto del 3 de marzo, uno de los eventos sísmicos más intensos de la historia reciente (8,0 en escala Richter), que se sintió entre la región de Antofagasta y la región de Los Lagos, y que alcanzó mayor violencia en la zona central, las clases se suspendieron temporalmente. El lunes 4 de marzo era la fecha en que volvían los escolares. Pero el terremoto cambió los planes. Se postergó por un mes el inicio de clases y en establecimientos que resultaron con daños estructurales fue por meses.

En 1985 después del terremoto del 3 de marzo, se dispuso la suspención de clases por un mes. Foto: Archivo Centro de Documentación Copesa.

Pero ni la intensidad del llamado 27F, ni los daños catastróficos del terremoto de marzo de 1985, tuvieron posteriormente una experiencia educacional comparable a la vivida en esta pandemia.

“Quiero volver”

El año pasado algunas instituciones retomaron en los últimos meses en cierto grado la presencialidad. Pero es ahora cuando se puede hablar de una “vuelta al colegio”. A un año de ausentarse de las salas, luego de meses en que la vida escolar se vio reducida a la casa y a pantallas.

¿Cómo viven esa experiencia los estudiantes? Ahora con mascarilla no se podrá ver que sonríen, pero en su mayoría están contentos de volver al colegio.

Alicia Ascencio, de 11 años, retoma esta semana las clases presenciales y admite estar bastante feliz: “He visto a mis compañeros en clases virtuales, pero no he vuelto colegio y quiero verlos”.

El año pasado algunas instituciones retomaron en los últimos meses en cierto grado la presencialidad. Pero es ahora cuando se puede hablar de una “vuelta al colegio”. A un año de ausentarse de las salas, luego de meses en que la vida escolar se vio reducida a la casa y a pantallas. Foto: Reuters.

Javier Araneda de 11 años, dice que está indeciso. “Quiero, pero no quiero volver”, dice. Quiere, por un lado, para jugar con sus amigos, verlos y poder hablar de todo lo que la modalidad en línea no permitia. Pero dice que no quiere “pasar de estar todo el rato en la casa y al tiro ir al colegio, siento que es como muy de golpe ir al colegio”.

Se pudo mantener las clases gracias a la virtualidad. Sin embargo, no fue la forma que más agradó a los estudiantes. Alicia cuenta que no le gustaban las clases por zoom porque le costaba prestar atención.

Una percepción similar tiene Gabriel Araya de 15 años: “La verdad, quiero entrar a clases presenciales porque en clases on line me cuesta mucho aprender. Poner atención cuando estás on line es complicado, es demasiado fácil distraerse”.

Noelia Gómez, de 14 años (segundo medio) cuenta que alcanzó a ir unos días la primera semana de clases el año pasado. Pero terminó el año sin poder acostumbrase a aprender a través de una pantalla. “Era complicado porque estaba acostumbrada a estar en clases en la sala, nunca me pude acostumbrar. Tomar atención o entender lo que decían los profes era difícil, no se podía preguntar. Por eso volver al colegio es poder aprender más o entender más”, dice.

Retorno diferente

Es una reapertura, pero adecuándose a las circunstancias. La pandemia continúa y los estudiantes lo saben. Por ejemplo, escuelas y colegios buscan garantizar condiciones que minimicen el riesgo de contagio y propagación del virus. El resultado es un menor número de estudiantes en clase. También algunos establecimientos consideran alternancia (días/semanas) entre el aprendizaje presencial y a distancia, apoyado en el hogar.

“Es diferente a los años anteriores”, cuenta Alicia porque este año los van a separar por días. “Voy a tener que ir desde miércoles o jueves, no tengo claro, pero sé que voy a ir dos días clases en el colegio y en la tarde tendré clases on line”, comenta.

Javier coincide en que será distinto. No podrá ver a todos sus amigos. “Me gustaría que fueran todos al mismo tiempo, pero nos dividieron en grupos de 15. Tampoco se pueden ocupar los juegos y no sé si estará abierto el quiosco”.

Para evitar contagios, dice Alicia, sus papás le compraron mascarillas y escudo facial. “También me compraron alcohol y guantes hipoalergénicos, no me da susto el virus, pero igual también me da miedo contagiarme o contagiar a mi mamá o papá”.

Parte del protocolo para evitar la propagación del Covid-19 incluye usar mascarilla. Javier reconoce que es lo que más le incomoda “porque se llena de todo lo que respiro y la mascarilla si uno corre, suda mucho, y a veces me cuesta que me entiendan lo que digo o lo que me dicen otras personas con mascarilla”.

