Un reciente estudio publicado en Nature ha identificado un patrón específico de cableado cerebral que parece estar vinculado con la depresión, lo que podría abrir nuevas posibilidades para entender y tratar este trastorno.
Los resultados de esta investigación sugieren que las redes neuronales en personas con depresión son casi dos veces más grande que la de los individuos sin la enfermedad. Esta diferencia significa que los signos de este problema de salud mental podrían detectarse en niños de tan solo 10 años, antes de que los síntomas comiencen a aparecer más tarde.
Un escáner cerebral a los 10 años podría predecir el riesgo de depresión en la adolescencia y adultez
El equipo de investigadores, liderado por el neurocientífico Charles Lynch y el psiquiatra Conor Liston, ambos de Weill Cornell Medicine en Nueva York, se centró en analizar cómo las redes neuronales varían en individuos deprimidos en comparación con aquellos sin depresión. Utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para examinar estas diferencias, y lo que encontraron podría cambiar la forma en que entendemos la depresión.
La red de prominencia, que desempeña un papel crucial en dirigir la atención del cerebro hacia estímulos específicos, fue identificada como significativamente más grande en individuos con depresión. Este hallazgo es notable no solo por el tamaño de la red, sino por su constancia a lo largo del tiempo. Según el estudio, esta red permanece ampliada incluso cuando los síntomas depresivos no están presentes, lo que sugiere que podría actuar como un marcador estable de la enfermedad.
“La depresión es una enfermedad episódica, lo que significa que los síntomas aparecen y desaparecen con el tiempo”, dijo a Newsweek Charles Lynch . “Sin embargo, la mayoría de los estudios de imágenes cerebrales realizados hasta la fecha adquieren una sola exploración cerebral en un momento determinado”.
Por ese motivo, el equipo basó su análisis en un conjunto de imágenes fMRI de 135 personas que habían sido escaneadas repentinamente a lo largo del tiempo con trastorno depresivo mayor, así como en un grupo de control de 37 participantes sanos. Los investigadores escanearon repetidamente a los participantes, permitiendo así un análisis detallado de cómo cambiaban las redes neuronales en respuesta a los episodios depresivos.
A diferencia de estudios previos que solo escanean el cerebro en un momento específico, este enfoque longitudinal proporcionó una visión más completa y detallada del cerebro en personas con depresión.
En casi todas las personas con depresión, descubrieron que un circuito cerebral conocido como red de prominencia era casi el doble de grande que en los controles. Al principio, el grupo pensó que la red de prominencia podría expandirse cuando una persona estaba deprimida. Así que utilizaron fMRI para escanear los cerebros de varias personas con depresión casi todas las semanas durante un máximo de 18 meses y evaluaron cómo se sentía la persona cada vez.
Descubrieron que el tamaño de la red de prominencia en las personas deprimidas no cambiaba dependiendo de si estaban experimentando síntomas en ese momento o no. Lo que sugiere que la red ampliada no solo está presente durante los episodios depresivos, sino que es un rasgo estable que podría predisponer a las personas a la depresión.
Otro hallazgo intrigante del estudio fue la posibilidad de que una red de prominencia más grande en el cerebro no solo fuera un biomarcador de la depresión, sino también un factor de riesgo que predispone a las personas a desarrollar la enfermedad. Este descubrimiento sugiere que ciertas personas podrían estar genéticamente o estructuralmente predispuestas a la depresión mucho antes de que aparezcan los síntomas.
Para investigar esta hipótesis, los científicos recurrieron al Estudio de Desarrollo Cognitivo y Cerebral Adolescente (ABCD, por sus siglas en inglés), un proyecto a gran escala que sigue el desarrollo cerebral de casi 12,000 niños entre los 9 y 13 años de edad. En este análisis, los investigadores identificaron a 57 niños que no mostraban signos de depresión antes de los 13 años, pero que desarrollaron el trastorno en la adolescencia.
Lo sorprendente fue que, a los nueve años, estos niños ya presentaban redes de prominencia ampliadas en comparación con sus compañeros sin antecedentes de depresión. Este hallazgo sugiere que la ampliación de esta red podría ser un indicador temprano de susceptibilidad a la depresión.
El estudio también exploró si la red de prominencia ampliada está vinculada exclusivamente a la depresión o si podría estar relacionada con otros trastornos mentales, como el trastorno bipolar o el trastorno obsesivo-compulsivo. Aunque los resultados iniciales indican que esta expansión podría estar más asociada con la depresión, los investigadores planean realizar estudios adicionales para explorar estas posibles conexiones.
Con todos estos resultados, los investigadores están emocionados con potencial para desarrollar nuevos métodos de diagnóstico para la depresión. Actualmente, el diagnóstico de la depresión depende en gran medida de cuestionarios y evaluaciones subjetivas, lo que puede llevar a diagnósticos incorrectos o tardíos. Sin embargo, si los hallazgos de este estudio se replican en estudios adicionales, es posible que en el futuro se pueda usar la fMRI para identificar la depresión basándose en la estructura cerebral, proporcionando un enfoque más objetivo y preciso.
Además, este estudio podría tener implicaciones importantes para el tratamiento de la depresión. Diego Pizzagalli, investigador de la depresión en el Hospital McLean de Belmont, Massachusetts, destacó la importancia de estos hallazgos, señalando que si se confirma, el tamaño de la red de prominencia podría utilizarse para identificar a los niños que corren un riesgo elevado de desarrollar depresión.
Por su parte, Caterina Gratton, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, elogió el enfoque del estudio. “En lugar de leer unas cuantas páginas de muchos libros, estamos leyendo capítulos enteros”, comentó, refiriéndose al enfoque longitudinal del estudio, que permitió a los investigadores observar cómo cambiaba la actividad cerebral a lo largo del tiempo en individuos con depresión.
Este estudio representa un avance significativo en la comprensión de la depresión a nivel neurobiológico. Aunque aún queda mucho por investigar, los hallazgos abren nuevas vías para el diagnóstico y tratamiento de la depresión, y podrían tener implicaciones para una amplia gama de trastornos mentales.