“Un resumen de buenas intenciones sin compromisos concretos”: ¿qué estipula el borrador del acuerdo climático y por que está siendo tan duramente criticado?
Tras conocerse un adelanto de la declaración final de la COP26, que establece los acuerdos y compromisos climáticos de la cumbre medioambiental, los expertos aseguran que "no incluye mayores avances".
Cuando termina cada edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP), sus responsables, liderados por el presidente de la reunión climática, emiten una Declaración Final con los principales acuerdos y compromisos pactados durante esa edición. Previo a ese documento, dan a conocer un borrador, el que entrega algunas pistas de lo que será el acuerdo final.
En esta edición de la COP, el primer borrador fue revelado el miércoles por la tarde, y este no fue bien recibido. Automáticamente generó dudas y críticas.
El borrador entregado esta mañana en Glasgow, Escocia, establece e insta a los países a fortalecer su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), proponiendo una reunión de ministros el próximo año y una cumbre de líderes en 2023. Aquí surge el primer cuestionamiento, ya que es solo una sugerencia, y no una exigencia.
También expresa preocupación por los daños ya ocasionados al planeta y plantea la reducción de gases contaminantes en 45% para 2030 respecto a los niveles de 2010. El documento añade que urge lograr “cero emisiones netas” de CO2 para 2050 y expresa cierto grado de alarma y preocupación porque las actividades humanas han generado aproximadamente 1,1 °C de calentamiento global a la fecha.
Acabamos de tener un estudio histórico que muestra que nos dirigimos a 2,4 °C de calentamiento. “El trabajo de esta conferencia siempre fue reducir ese número a 1,5 °C, pero con este texto, los líderes mundiales están apostando hasta el próximo año. Si esto es lo mejor que se les ocurre, no es de extrañar que los niños de hoy estén furiosos con ellos”, estableció la directora ejecutiva de Greenpeace International, Jennifer Morgan, tras conocer el documento.
Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago, considera que al tratarse de un borrador, es esperable que sea sujeto de mejoras antes del cierre de la COP. “Actualmente el lenguaje empleado es vago y parece más un resumen de buenas intenciones sin compromisos concretos. Este borrador no incluye mayores avances en ninguno de los temas pendientes más urgentes, como por ejemplo en ambición (metas de reducción de emisiones) y financiamiento (más fondos para que los países en desarrollo financien su adaptación al cambio climático)”.
A pesar de los críticas, Pilar Moraga, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y subdirectora del Centro de Derecho Ambiental U. de Chile, cree que la declaración es valiosa, “primero en el reconocimiento del estado de la situación que compartimos. La urgencia, la evidencia científica de un punto de no retorno, el reconocimiento de que no se haya alcanzado el financiamiento necesario en materia de adaptación de los países en desarrollo, la importancia de los daños y pérdidas y de generar un mecanismo al respecto”.
Esta cita climática, y según se estableció en el Acuerdo de París en 2015, fue designada para abordar diferentes temáticas medioambientales, pero principalmente dos: Disminuir las emisiones de carbono para 2030 (NDC) y, en el caso de los países desarrollados, llegar a un acuerdo en relación a la asistencia financiera a naciones menos desarrolladas.
Moraga cree que el diagnóstico que se plasma en la declaración o la decisión que va a adoptar la Conferencia de las Partes es muy honesta en el contexto actual. “Ahora, ¿por qué las críticas? Bueno, primero, porque el Acuerdo de París establece un procedimiento, más bien, una meta. Esa meta es no superar la temperatura global en 2 °C y tratar de acercarnos al 1,5 °C”.
Esta última añade que es procedimental “porque establece la manera, los mecanismos, el camino para llegar a estos objetivos y eso a través de los compromisos determinados por cada Estado a través de sus respectivas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), lo cual se deberá implementar en los respectivos países a través de planes de mitigación y adaptación”.
“Recomiendo mantener las expectativas moderadas”
Cordero explica que a pesar de las innegables buenas noticias en algunos frentes, “desafortunadamente parece claro que al igual que en muchas de las COP previas, ésta terminará con más tareas pendientes que avances. Uno de los problemas de esta versión es que desde el comienzo Reino Unido trató de encaminar las discusiones hacia áreas de su propio interés”.
Por ejemplo, “el tema de la ambición climática, le resulta más cómodo a Reino Unido y a los países desarrollados que el tema del financiamiento a los países en desarrollo. Por otro lado, la COP26 ha estado presidida por un político (Alok Sharma) sin mayor experiencia en temas de debate, y sin el peso político requerido para forjar mayores acuerdos. Esperamos una positiva sorpresa en los últimos días”, señala el climatólogo de la Usach.
En ese sentido, esta declaración sigue un poco en la misma línea, con excepción de algunos puntos como lo es el de establecer una meta intermedia a la carbono neutralidad a 2050, que es la de reducir emisiones de gases de efecto invernadero al año 2030 en un 45% respecto del 2010. “Esa es una obligación ya no de medios y de procedimientos, sino que de resultados”, argumenta Moraga.
El tema es que no profundiza en cuáles son las acciones y medidas concretas para alcanzar este objetivo a 2030, “y creo que esto es lo que motiva muchos de los reproches que se han formulado a este borrador de decisión, puesto que algunos dicen bueno, esta es una declaración de intención y hay que cruzar los dedos para que eso suceda, porque en el fondo cómo vamos a llegar a 2030 con esta reducción del 45% de los gases de efecto invernadero”, establece la investigadora de la U. de Chile.
Aunque, aclara Cordero, siempre es posible una sorpresa de último minuto, “pero recomiendo mantener las expectativas moderadas. Una cumbre, una reunión, una declaración no va a resolver un problema como el cambio climático. Este desafío requiere trabajo y compromiso global, y eso significa que tendremos aún varias decenas de COP por delante”.
En este sentido, Moraga cree que se habría esperado, por ejemplo, “que en materia de eliminación del carbón y de los subsidios a los combustibles fósiles se hubiese dicho simplemente que, de aquí a uno, dos, tres o cuatro años se elimina definitivamente el subsidio. Esa sería una medida concreta, cuantificable, para proyectar que efectivamente este compromiso se cumpla a 2030″.
Si bien es una declaración política, “no sabemos cómo vamos a alcanzar este objetivo. Esto queda entregado nuevamente a las acciones que cada Estado emprenda y no hay en esto un acuerdo internacional de cómo hacerlo. Creo que esta es la principal motivación de las críticas, puesto que tenemos nuevamente una meta que hay que valorar que es mucho más cercana, pero el problema en el fondo está en que no sabemos cómo alcanzamos esa meta y la entregamos nuevamente a la soberanía de cada país y muchas veces a los vaivenes políticos que puedan haber en éstos”, señala Moraga
Sabemos la experiencia de Estados Unidos, “en que un presidente firma el Acuerdo de París, otro se sale y otro vuelve, entonces entregar este nivel de urgencia a esas decisiones que depende de la voluntad política de los Estados, es muy compleja y como dicen muchos: hay que cruzar los dedos para que eso suceda”, explica la investigadora.
Al tratarse aún de un borrador, dijo Sharma en conferencia de prensa, el texto puede modificarse. Hay temáticas que todavía se encuentran en desarrollo, las que deberían quedar plasmadas en la Declaración Final.
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