Tsunami plástico en la Patagonia
Para Greenpeace es clave no solo que el país sepa esta realidad, sino que las compañías se hagan responsables de los productos plásticos que están terminando en nuestros océanos y costas. Queremos saber quiénes son los que están usando nuestro mar como vertedero.
No lo podíamos creer. Hace unas semanas realizamos un viaje de exploración a las costas de Porvenir. De acuerdo a información que nos habían hecho llegar, la zona presentaba una alta presencia de desechos plásticos en sus playas. "Imposible", dijimos en una primera reflexión.
Pero lo que vimos al llegar nos impactó y abrumó. Cientos de envases plásticos repartidos en una extensa franja costera de la que se supone debiera ser una zona prístina, apenas tocada por la mano del hombre y su estela de escombros.
Hace unos días regresamos a la zona. Ahora ya no a comprobar lo que habíamos visto, sino para intentar limpiar el área. Era fin de semana, pero a la actividad se unieron varios voluntarios de Greenpeace y habitantes de Porvenir deseosos de volver a ver su lugar de vida libre de este verdadero tsunami plástico que enfrentan.
Acompañados de un cielo amenazante y un viento bravo, recolectamos y limpiamos durante horas los desperdicios plásticos que están inundando algunas de las playas más australes del planeta.
Marisol Andrade, alcaldesa de Porvenir, también estuvo ahí recolectando desperdicios plásticos. Ella misma nos confesó que nunca habría imaginado la cantidad de plástico que existe en Tierra del Fuego. Su sensación era de preocupación y tristeza.
Pero el objetivo no solo fue sido realizar una jornada de limpieza. Queremos ir más allá y por eso es que en estos momentos estamos realizando una "auditoría de marcas" del plástico encontrado para revelar las empresas que más están contaminando.
Para Greenpeace es clave no solo que el país sepa esta realidad, sino que las compañías se hagan responsables de los productos plásticos que están terminando en nuestros océanos y costas. Queremos saber quiénes son los que están usando nuestro mar como vertedero.
Un informe preliminar indica que buena parte de lo recolectado corresponde a diferentes productos de la compañía Coca-Cola y, en un hallazgo que nos sorprende, a diferentes marcas chinas, que probablemente corresponda a desechos de barcos que han sido lanzados al mar.
Enfrentamos una situación crítica con el plástico, especialmente los de un solo uso.
Se trata de una invasión sinsentido a la que debe ponerse freno. Y lo queremos hacer desde un enorme movimiento ciudadano que comprenda que la comodidad de lo desechable no puede convertirse en la sentencia casi mortal para nuestro patrimonio medioambiental. De hecho, casi 27.000 personas ya se han sumado al movimiento por un Chile sin plásticos. Y queremos ser muchos miles más.
Quizás el problema se entienda mejor con un simple ejercicio que realizamos hace unas semanas, cuando fuimos a un supermercado y compramos la canasta básica de una familia chilena.
¿El resultado? De una cuarentena de productos, apenas dos tenían envases medioambientalmente amigables. Todo el resto tenían plásticos que, sumados, demoran 14.000 años en degradarse.
Por supuesto el problema debe atacarse desde distintos frentes, pero por ejemplo nos preguntamos desde el sentido común: ¿cuántos años deberán pasar para que los supermercados, al menos, dispongan de un espacio con productos libres de plástico?
Esperamos una respuesta a la altura del desafío que enfrentamos.
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