Una mujer recorre Bali con un objetivo claro, al menos uno: visitar a uno de los mejores curanderos para saber más de su relación de pareja. Ese es el inicio de la película Comer, rezar y amar, cuya protagonista Elizabeth (Julia Roberts) atraviesa por un divorcio, relaciones y viajes. Todo para poder de algún modo “sanar” y volver a involucrarse en una relación.
Se trata de una película. Pero la ficción está en gran medida inspirada por la realidad. En Chile, el 72,8% de las personas que participaron de una encuesta tiene miedo a empezar una nueva relación. Es lo que muestra un nuevo estudio elaborado por el Centro Miintimidad junto con el psicólogo Angelo Constanzo, el que consideró a 169 personas. De ellos, la mayoría eran solteros sin pareja (33,7%), un 18,9% figuró con pareja estable y 17,8% casados.
La investigación indagó sobre el miedo y las dificultades a iniciar una nueva después de una ruptura. Cuando evaluaron las dificultades detrás de este tipo de situación, los expertos se dieron cuenta de que la principal razón era no saber dónde conocer nuevas personas (33,1%). Una situación en la cual la pandemia del Covid-19 ha tenido un gran impacto negativo, afirma Odette Freundlich, directora del Centro Miintimidad.
Lo que los detiene
Con la pandemia y el encierro, gran parte de los vínculos se trasladaron al mundo digital. No quedó otra alternativa. Pero en asuntos de relaciones, eso no siempre ayuda. El hecho de conocerse a través de una pantalla interfiere en la química. “El olor, los movimientos, mirarte a los ojos a través de una pantalla no es lo mismo que mirarte en vivo. Esto está comprobado desde el punto de vista neurocientífico”, dice Freundlich.
Otras dificultades señaladas para no tener una relación de pareja fueron que al encuestado no le ha gustado las personas que ha conocido (24,9%), que sus expectativas eran distintas (20,7%) y también admiten que no es lo que buscan, solo querían sexo (20,7%).
¿Qué pasa con las expectativas en una relación? Cuando existe mucha ilusión en la otra persona a veces se piensa que va a “cambiar” nuestra existencia, explica Freundlich. Está el concepto, dice de que se me van a solucionar los problemas de la vida. “Y eso no es así. Primero, tu tienes que solucionar tus propios problemas, saber bien qué quieres de ti y del otro, hasta qué limite quiere compartir y cuánto espacio quieres para ti”.
En este proceso, los miedos también juegan con un rol activo en el posible avance de un romance. Constanzo menciona que los principales miedos encontrados fueron el temor a sufrir (35,3%), el rechazo (30%), la infidelidad (30%), perder el espacio personal (24,7%) y la sensación de invasión por una relación de la pareja (20%).
¿Por qué intervienen los miedos? Las relaciones de pareja “activan heridas de infancia, traumas y estilos de apego”, afirma Constanzo.
Freundlich ejemplifica, que “si tú te separaste porque tu pareja te fue infiel, siempre vas a estar con desconfianza de la nueva pareja que venga, para que no te vuelva a pasar lo mismo, para no tener las mismas heridas”.
Pero junto con los miedo, hay otro elemento importante: los apegos. Los tipos de apego –seguro, evitativo, desorganizado y ansioso– son una influencia de las relaciones sociales en la infancia y construirá la forma de relacionarnos en la adultez.
Un individuo con estilo de apego ansioso piensa en su pareja como la “media naranja” y tienen una imagen negativa de sí mismos. El evitativo, en tanto, sería una especie de “lobo solitario” que cree que no necesita afecto de otros y tienden a reprimir sus sentimientos. Un desorganizado es inestable; y un seguro mostraría sus emociones abierta y cómodamente.
“De acuerdo con el tipo de apego que tú hayas desarrollado en tu niñez, como persona individual, va a ser el tipo de vinculo que vas a desarrollar con tu pareja”, explica la directora del Centro Miintimidad.
¿Y a nivel íntimo?
El miedo a un nuevo vínculo trasciende distintas esferas en las relaciones. Freundlich comenta que, en relación con la arista sexual, el mayor temor es de contagiarse con una enfermedad de transmisión sexual (34,9%), seguido de tener dolor (28,4%), no saber satisfacer al otro (29,6%), mostrar el cuerpo (29,6%), no rendir en el sexo (26,6%) y, por último, no llegar a sentir placer (21,9%).
En la materia de la apariencia corporal, una encuesta de YouGovAmerica señala que más de la mitad de los estadounidenses se sienten presionados con su cuerpo, mientras que un 62% de los entrevistados que han estado en una relación les preocupa lo que piense su pareja de cómo se ven.
Según el estudio del Centro Miintimidad, un 69,8% de las personas tiene miedo a la intimidad. Dentro de las preguntas frecuentes por disfunciones sexuales se encontraron: el dolor en las relaciones, miedo a no rendir, la anorgasmia –dificultad para alcanzar el orgasmo– y dificultad para controlar la eyaculación.
Los tipos de apego también pueden influir en la relación íntima. Por ejemplo, “si tú eres una persona evitativa, porque eso es lo que te tocó, a lo mejor vivir ese tipo de apego de evitar encuentros, evitar vínculos, cuando te encuentres frente a una nueva pareja, la persona evitativa no va a querer vincularse”, lo que también podría llevar a problemas sexuales, explica Freundlich.
“A través del estudio, podemos darnos cuenta de la gran desconfianza, temor e inseguridad que sienten las personas frente al hecho de iniciar una nueva relación y de reiniciar la vida sexual, provocando relaciones más pasajeras y con menos compromiso”, dijo Freundlich. Destacando también la importancia de la comunicación, los límites, la autoexploración y la confianza.