Se vuelve, pero adecuándose a las circunstancias. La pandemia continúa y los alumnos lo saben.

En el caso de Noelia, su mamá le ha dicho que está de acuerdo con la decisión que ella tome con respecto sí volver o no. “Y mi papá piensa que es irresponsable ir, por el tema de los contagios. Si fuera por los contagios yo no iría, pero por aprendizaje, porque no entendí nada de lo que pasaron el año pasado, porque fue como un año perdido, quiero ir”.

La amenaza de nuevas cuarentenas ante alza de casos es una posibilidad que esperan no se cumpla. Pero puede pasar.

Y le ocurrió a Gabriel que ingresaría a segundo medio. Eso sería hoy, lunes 1 de marzo. Pero su comuna, San Antonio, retrocedió a Fase 1. “Extraño ver a mis compañeros, las pichangas en los recreos. He podido verlos algunas veces y la mayoría quiere volver. Sé que la cuarentena es algo bueno porque los contagios estaban bastante altos, es un alivio, pero me había hecho la idea de volver”, reconoce.

“No quiero volver a cuarentena. Estaría triste, porque significaría volver a clases on line y estar encerrada, me siento muy encerrada así y fue un cambio muy grande”, dice Alicia ante la idea de un nuevo confinamiento.

El anhelo transversal es que las cuarentenas no regresen. Así lo comenta Javier: “No quiero volver a clases en la casa, no quiero. Porque quiero ir al colegio y ver a mis amigos. Quiero tener ciencia porque este año nos vamos a hacer un volcán”.

Preguntar qué quieren

El impacto de tanto tiempo frente a la pantalla, no tener contacto social regular con niños de su edad y tener limitadas sus actividades al aire libre, probablemente afectará la atención de los estudiantes en el aula presencial, destaca Courtney Nicolaides, Consultora en Educación de Turnitin. “Este es un tema que será estudiado y comentado a fondo con el tiempo”, añade.

Loreto Reckmann, psicóloga y académica de la Universidad Autónoma de Chile aconseja evaluar y conversar respecto al año anterior con el estudiante. Saber si tuvo una experiencia agradable respecto a la modalidad online o el sistema híbrido.

Si es el caso, dice Reckmann lo más probable es que tengan una disposición positiva. Por el contrario, si tuvo una experiencia desagradable es más probable que anticipe ese desagrado y esté más reticente a iniciar el año en esa modalidad. “Entonces lo que hay que hacer es evaluar como estuvo el año anterior y quizá, reelaborar esas experiencias que fueron negativas, en caso que existieran, tratar de conversar y explicarles porque fueron de esa manera, qué fin tenían. Porque cuando entiendo el argumento de esas decisiones puedo aceptarlas de mejor manera”.

Al retomar las clases presenciales, lo más importante, señala Reckmann, y como consejo para los profesionales de la educación, es tomar en cuenta “que quien vuelve a la presencialidad primero, es la persona, el niño en su integralidad, en sus emociones, después que vuelva el rol del estudiante, que es solo una fracción de esa persona”.

Por el momento, dice la consultora en Educación de Turnitin, se sabe que necesitarán tiempo para jugar y para hablar sobre sus experiencias. Y la mejor práctica siempre ha sido involucrarlos, agrega, “de cualquier edad, mostrándoles el objetivo y la aplicación de su aprendizaje, pidiéndoles que resuelvan problemas y pensar de manera creativa y crítica, fomentar el diálogo y la participación y hacer que se muevan y usen sus 5 sentidos”.

Vuelven en una pandemia. Y hay que ayudarlos a reelaborar esa experiencia, que para muchos fue compleja. “Un niño jamas va a aprender si no tienen la disponibilidad de recursos para aprender, entonces no perdamos tiempo, no los saturemos con contenido pensando en que vamos a poder compensar el tiempo que estuvo fuera del sistema normal”, aclara la Reckmann.

Cuidar su bienestar. Garantizar que estén bien. Y luego entregar contenido seleccionado desde la funcionalidad, señala Reckmann, es decir, “cuáles son los más relevantes y no nos desgastemos en estrategias innecesarias que solo nos van a frustrar”.

Nicolaides dice que nadie tiene las respuestas a los problemas que enfrentaremos. La pandemia no tiene precedentes en la vida de los estudiantes ni de los profesionales. ¿Qué hacer? “Escuche las experiencias de todos los actores en sus comunidades de aprendizaje, cree un plan estratégico para alcanzar sus objetivos de aprendizaje tomando en consideración este nuevo contexto, comparta y aprenda de los expertos y reflexione y trate de mejorar su práctica todos los días”, es su recomendación.