En los 60, las enfermedades infecciosas eran la principal causa de muerte en Chile. En concordancia con el nivel de ingresos del país, la gente tenía menor acceso a medicamentos, salud, además de una deficiente alimentación, lo que generaba que entonces los chilenos murieran de enfermedades digestivas, como diarreas, o respiratorias, como tuberculosis o neumonía.

Ya para la década de los 80, los males cardiovasculares desplazaron a las infecciosas, pero desde entonces, y conforme el país mejoraba sus ingresos, el cáncer fue avanzando lentamente, tal como en los países desarrollados.

Para 2019, el cáncer ya representaba el 25% de las causas de muerte del país, y se había transformado en la segunda causa de fallecimientos, solo superada por los males cardiovasculares, que representaban el 26%.

Por eso, todas las proyecciones indican que en un muy breve plazo -incluso tan pronto como a fin de año o el próximo- la enfermedad se transformará en la principal causa de muerte del país. De hecho, ya lo es en varias regiones del país: Arica, Antofagasta, Biobío, Aysén, La Araucanía y Los Lagos.

Por eso, la investigación chino estadounidense dada a conocer ayer, genera tantas expectativas, en un país con tantos fallecimientos por esta causa: los científicos desarrollaron un análisis de sangre que puede detectar si una persona asintomática (que tiene la enfermedad pero silenciosamente y sin darse cuenta) en alguno de los cinco tipos más comunes de cáncer: estómago, esófago, colon, hígado y pulmón, cuatro años antes de que la afección pueda ser diagnosticada con los métodos tradicionales.

Puede ser un contrasentido para muchos enterarse de la enfermedad de la que probablemente morirá, pero el examen precisamente busca lo contrario: “El cáncer precoz, el cáncer inicial, puede ser curable y en una mucho mayor proporción que un cáncer avanzado”, dice la Dra. Lucía Bronfman, hematóloga y oncóloga de Clínica Santa María.

El impresionante poder de precisión de tu sangre

El test, desarrollado por investigadores chino-estadounidenses, tuvo un impresionante poder de precisión: el 91% de los pacientes asintomáticos que más tarde desarrollaron cáncer, fueron diagnosticados con la enfermedad, y el 96% de quienes no la tenían, también fueron diagnosticados con precisión. Cuatro años más tarde, tal como predijo el examen, ninguno desarrolló la enfermedad.

¿Qué sigue? Que este tipo de tratamientos se comercialicen, o como dijo uno de los investigadores, que este tipo de test se conviertan en un estándar y se realicen rutinariamente, por ejemplo, en los chequeos anuales a los que muchas personas se someten.

Cualquiera daría su sangre porque así fuera.