Trombas marinas, marejadas, olas de calor en invierno: el cambio climático ya está en Chile
Durante la semana se registraron una serie de fenómeno climáticos, situación que va a continuar empeorando a medida que pasa el tiempo. Todos tienen un patrón común.
Esta semana, con solo un par de horas de diferencia, el país ha sido testigo de una cadena de eventos climáticos: marejadas, trombas marinas y olas de calor. Aunque no tienen una relación directa entre ellos, si tienen un responsable común: el cambio climático.
El miércoles comenzaron marejadas en la zona central, con olas de más de ocho metros, fenómeno que se ha extendido en gran parte del borde costero de Chile. Ese mismo miércoles, en el sur del país, una tromba marina arrasó con más de 50 árboles, provocó un incendio y dejó heridos. Finalmente, la ausencia del Fenómeno de la Niña ha generado un junio caluroso en Santiago, con temperaturas superiores a 20°C y escasez de precipitaciones. Este sábado se esperan hasta 25°C en Santiago.
Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica FCFM de la Universidad de Chile, explica que en cualquier invierno normal existen muchos eventos llamativos de tiempo atmosférico y oceánico que son parte de la normalidad del clima de Chile. “Sin embargo, las marejadas son anómalas y se producen por efecto de la formación de un ciclón completamente anómalo que se generó costa afuera, en el Océano Pacífico”.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, señala que desafortunadamente el cambio climático hace más frecuentes e intensos los eventos extremos. “Entre estos se encuentran, no solamente las olas de calor o las trombas, sino también las sequías y las tormentas extremas en alta mar cuyos vientos originan las marejadas”.
Es una situación que va a continuar empeorando a medida que pasa el tiempo. “La frecuencia de las marejadas por ejemplo, se ha duplicado en las últimas dos décadas. La frecuencia e intensidad con la que se producen las marejadas, sumado al alza en el nivel del mar producto del derretimiento glacial, va a provocar cada vez más frecuentes inundaciones en nuestras costas y la erosión acelerada de nuestras playas”, advierte Cordero.
Aumentar el nivel de alerta
Rondanelli señala que “es esperable que si esta situación climática se deba a un patrón de gran escala persistente (como parece ser el caso), muchas de estas manifestaciones continúen produciéndose en el futuro inmediato”.
Además de las marejadas, “la sequía, las olas de calor, los incendios forestales, las tormentas intensas, las inundaciones repentinas,... Todos estos eventos extremos continuarán su frecuencia e intensidad de manera significativa en las próximas décadas hasta que detengamos el cambio climático”, establece el climatólogo de la Usach.
Durante esta semana se registraron tres posibles tornados (trombas marinas) el mismo día en Ancud, Mehuín y Toltén Viejo. “Estos fenómenos resultaron ser altamente destructivos y dejaron heridos en el caso de Toltén Viejo. Recientemente estamos entendiendo la existencia de una ‘temporada de tornados’ en el sur de Chile, con una mayor frecuencia a la observación de estos fenómenos entre mediados de mayo y mediados de junio, como ocurrió recientemente con los tornados del 30 y 31 de mayo de 2019, y los que observamos recientemente”, dice Rondanelli.
“Esto da una oportunidad de aumentar el nivel de alerta a estas tormentas durante esta época del año en que parecen repetirse con frecuencia”, añade el académico de la U. de Chile.
Cordero argumenta que el cambio climático es una amenaza directa, “no solo para la vida de muchas personas, sino para la infraestructura crítica (la usamos para abastecernos de agua, alimentos y energía). Esta amenaza se manifiesta a través de eventos extremos. Una sequía puede dejarnos sin cosechas, una tormenta puede dejarnos sin luz, un aluvión puede dejarnos sin puentes, una manejada puede dejarnos sin puertos”.
El problema, es que este riesgo es creciente y continuará aumentando al menos hasta mediados de siglo. “La única manera de lograr que la situación, y los riesgos derivados de los eventos extremos, dejen de empeorar es abandonando de manera total y definitiva el uso de combustibles fósiles, es decir, aquellos combustibles (como el diésel, la parafina, el carbón y la bencina) que actualmente usamos en el hogar y en la industria para energizarnos. Debemos adoptar energías renovables y debemos hacerlo pronto”, señala Cordero.
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