Un cambio a contracorriente
Cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua y con ello, el recordatorio de los graves problemas asociados a este elemento que debemos enfrentar, como el acceso al agua potable y al saneamiento, la presión sobre los recursos hídricos y los ecosistemas, y el creciente riesgo de sequías e inundaciones derivadas de la emergencia climática que vive la humanidad.
Hay datos relevantes que debemos tener en cuenta. A los efectos del escenario de Cambio Climático se les atribuye directamente cerca del 17% de las causas de la escasez hídrica, mientras que el 83% restante responde a factores asociados a actividades humanas como una deficiente gestión hídrica y gobernanza (44%) y el aumento de demanda (17%).
Sin ir más lejos, en enero de este año ocurrió un hecho histórico que da cuenta de la crisis hídrica que vivimos. Como consecuencia del hiperclo de sequía en la zona central (efecto del Cambio Climático) y extracciones no concordantes con la disponibilidad del elemento aguas arriba, el río Maipo -del cual depende el 70% de la demanda de agua potable en la Región Metropolitana y 100% de la provincia de San Antonio- registró un caudal menor a los 2 m3/s (un 2% de su caudal normal), hecho que le impidió sobrepasar un banco de arena acumulado en la desembocadura por fuertes marejadas (también efecto del Cambio Climático), provocando el embancamiento del río, la inundación de zonas de cultivo y riesgos sanitarios para la comunidad.
La solución a corto plazo frente a esta emergencia fue abrir una zanja artificial para reconectar el río con el mar. Sin embargo, estos problemas requieren de planificación a largo plazo, lo que pasa por cambiar nuestra forma de aproximarnos al problema y gestionarlo de forma integral y sostenible en el tiempo.
En primer término, es hora de dejar de hablar de “recurso”, sino más bien de “elemento”. El agua no puede estar al mismo nivel que recursos como el cobre, el litio, la madera o el ganado. Cerca del 60% del cuerpo humano está compuesto por agua, lo que naturalmente eleva este elemento a una categoría superior, que requiere un tratamiento especial.
En segundo lugar, es imperativo actualizar nuestra institucionalidad para la gestión del elemento agua. Hoy, quienes tienen voz y voto son los titulares de “derechos de agua”, lo que a todas luces es una anomalía ya que la toma de decisiones no puede estar únicamente en manos de quienes tienen esta condición, en perjuicio de los “usuarios del agua” que no se limita solo al conjunto de la población, sino que también a la propia naturaleza, cuya biodiversidad depende del agua para subsistir.
Y como tercer punto, es necesario superar las divisiones político-administrativas en que organizamos el territorio – esto es comunas, provincias, regiones, macrozonas -, pues no son más que constructos artificiales que nos dotamos como sociedad para la administración pública, no para la gestión de ecosistemas.
El trabajo que está impulsando el Gobierno Regional Metropolitano para la creación de un Consejo de Cuenca, instancia en que Fundación Cosmos participa como parte del grupo promotor, es de suma relevancia para estos efectos. El piloto de gobernanza que en un futuro podría replicarse a nivel nacional, aspira a ser un espacio en el que estén representados todos los sectores relacionados con los usos del agua de la cuenca hidrográfica, no solo aquellos que tienen derechos de extracción de agua, lo que permitirá orientar la toma de decisiones en función de las necesidades de los usuarios y asegurar la gestión eficiente de este elemento.
Los cambios institucionales y culturales toman tiempo, pero este es un primer gran paso para repensar cómo estamos gestionando este elemento. En el Día Mundial del Agua, el llamado es a un cambio a contracorriente, de modo tal que evitar a futuro situaciones como la ocurrida este verano en el río Maipo.
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